Prai-Isu: Secretos Ocultos

Capítulo 8

El sol brillaba en las ventanas de los jóvenes, algunos ya se encontraba despiertos, mientras que los demás ya se estaban alistando para comenzar el día.

Elvira acababa de salir del baño, totalmente cambiada. Con un pantalón pescador color blanco, una blusa de manga larga y floja color gris con encaje y paneles transparentes, junto a unas zapatillas Slip on.

Elvira tocó la puerta del cuarto de su hermana, que estaba frente al de ella, y de lado izquierdo del baño.

—El baño ya está desocupado —avisó.

—¡Ya voy!

Leonardo pasó al lado de Elvira y movió la cabeza horizontalmente.

—Chicas… —se burló y bajo las escaleras.

Elvira le saco la lengua en señal de molestia y burla.

—Ya estoy —dijo Clelia al abrir la puerta con su ropa y toallas en mano.

—Bien, tengo que irme al pueblo, nos vemos más tarde.

—Claro —camino hacia el baño—. Deberías despertar a las chicas —aconsejo.

—Cierto, gracias.

Acto seguido, se dirigió hacia el cuarto donde estaba Fivi y Jil. Toco suavemente.

—Pase —se oyó desde adentro.

Elvira abrió la puerta y admiró a Fivi con una especie de cortina de agua en sus manos. La misma, ya se encontraba cambiada de ropa.

Ahora usaba una blusa estilo ombliguero off shoulder color azul, un short de mezclilla algo rasgado y otro short de tela color negro abajo junto a un par de tenis de agujetas con plataforma color celeste. Llevaba una coleta completa de peinado.

Las pulseras seguían estando en su mano derecha, y en su pierna izquierda contaba con un par de listones que giraban alrededor de la misma hasta llegar a la liga. También llevaba puestos unos guantes de cuero sin dedos color azul.

—Wow… —dijo Elvira al mirarla.

—Buenos días —saludo amable.

—Iba a despertarte y a mencionarte que si tenías más ropa… Pero veo que si —declaro sin palabras.

—Oww… Gracias, que considerada. Sin embargo, aquí tengo mi closet —respondió mientras metía la mano entre la cortina.

—¿Te refieres…? —señalo la cortina.

—Sí, es mi closet, o mini. Solo tengo un poco de ropa —explico mientras movía sus dedos entre la cortina.

—¿Quieres usar la lavadora? —pregunto.

—No, no gracias —saco un conjunto de ropa—. Además de guardar la ropa, también se lava dentro.

La ropa estaba rodeada de una capa de agua.

—Wow, tu magia es impresionante —elogio.

Fivi giro su mano hacia arriba, metiendo esa cortina dentro de una de las pulseras que tenía en su mano derecha.

—Lose.

—Y… ¿Dónde está Jil? —pregunto mirando a todos lados.

Se extrañó un poco, pues no encontró otro saco de dormir o una sábana en el suelo.

—Oh, ella se fue a saludar a las plantas —dijo absorbiendo agua de la cama y llenando una de las perlas de una pulsera.

—¿Q—Qué fue eso? —pregunto confundida.

—Oh, es que yo duermo en camas de agua, así que solo le puse un poco por debajo —explico.

—Y… ¿Jil y tú durmieron así?

—¿Qué? No, a ella no le gusta dormir de esta forma. Creo su propia cama, como un capullo de flor —abrió la ventana.

—Aja… Ustedes… Sí que son raras —declaró impactada.

—Son diferentes estilos de vida —se asoma por la ventana—. Oh, ahí está.

Elvira se acercó y miro hacia donde Fivi señalo, se trataba de Jil, oliendo las flores ubicadas en las orillas de la casa.

—¿Esta… saludando a las flores? —pregunto confundida.

—Así es, bueno, eso fue lo que entendí —corrigió.

Jil se encontraba oliendo las flores mientras las acariciaba suavemente.

—¿Cómo se conocieron? —pregunto Elvira.

—Mm… Digamos que… —pensaba su respuesta—. Yo la invité a comer para establecer una amistad. Ya me habían hablado de ella y quise conocerla.

—¿Ella accedió fácilmente?

—Para nada, tardo mucho en responder a mi invitación, pero lo importante fue que lo hizo —sonrió—. Antes era más amargada, seria y aburrida —aclaro.

—¿Más? —bromeo Elvira.

—Aunque no lo creas, ella cambió. Cambio para bien —sonrió mientras la observaba. Un brillo en sus ojos se hizo presente en ese momento.

—Espera… ¿Ella está hablando con las flores? —pregunto analizando algo.

—Sí, algo así —respondió vagamente.

—¿Recuerdas lo que nos dijo una familia ayer?

—Su siembra no respondía ni florecía —respondió entendiendo la idea.

—Jil puede ayudarnos con eso.




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