Mientras tanto, en casa de los jóvenes aventureros, se encontraban Agur y Mayra, en el laboratorio del primero.
Agur se encontraba perfeccionando uno de sus inventos, mientras estaba siendo observado por Mayra.
—Y… ¿Qué se supone que estás haciendo?
—Estoy arreglando uno de mis más recientes inventos, para que reciba órdenes de una fuente en específico cada vez que lo necesite —explico desinteresado.
—¿En qué consiste este nuevo invento? —pregunto Mayra.
—Una especie de escarabajo mecánico. Sirve para tener visión de un área y si es necesario, atacar con unos misiles, aunque aún no están integrados.
—Interesante… —menciono vagamente.
Agur suspiro pesadamente.
—¿No tienes nada mejor que hacer?
—Uy, qué grosero —comento burlona—. Todas las demás ya tienen compañía, no quise dejarte solo.
—No me gusta mucho la compañía —respondió veloz.
—Sí, ya vi por qué.
Agur suspiro nuevamente.
—Oye, relájate —aconsejo Mayra.
—Estoy tranquilo.
—No lo creo.
—¿Acaso me conoces?
—Tal vez…
Finalmente, Agur voltea a mirarla, le había dado la espalda todo este tiempo. Aunque no tardó mucho en volver a hacerlo.
—¿Sabes? Es de mala educación dar la espalda —dijo Mayra burlona.
—¿Por qué piensas que lo hago?
A Mayra se le borró esa sonrisa tras ese comentario.
—Suponía que sería más interesante hablar contigo —confeso al estirarse.
—¿Así? Qué pena —respondió Agur desinteresado y sarcástico.
—No entiendo como Clelia te soporta —comento Mayra.
Al escuchar ese comentario, Agur se detuvo en seco. Mayra noto esta acción y continuo.
—Debería hablar con ella, para saber qué es lo que pasa por su cabeza. Por algo debe tenerte tanta paciencia.
Agur se giró rápidamente y la apunto con un cuchillo delgado, que transmitía unos cuantos rayos.
—No hablarás con ella, ni con nadie. No confió en ti —amenazo.
—¿Acaso me conoces? —regreso la pregunta de su compañero.
—No en realidad, pero lo poco que se es suficiente para desconfiar de ti.
—¿Hablas de Leonardo? —adivino.
—Pues sí, él no está muy contento que digamos —respondió bajando el cuchillo.
Mayra suspira.
—Mira, no busco pelear. En realidad estoy esperando tu interrogatorio —confeso.
—¿Cómo sabías que haría algo así? —pregunto intrigado.
—Tu personalidad de un sabelotodo —respondió y Agur hizo una mueca—. Además, Jil me hablo un poco de ti.
A Agur se le iluminaron los ojos.
—¿De verdad? ¿Y qué mencionó? —formuló dándose la vuelta y continuando con su trabajo.
—Veamos… “Es una persona realmente obstinada, es terco y un creído. Alguien muy desagradable, si me lo preguntas” —contesto.
Agur solo rio levemente ante su respuesta, era obvio que esa sería su respuesta. Después de todo, ambos son iguales.
—¿Y? —insistió Mayra.
—Listo —dijo terminando el último toque del escarabajo.
—¿Ya lo terminaste? —pregunto intrigada.
—No, exactamente. Ahora tiene luces para lugares oscuros, infrarrojo y visión nocturna. Más tarde le insertaré las municiones —comento orgulloso de su trabajo—. Quería terminar esto antes de interrogarte, para estar concentrado —explico.
—Interesante… —expresa nuevamente sobreactuada, molestando a Agur.
—Eres realmente irritante, ¿te lo han comentado? —comento Agur.
—Todo el tiempo —contesto Mayra.
Agur sonrió de lado y se va camino a la puerta.
—¿A dónde vas? —pregunto Mayra.
—Por algo de beber.
—¿Me traes un aperitivo? ¿Sí? Gracias —declaró y Agur sale del laboratorio en dirección a la cocina.
Mientras tanto, en la cocina se encontraban Clelia y Jil, tratando de cocinar la cena. Sin embargo, la primera de ellas era algo evasiva.
Clelia se movía de un lado a otro dentro de la cocina, según ella cocinando, pero en realidad no tenía su mente clara.
—¿Puedo ayudar en algo? —pregunto Jil.
—¿Eh? —finalmente, Clelia la miro.
Había olvidado que se encontraba ahí, a pesar de que era ella quien no la dejaba concentrarse del todo.
—Amm… Sí, perdóname. Estoy algo distraída —confeso apenada.
—Ya lo noté —respondió Jil, apenando más a Clelia.
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Editado: 16.03.2022