Prai-Isu: Secretos Ocultos

Capítulo 19

De vuelta con el equipo de Florián, las cosas se estaban poniendo tensas, porque no solo era cuidarse de los Hostil—us, sino de más gente desconocida para ellos, pero que al igual que sus enemigos, buscaban su destrucción.

—No creo que podamos durar más a este ritmo —decía Elvira defendiéndose con una espada.

—Concuerdo con Elvira —dijo Florián al defenderse con golpes y patadas, pues los ataques eran cada vez más cerca para él.

—El número no parece disminuir —analizo Liz.

Derribo a otro tirador, utilizo su francotirador para comenzar a derribarlos a todos con más rapidez, y así ver la fuente de tantos enemigos.

Al derribar a todos los tiradores visibles, busco por todos lados una especie de “central” o persona base, distrayéndola un poco de su alrededor.

—¡Liz, cuidado! —advirtió Florián.

Él logró ver a un hombre quien se camuflajeo en el ambiente, y estaba por sostener a Liz. Florián empujó a su oponente y disparo con su pistola a aquel hombre, mientras que ella lo tiro hacia el suelo.

—¿Están bien? —se giró Elvira hacia Liz.

—¡No! ¡Cuidado! —advirtió Liz.

Había un tirador en el pasto, quien al notar la distracción de Elvira, disparo hacia su casco, rompiéndolo al instante, dejándola algo aturdida.

Liz intentó dispararle, pero él fue más hábil y rápido, y le disparo un dardo a su hombro, adormeciéndolo.

—¡Elvira! —Florián estaba por ayudarla, pero había demasiados para que él pudiera moverse.

Intento pedir auxilio a Liz, pero se percató que se encontraba aturdida en el árbol. Él se encontraba solo.

Frente a Elvira apareció un hombre con una armadura más gruesa que la de ella, su vista aún era borrosa por el golpe, así que no podía moverse y mucho menos defenderse.

Aquel guerrero estaba por darle un golpe en el estómago, de no ser porque alguien intervino en la escena.

Un grito se hizo presente desde lo alto, se trataba de una mujer que golpeo a aquel hombre con un pedazo de roca, rompiendo su casco. Al poner los pies en la tierra, lo empujo con fuerza, tomo el arma de Elvira, corrió hacia él y clavo el arma en su cara.

La mujer tenía su cabello color castaño, una camiseta color rojo, pantalón de mezclilla azul y tenis negros. Su fleco tapaba por completo su ojo izquierdo, dejando ver únicamente el derecho el cual era de color café oscuro.

—¿Estás bien? —pregunto.

Elvira tardó en responder, solamente hizo un sonido de afirmación.

—Perfecto, porque si no, estorbaras —respondió secamente.

Antes de que pudiera responder, ella saltó hacia los demás enemigos, eliminándolos con rapidez. A pesar de las heridas que recibía, no se detenía.

Elvira rápidamente se levantó, tomo otra espada y se disponía a pelear, pero aún seguía algo perdida. Aquella mujer la salvo de una bala al reflejarla con un cuchillo.

—Estate alerta —sugirió y se lanzó hacia ellos nuevamente.

—¡Elvira! —Hablo Florián—. Ve por Liz.

Elvira alzó la vista y se percató que ella seguía en el árbol sin poder usar su brazo izquierdo. Sin dudar, pero con algo de lentitud, se apresuró a ir por su media hermana.

Florián seguía encargándose de los Hostil—us, pero una telaraña enredo sus piernas, logrando que pierda el equilibrio. La mujer se movió rápido, y lo levanto de forma que cayera parado nuevamente y se deshizo de las enredaderas.

—Oh, gracias —dice amable.

—No me agradezcas aún —dice sin emoción alguna.

Analizo el perímetro, dándose cuenta de que aquel tirador diminuto se comenzó a trepar por los árboles, ella no sabía que estaba tramando, pero su instinto dedujo que no era bueno.

—Deben irse de aquí —ordeno.

—¿Irnos? ¿A dónde? —cuestiono Florián.

—A donde sea, pero este lugar ya no es seguro, dos de los tres integrantes están desorientados, no podrás tú solo —argumento.

—¿Eso es un reto? —dijo carismático.

—¿Qué? No, deja de payasear y—

El sonido de una máquina levantarse se escuchó, aquel hombre enano se encontraba encima de ella.

—Corre ¡Corre! —grito la mujer.

Trataron de moverse rápidamente entre los enemigos. Florián se dirigió hacia las chicas.

—¡Váyanse! —volvió a gritar la mujer.

—¿Y qué hay de ti? —pregunto Elvira.

—¿De mí? —bufo—. No es como que vivir sea una motivación para mí.

Aquel robot disparó unos misiles y ellos simplemente cerraron los ojos esperando el impacto.

Mientras tanto, el grupo de Jil tenía sus propios problemas. No nada más eran los Hostil—us, sino a caballeros rodeándolos y ataques arácnidos por todos lados, y uno que otro ataque aéreo.

Clelia colocaba un escudo delante de Agur, pues él se encontraba totalmente expuesto, mientras que Jil enfrentaba a los caballeros con armadura y Fivi evitaba los ataques de aquella araña.




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