Prai-Isu: Secretos Ocultos

Capítulo 4

Florián, Leonardo, Abi, Lisa y Erika estaban en las afueras del pueblo, ya que querían averiguar más sobre los alrededores.

—¿Sabías que ni siquiera tienen sentido de la moda? Es totalmente horrible —se quejaba Abi con Erika, ella solo respondía con gestos ante sus comentarios.

Leonardo estaba más que cansado de oír las quejas de su compañera, mientras que Florián lo tranquilizara para que no cometiera una locura.

Lisa estaba en medio de los dos grupos, sin decir nada, solo mirando a su alrededor. Ante esto, Florián quiso conocerla un poco más.

—Amm… Lisa, ¿verdad? —inicio dudoso.

—Si —respondió secamente.

—Genial, lindo nombre —pensó un poco su siguiente pregunta—. ¿Desde cuándo se conocen?

—¿A qué te refieres? —pregunto de regreso.

—A ustedes, ¿desde hace cuánto conoces a las chicas? —explico.

—Oh, a decir verdad, eso es bastante complejo de comentar —confeso sin rodeo.

—¿No puedes recordar como las conociste? —pregunto Leonardo.

—Eh, no, nada de eso. Lo recuerdo con perfecto detalle —respondió veloz—. Es solo que… —buscaba las palabras correctas.

—Es un conjunto de sucesos demasiados largos —completa Erika entrando en la conversación.

—Pues entonces ¿qué edad tienes para decir tal cosa? —pregunto Leonardo medio en broma.

—¡Leonar! ¡Esas cosas no se le preguntan a una mujer! —alzo la voz Abi muy molesta. Erika en cambio se quedó atónita por la pregunta.

—¿Por qué es tan malo? Además, ¡te he dicho que no llames así! —grito Leonardo sin entender la razón del regaño de su compañera.

—Sí que se llevan bien —dijo Lisa con sarcasmo y una sonrisa burlona mientras se cruza de brazos.

—Bueno, bueno. No tiene nada de malo en realidad revelar mi edad —Erika intervino.

—Pero si te quedaste callada —argumento Abi.

—Es que se sorprenderían si lo supieran —confiesa penosa mientras se rasca la nuca.

—No te preocupes, tampoco es que todos aquí aparentemos nuestra edad, ¿verdad, Leonardo? —dijo Florián chocando hombros con el pelirrojo.

—Sí… Espera, ¿qué quieres decir? —pregunto sin entender a su amigo.

—Así que, no tengas miedo —comento alegre, ignorando la pregunta de Leonardo.

—En realidad, no se los aconsejo. No quieren saberlo —obstaculizaba Lisa.

—N—No hay problema —decía Erika a Lisa—. Si no se los compartimos, creo que ellos no sentirán confianza —comento nerviosa.

Lisa se da cuenta de que tiene razón y se resigna.

—Tengo… Tengo… —conforme más tardaba, más se ruborizaba—. 72 —respondió medio en broma.

Los chicos quedaron en silencio un par de segundos, pues ella era muy superior en edad de todos los presentes.

—¿D—De verdad? —la primera en hablar fue Abi, pues le estuvo hablando de “tú” todo este tiempo, siendo que ella podría ser su abuela.

—Si —respondió algo incómoda.

—Wow, pareces muy joven —comento Leonardo, logrando apenar aún más a Erika.

—Gr—Gracias.

Abi hizo un gemido.

—¿Por qué nunca puedes ser cuidadoso con tus palabras? —volvió a replicar.

—¿Ahora que dije? Fue un cumplido —justifica confundido.

Abi hace un puchero y bufa dándole la espalda con los brazos cruzados.

—Espera un momento… ¿Tú también tienes esa edad? —pregunto Leonardo a Lisa.

—¿Eh? No.

Los chicos suspiraron aliviados.

—En realidad tengo 63 años —respondió sin ninguna emoción en su rostro.

Nuevamente quedaron atónitos.

—Bueno… Supongo que si los aparentas —comento Leonardo inseguro.

Sin embargo, su rostro apacible fue golpeado con un martillo. Abi lo había golpeado con una de sus armas.

—¡Ahora si te pasaste! —grito enfadada.

Leonardo tomó el martillo con su mano derecha y la miro furioso.

—¡Es que a ti nunca se te tiene contenta con nada!

De un movimiento rompió aquel martillo de madera, dejando a la pobre Abi sentimental logrando que comenzara a llorar.

—¿E—Eh? O—Oye… No te pongas así, mejor grítame —suplicaba Leonardo angustiado.

Lisa le dio unas palmaditas en su hombro, llamando su atención.

—No te preocupes, ya verás cómo se recupera más rápido de lo que crees —alivio su preocupación.

Pero antes de que pudiera decir algo más, su cara recibió una patada por parte de Abi, tumbándolo hacia el suelo.

—Mmm… Mi hermana dijo que tuvo complicaciones al combatir contigo, pero… No veo de donde —comento Erika.




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