Prai—isu: El Reino Perdido

Capítulo 3

Tras unas dos horas, los chicos llegan a su destino y Agur aterriza la nave. Todos se encontraban aturdidos por el viaje tan turbulento.

—No vuelvo a subirme a una nave —comento Elvira.

—Bueno... Pudo ser peor ¿no? —comento Florián.

—Al menos no hay ningún herido —alentó Clelia.

—No, solo enfermo —respondió Leonardo lentamente.

Lentamente los chicos salen de la nave, estaban mareados, asqueados y con falta de equilibrio, Leonardo no tardo en vomitar poco después. Clelia y Agur seguían dentro de la estructura.

—Bueno, dos motores son demasiados. Podría usar solo uno y tener el otro de repuesto. Me parece correcto, pero aun debo pensar en un campo de gravedad dentro de la cabina —habla Agur mientras escribía en su computadora portátil.

Clelia toma su hombro.

—Todo salió bien, llegamos —le sonríe.

—Sí, lose. No necesitas decírmelo —dice sin mirarla y concentrado en su portátil.

Clelia, algo desanimada, da media vuelta y se dispone a salir de la nave, pero Agur la sujeta del brazo, logrando que su compañera volteara inmediatamente a mirarlo con un singular brillo en sus ojos.

—Gracias… —dijo por lo bajo, pero lo suficiente fuerte para que ella lo oyera.

Clelia se sonrojo levemente, a pesar de no estarla mirando, esas palabras significaban mucho para ella.

—Te esperamos a fuera —dijo con una sonrisa y Agur la suelta lentamente.

Los chicos por fuera se encontraban tratando de recuperarse del viaje.

—Un error lo comete cualquiera, ¿no? —dice Florián tirado en el suelo.

—Sí, supongo —concordó Elvira.

—Yo no —Leonardo vuelve a vomitar.

Clelia se acerca a Leonardo y le hace oler un aromatizante.

—Esto te ayudara a sentirte mejor —se acerca a Elvira y Florián respectivamente.

—Sí, tienes razón. Gracias, hermana —le sonríe y se levanta.

—Termino el descanso. Andando —dice Agur saliendo de la nave.

Clelia se acerca y le coloca el aromatizante en la nariz, él lo inhala y se tranquiliza.

—Bien, ya que todos nos encontramos mejor —Florián afina su voz—. Eres nuestro guía, Agur.

—¿Dónde estamos? —pregunto Elvira.

—Estamos cerca de las coordenadas, deje la nave un poco más atrás para ver los alrededores —explico al ver un radar.

—Muy bien, ¿hacia dónde? —pregunto Clelia.

—Para el Norte —apunto a una dirección equivoca.

Clelia mueve su mano hacia la zona correcta.

—Aún estoy mareado —se excusa y camina hacia donde el radar le indicaba.

Todos lo siguen y logran ver un castillo no muy lejos de ellos.

—Wow... No había visto un castillo tan grande en años —comento Leonardo asombrado.

—Je, yo nunca he visto uno —dice Elvira.

—Me sorprende que realmente siga aquí, después de la historia que nos contaste —analizo Florián.

—Sí, parece totalmente irreal —respondió Clelia.

—Real o no, debemos de ir hacia a ella. Andando —Agur se adelanta y todos lo siguen.

Los chicos no tardan en llegar al olvidado reino del fuego. Una entrada hecha de piedra los recibía mientras alrededor de ellos se lograba ver lo que parecía ser un centro de trueque.

Todas las personas vestían de manera medieval, una forma de vestir bastante antigua.

—¿Qué traen puesto? —analizo Elvira.

—Cada cultura es distinta, supongo —supuso Clelia.

—¿Este es el reino que dices fue masacrado hace 50 años? —pregunto Leonardo inseguro.

—Sí, la estructura, las personas y coordenadas coinciden —respondió Agur.

—¿Estamos frente a un pueblo fantasma? —Leonardo hablo espantado.

—Quizás solo se trata de sobrevivientes de la época que restauraron el lugar, tampoco hay que ser tan creativos para buscar una respuesta chicos —contesto Florián—. Sólo debemos hablar con alguna de estas personas.

Florián se acercó a una de las personas del alrededor.

—Hola, estamos algo desorientados, ¿podría decirnos dónde estamos? —pregunto cortésmente.

Sin embargo, la respuesta que obtuvo no era para nada la que esperaba. Resultaba que la persona hablaba en otro idioma, desconcertando a Florián y logrando que retrocediera un poco a causa del miedo.

—Chicos, no tengo idea de lo que dijo —dijo Florián.

—Obviamente que no, genio —insulto Agur.

Agur se acerca a la persona y comienzan a tener una conversación en el mismo idioma. El peli azul le pregunta al hombre sobre el reino y quien es Coraline, a lo cual, el señor se asusta un poco por la pregunta. Tras responder, se va rápida y nerviosamente del lugar.




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