Prai—isu: El Reino Perdido

Capítulo 7

Leonardo y Cinthia fueron los primeros en salir del castillo de Coraline, subiéndose a un carruaje que había llamado la tercera de estos.

El conductor, advirtió que el viaje sería sumamente largo, de aproximadamente tres horas, pues tenían que pasar por las fronteras de los reinos vecinos. Los chicos aceptaron aun a pesar de esto, pues lo que querían era ver a Lesly.

Pasaron por un puente, con un agua tan clara y transparente, logrando que vieras el suelo sin problemas. Posteriormente cruzaron una pradera de árboles, con miles de personas recolectando los frutos de estos.

Durante el viaje, Leonardo trato de tener una conversación casual con Cinthia, pero no sabía cómo iniciar dicha charla.

—Y... ¿Cómo has estado? —pregunto nervioso mientras jugaba con sus manos.

Cinthia bufa graciosa.

—Leonardo —se incorpora hacia delante para mirarlo fijamente—. Soy la misma persona de hace medio año. Sólo, he crecido, es todo —explico.

—Sí, eso lo sé —se rasca la nuca—. Es solo que... No sé por lo que has pasado, y, a decir verdad, quisiera saberlo. Más que una compañera, eres una amiga para mí —le sonríe.

Cinthia queda impresionada por las palabras de Leonardo. Si bien, sabía que dentro de aquel chico duro y torpe se encontraba alguien noble y fiel, no esperaba tanta sinceridad de su parte.

Cinthia ríe levemente.

—Me halagas —le sonríe tiernamente—. También te extrañe mucho, y a decir verdad... Creo que necesitamos gente como tú en el castillo —propuso.

—¿De verdad? —la mira con ojos iluminados.

—Sí, aunque claro, primero debo consultarlo con Abi —se cruza de brazos.

Leonardo pensó un poco su propuesta y finalmente responde.

—Aunque he soñado con formar parte de la guardia real desde que era un adolescente —la mira—. No puedo ahora, los demás me necesitan y no puedo dejarlos solos —respondió firme.

Cinthia simplemente se limitó a sonreír.

—Definitivamente necesitamos gente como tú en el reino. Sin embargo, respeto tu decisión —se inclina un poco hacia delante—. Pero cuéntame de tu vida, aunque puedo asegurar que sigues sin tener novia —bromeo.

—¿Qué te hace pensar eso? —pregunto algo alterado.

—Bueno, la hubieras traído contigo de ser así —contesto en un tono provocador.

Leonardo bufa.

—Eso no significada nada, no tengo novia porque no quiero. No me interesa formar una relación por ahora —contesto orgulloso.

—¿Así? Eso dice la gente que no puede encontrar pareja —se burla.

—¿Y qué me dices de ti?

—Pues a diferencia de ti, yo si me siento bien con mi persona y no necesito de nadie a mi lado —contesto de una forma elegante.

Al poco tiempo, ambos ríen por la absurda conversación. Posteriormente ambos aprovechan el resto del viaje para hablar sobre sus nuevas aventuras o descubrimientos.

Por parte de Leonardo, comento el avance que tuvo el pueblo, pues Cinthia no estaba mentida tanto en la política como su hermana. En cambio, la joven había estado teniendo un desarrollo en su persona, tanto mental como físico, siendo más fuerte que antes en todo sentido.

Entre charla y charla, el tiempo paso extremadamente rápido para ellos, llegando así a su destino sin que se hayan dado cuenta.

—Llegamos —anuncio el hombre.

Ambos chicos salen del carruaje, pero no veían nada alrededor.

—Disculpe, creo que está equivocado. Aquí no hay nada —señalo Leonardo hacia delante de ellos.

En efecto, frente a ellos solo se encontraba pasto y una refrescante brisa.

—Es porque estás viendo hacia el lugar equivocado —señala hacia arriba.

Los chicos alzan la vista, viendo que había una gran nube encima de ellos, la cual solo cubría el perímetro de aquel pasto.

—Muy bien... ¿Cómo subiremos? —pregunto Cinthia.

El hombre señala la cuerda que estaba no muy lejos de ellos, los chicos se acercan y la toman.

—Tiren de ella fuerte, solo una vez —alzo la voz desde donde estaba.

Los chicos hacen caso y tiran de la cuerda fuertemente, siendo elevados por la misma inmediatamente. Al superar la barrera de nubes la cuerda se les va de las manos, logrando caer por la inercia.

—¿Esto es normal? —dice Leonardo alterado.

—No lo creo —dudo Cinthia analizando el perímetro.

Los chicos creían que iban a cruzar la barrera de nubes otra vez, pero caen sobre ella, sin sentir una pizca de dolor.

—Es... Suave —hablo Leonardo.

—Claro que es suave, es una nube. Bobo —dijo un niño frente a ellos.

—¿D—De dónde vienes? —pregunto Cinthia al levantarse.

—Yo soy quien hace las preguntas, soy un detective —dice al ponerse una pipa en la boca.




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