Prai—isu: El Reino Perdido

Capítulo 6

Mientras tanto, Agur y Clelia se encaminaban por medio de un carruaje hacia el reino del Bosque, donde se supone radica Jil.

—Me sorprende que la Reina Coraline aceptara esto —comento el señor que manejaba el carruaje.

—¿Así? ¿Por qué? —pregunto Agur con un interés notorio.

—Oh... Amm... No debería hablar de eso —se negó al esconderse entre hombros.

Agur se cruza de brazos.

—Es emocionante ¿no? Sabremos donde vive Jil, su ambiente, su familia —recito Clelia con entusiasmo.

—Parece ser que estarás más emocionada de verla que ella misma —bromeo Agur.

Clelia ríe nerviosa.

—Puede ser —sus ojos se iluminan.

Agur desvía la mirada al ver su reacción.

Tras un par de horas, llegan a su destino.

—Llegamos —anuncio el hombre.

Ambos chicos bajan del carruaje.

—Muchas gracias, Señor —agradeció Clelia con una sonrisa.

—No agradezcan, solo sigo ordenes de la reina. Los esperare aquí el tiempo que necesiten —comento.

—Eso es bueno, no imaginaba otra manera de regresar —analizo Agur.

—¿Cuál de estas casas es la de Jil? —pregunto Clelia al ver el paisaje.

Las casas estaban rodeadas, o mejor dicho, decoradas de vegetación. En el área del techo, se veía la cabecera de un árbol. Las casas eran de distintos colores y dependiendo del mismo, tenían una fruta o verdura del correspondiente color.

Las calles estaban rodeadas de raíces y a las afuera de las casas se veían masetas con plantas aromatizantes o medicinales.

—La casa de su amiga, es esta —señala el castillo detrás de ellos.

—Wow —admiro Clelia.

—Jil dijo que tenían un poder grande, es natural que trabaje en el castillo. Pero no pensé que viviera en el —comento Agur.

—Quizá es la consejera —respondió Clelia.

—Sí, quizás —hablo dudoso.

Sin más demora, se colocan delante del castillo, el cual tenía unas escaleras blancas con un puente de tronco que guiaba a la gigante puerta rodeada de arbustos.

Agur iba a tocar la puerta, pero una voz se lo impidió.

—¿Qué desean? —pregunto una flor.

En realidad, la flor funcionaba como un megáfono y la persona se comunicaba a través de él.

—Am... Queremos ver a Jil, Jil Shokusei —respondió Clelia.

—Oh... Permítanme un momento —se esconde entre los arbustos y unos segundos más tarde vuelve a salir—. Adelante, los está esperando —la puerta se abre lentamente.

Ambos entran, confundidos ante el lugar y esa planta parlante. Además de la atmosfera del lugar era mucho más relajada y cómoda que la del reino de Coraline.

Al entrar, se encuentran con una pared al frente y dos pasillos a los lados, uno con unas escaleras y otro con una puerta cerrada.

Del suelo, emerge un capullo de flor, y del mismo sale una mujer de caderas grandes con el cabello color verde militar, cubriéndole por completo los ojos.

Llevaba puesto un vestido de cintura alta, con falda blanca y escote decorado con rosas rojas y de fondo un color verde. Usaba unos tacones del mismo color. En sus manos sostenía una especie de tabla donde estaba escribiendo.

—Agur y Clelia ¿Cierto? —comento teniendo la cabeza inclinada hacia la tabla, a pesar de no ver completamente.

—Amm.... Si —confirmo Clelia.

—Pasen, la reina los está esperando —comento al acercarse hacia la puerta y abrirla.

—¿La reina? ¿Por qué tenemos que ver a la reina? Es una especie de... ¿Protocolo? —Cuestiono Agur al adentrarse a la sala.

De repente, se escucha el sonar de unos tacones acercándose desde el pasillo de la izquierda, al estar lo suficiente cerca, logran ver de quien se trataba, de nada más y nada menos que de Jil. Usando aquel vestido tan grande con el que llego por segunda vez a el pueblo de Radiance.

—Mi Señora —la joven de inclina.

—Por favor, no necesitas hacer eso. Puedes retirarte por ahora —ordeno gentilmente.

—Si, como ordene, mi Reina —comento y sale de la habitación cerrando las puertas de donde entraron ellos.

—¿J—Jil? —pregunto Clelia asombrada.

Jil se sienta en la mesa de en medio y toma del té.

—Hola —sonríe—. Cuanto tiempo sin verlos.

Incrédulos, ambos se sientan frente a ella.

—Cuando... Dijiste que eras una amiga con poder —recapitulo Agur.

—Dije que tenía el mayor poder, no bromeaba —vuelve a beber del té.

Agur bufa bromista.

—¿Desde cuando eres la... Reina? —pregunto Clelia con asombro.

Jil piensa un poco su respuesta.




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