Prai-Isu: Secretos Ocultos

Capítulo 5

De vuelta en el pueblo, Elvira, Fivi, Cinthia y Lesly caminaban por el mismo. Tratando de llegar al final de este.

Cinthia y Elvira no sabían qué decir o hacer, pues aparte de ser totalmente diferentes a lo que recordaban, eran muy raras. Sin embargo, tenían que hacer algo si querían establecer un vínculo más íntimo.

Elvira se acercó hacia Fivi, Cinthia quedo detrás de ellas y Lesly se encontraba hasta atrás de todas.

—Amm… Dinos, Fivi —inicio Elvira.

—¿Si? —esperaba su pregunta ansiosa.

—Dijiste que te gustaba el trato con la gente… —comento Elvira vagamente.

—¡Oh, sí! —afirmo emocionada—. Esa es una de las razones por la cual me convertí en cantante.

Elvira y Cinthia se miraron sorprendidas, realmente no entendían como alguien como ella podía ser famosa.

—¿Cómo es eso que eres una cantante profesional? —volvió a preguntar Elvira.

—¿No lo explique antes? —responde con otra pregunta.

Elvira negó con la cabeza.

—Oh, perdóname, Emilia —dice vanidosa.

—Soy Elvira —responde algo molesta.

—Es lo mismo —dice despreocupada—. Verás, tras una infancia totalmente pesada, decidí experimentar cosas nuevas. Así que cree mi propia banda y ahora soy una reconocida cantante —explica con logro.

—Yo no te conocía —dice Cinthia.

—Porque este lugar es muy lejano de donde suelo viajar —explico Fivi.

—Pero… Si dices que tuviste una infancia pesada, ¿qué edad tienes en realidad? —pregunto Elvira.

—Amm… Para serles sincera, no me gusta decir mi edad, me hace sentir vieja. Pero para responder tu pregunta, soy mucho más mayor que tú —dijo con cierta molestia.

Las chicas resignadas y confundidas deciden dejarlo así. Un silencio incómodo volvió a invadir la atmosfera.

—Pero… —hablo Cinthia—. ¿Qué es lo que te gusta del trato hacia la gente? —pregunto curiosa.

—Mm… ¿Cómo explicarlo? —Decía al colocar su mano en su barbilla—. Me gusta poder hacer reír a otros, darles una sonrisa y mejorar su día —comento con alegría.

La misma contagio a ambas chicas, pues también sus ojos brillaban de emoción. Sentían cierta empatía por sus sentimientos tan puros.

—Por cierto, me gusta tu traje —halago Cinthia.

—Oh, gracias. Me gusta estar a la moda —respondió.

—Pero, hay algo que no entiendo —dijo Elvira.

—¿Qué cosa Emma? —pregunto Fivi.

—Soy Elvira —molesta.

—Es lo que dije.

Elvira suspira y continúa con su duda.

—Puedo ver que eres social o alegre, pero… ¿Por qué la trajiste a ella? —señala a Lesly quien estaba muy detrás de ellas.

—¿De qué hablas? —Bufa—. Lesly es la persona más amable, tierna y buena con la gente que jamás…—

Al mirarla, ella estaba encogida de hombros, caminaba lentamente mientras miraba con miedo a su alrededor, parecía que le tuviera miedo hasta su propia sombra. Tras unos segundos, ella terminó tropezándose con algo, cayendo hacia el suelo.

—Bueno… —Fivi se rasca la nuca—. Ustedes no la conocen, pero cuando lo hagan lo entenderán —decía despreocupadamente mientras seguía caminando.

Lesly al caer, no parecía muy entusiasmada en levantarse, hasta que una pelota de plástico se acercó hacia ella rodando.

—Disculpe, Señorita —dijo un niño—. ¿Me podría dar mi pelota?

—Sí, claro —sonrió y la lanzo hacia el niño.

—Disculpe, ¿se encuentra bien? —pregunto una niña.

—¿Eh? —había olvidado que se encontraba en el suelo.

La niña, junto a otra, la ayudaron a levantarse de a poco.

—¿Le gustaría jugar con nosotros? —pregunto el niño.

Lesly le devolvió una sonrisa amable.

—Por supuesto, me encantaría.

Fivi, junto a Elvira y Cinthia, se encontraban un poco más adelante.

—Por cierto, ¿qué tienes en mente? —pregunto Fivi a Elvira.

—¿De qué hablas? —las tres chicas se pararon en seco.

—Sí, o sea —pensó un poco su respuesta—. ¿Qué quieres hacer con exactitud?

—Pues… Lo principal es ver que la gente esté bien y si necesita algo —respondió vagamente.

—¿Para eso no habría que preguntarles? —volvió a preguntar confundida.

Cinthia simplemente las miraba con detalle, esperando las respuestas de ambas, era más que todo, una espectadora.

Elvira titubeaba la respuesta.

—A decir verdad —suspiro—. No sé cómo —confiesa apenada—. Generalmente se acercan a decirnos sus problemas.

—La gente no siempre lo hará, tienes que motivarlos —dice Fivi.




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