Prai-Isu: Secretos Ocultos

Capítulo 14

En un jardín dentro de la casa se encontraban Lucinda y Liz, por fin con la charla que tanto había estado esperando.

—Y—Y luego le dije, ¿miedo? Miedo es lo que sentirás cuando te des la vuelta —Liz reía a carcajadas—. Hubieras visto su cara —limpiaba unas lágrimas y le dio un trago a su agua.

Lucinda normalizaba su respiración de poco a poco.

—Vaya, que aventuras has vivido —dice Lucinda.

—No más que tú —contesto Liz con la voz agitada.

—Sí... Supongo que si —dijo algo desanimada.

Liz tomó la mano de Lucinda y la apretó gentilmente.

—Oye, hay algo de lo que quiero hablarte —dijo Liz en un tono mucho más serio.

—Sí, dime —presto atención Lucinda.

—No quiero... Que te lo tomes a mal, ¿ok?

—¿Qué pasa? —pregunto impaciente.

—Han pasado ya dos días desde que les contaste todo. Bueno... casi todo... Sabes lo que está en juego... Pero no veo que te preocupes —pauso—. Te lo dije, desde que te liberaste, ha habido un caos. Es cuestión de tiempo para...

Liz fue interrumpida por Lucinda.

—No me interesa —respondió indiferente.

—¿Disculpa?

—Ya me escuchaste, no me interesa formar parte de esto. No estoy involucrada en nada de eso —dice secamente.

—Lucy, te están buscando. Si tus amigos te encontraron, tus enemigos igual. Debes prepararte y enfrentar los problemas.

Lucinda suspira.

—Yo... Yo casi pierdo todo tiempo atrás... Me es difícil pensar que esos tiempos pueden volver... No quiero perder lo que ya construí.

—Lose, pero si no enfrentas los problemas, a los Hostil—Us y a Néstor...

Nuevamente, fue interrumpida por Lucinda.

—Yo no tengo que enfrentarlo, él no es nadie para mí —dice algo molesta.

—Aunque no lo quieras, es nuestro padre.

—Para mí no. No sabía de su existencia, en lo absoluto, no me incumbe ni me concierne nada de lo que haga.

Liz se quedó en silencio un rato.

—Lo siento... —dijo Lucinda y acaricia la mano de Liz—. Yo nunca quise que hicieras lo que hiciste, si fuera por mí nunca lo sabrías —dice apenada—. No soy quien para hacer justicia por mi cuenta. Que pase lo que tenga que pasar.

—Si ese es el caso vendrá a atacar este lugar, con todos tus seres queridos —advirtió Liz.

—No creo que sea tan estúpido —mira a Liz—. O ¿sí? —pregunta insegura.

—En cualquier caso, quieras o no, estás más que involucrada. Aun sí pienso retirarme, nada cambiara y es necesario movernos —explica.

Lucinda suspira.

—¿Al menos puedes darme algo de tiempo? No es fácil para mí aun saber la obligación que de cierta forma me corresponde.

—Quisiera darte todo el tiempo que necesites... Pero se nos está agotando.

Ambas quedan en tensión, pero un sonido las alerto de inmediato, un grito.

—¿Qué fue eso? —pregunto Liz.

—Vamos a averiguarlo —dijo Lucinda y se encaminan hacia allá.

El otro grupo de mujeres dirigidas por Jil, se encontraban nuevamente en el pueblo.

—Bueno, el día de ayer fueron señales muy pequeñas, pero eso no quiere decir que hay que bajar la guardia —comentaba Jil.

—¿Qué pasa sí...? —Lesly trago saliva—. ¿Los hallamos?

—Proteger a los aldeanos, enfrentarlos y si es posible, ahuyentarlos —respondió Jil.

—Bien, entonces manos a la obra —dijo Lisa.

—Confió en ustedes chicas —dijo Jil.

—No te defraudaremos —dijo Mayra y se separaron.

Fivi caminaba por el lugar con normalidad, vigilando los alrededores. Todo iba normal, pero un sonido la alarmo, un grito.

—¡Una araña! ¡Una araña gigantesca! —gritaba una mujer.

Fivi corrió rápidamente a donde escuchaba los gritos de auxilio.

—¿Mama? ¡Mama! ¡Despierta! —gritaba una niña.

La mujer que grito fue mordida por aquella araña gigante, y al instante se desmayó. La araña seguía delante de ellos, dispuesta a seguir dañándoles, hasta que llego Fivi.

—Alto ahí, arácnido escurridizo.

La araña se giró, como si pudiera entender y escuchar lo que dice. Fivi extendió su brazo izquierdo y con su mano derecha toco una de las perlas de la pulsera, dejando ver varios instrumentos, entre ellos una Lira, la cual saco.

—¿Lista? —pregunto y se dispuso a tocar una melodía, provocando que la araña se acercara poco a poco a Fivi.

Cuando se mantuvo lo suficientemente cerca, apunto a la araña con la Lira y ahora cada vez que tocaba una nota salían ráfagas de agua filosas.

Guardo la Lira, y ataco a la araña con su magia de agua. Mojo el suelo para que perdiera el equilibrio, lanzo agua en encima del arácnido para impedir sus telarañas y se sentó en ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.