Al día siguiente Elvira y Cinthia se alistaron para visitar a la extrovertida Fivi al reino vecino.
Dentro del carruaje, comenzaron a tener una amistosa conversación.
—¿Emocionada? —pregunto Elvira.
—Bastante, no puedo creer que la volveré a ver después de tanto tiempo —sonríe.
—Lo mismo pienso, ¿cómo reaccionara al vernos?
—Conociéndola, hará una fiesta —ríe.
—Sí, tienes razón —ríe de igual manera.
El trayecto fue de una hora, cuando finalmente llegan, bajan del carruaje.
—Wow, este lugar sí que es impresionante —dijo Cinthia sorprendida.
—Sí, lo es —Elvira quedo sin palabras.
Frente a ellas se encontraba una fuente de agua, la cual tenía canales visibles de agua que conectaban con todo el reino. Las casas eran similares a residencias, y parecían tener materiales más resistentes, como cemento en vez de madera.
—Esto sí que se parece a la ciudad de dónde vengo —agrego Cinthia—. Incluso tienen un centro comercial —señala frente a ella.
Efectivamente frente a ellas, a unos cuantos metros se encontraba un edificio gigante. Había gente pasando en bicicletas y caminando.
—¿Centro comercial? —pregunto Elvira.
—Sí, es como un edificio con múltiples tiendas dentro —explico Cinthia.
—Nunca he ido a la ciudad, así que no conozco estas cosas —confiesa—. ¿Dónde crees que viva Fivi? —pregunto curiosa.
—Oh... Pues... —Cinthia pensó un poco su respuesta.
El señor que había manejado el carruaje tose para llamar su atención.
—Su majestad está aquí —señala el castillo detrás de ellas.
—¿Fivi también es reina? —pregunto Elvira sobresaltada.
—Casi, no es reina... Aun no —comento Cinthia.
—¿Casi? ¿Eso qué quiere decir?
—Sera mejor que le preguntes a ella —dice algo nerviosa.
Elvira respiro hondo, se tranquilizó y caminaron hacia el castillo.
Era de color blanco con varios troncos de árbol rodeándola y obviamente, corrientes de agua.
Pasaron sobre un puente que unía el castillo con el pueblo, y debajo de él se encontraba un cuerpo de agua tan limpia que se reflejaban ellas mismas como en un espejo.
Las puertas estaban adornadas con piedras preciosas de color celeste, a diferencia de los anteriores castillos, las puertas no eran tan grandes.
Temerosa, Elvira toca la puerta. Pero esta se abre al tocarla.
—¿Qué clase de seguridad tienen aquí? —comento Elvira al entrar poco a poco.
Al entrar las dos, fueron cegadas por la cantidad de luz que había en el lugar. Las paredes eran de color rosa coral, los pasillos tenían azulejos estampados color miel y blanco.
Encima de ellas se encontraba una lámpara gigantesca y frente a ellas unas escaleras que daban a una ventana grande que dejaba ver una cascada. La escalera se dividía en dos, al llegar a la ventana, una daba a la derecha y la otra a la izquierda.
Las chicas se posicionaron en medio del pasillo, donde vieron que del lado derecho se encontraba un invernadero con hermosas flores y aves que volaban por toda la habitación. Mientras que del lado izquierdo era un pequeño comedor con hermosas sillas de fierro color negras y una mesa de madera con un mantel de estampado floral.
—Wow. Ayer fui al castillo de Lesly, pero parecía una combinación de una biblioteca y una iglesia. Ahora veo... Este lugar... —suspira—. Es grandioso.
—Sí, aunque es demasiada luz para mí —dice frotando sus ojos.
Cinthia ríe por su comentario.
Sin embargo, unos pasos se oyen bajar por las escaleras.
—Muy bien. Comida, lista. Música, lista. Ok, entonces solo falta...
Fivi se detuvo detrás de aquella ventana, luciéndose por completo.
—Sabía que debía dejar la puerta abierta, tuve el tiempo preciso mientras admiraban mi hermoso castillo, ¿no? —dijo al bajar las escaleras con una pose victoriosa.
Fivi tenía sus coletas características, pero ahora con su cabello pintado de azul. Tenía puesta una ombliguera holgada de mangas cortas del mismo color y un short color negro junto a un par de tenis de color rojo y azul.
De sus orejas colgaban unos aretes color dorado y seguía usando sus características pulseras en su mano derecha.
—¿S—Sabias que íbamos a venir? —pregunto Elvira sorprendida.
—Si —contesto sin problema—. Jil me lo dijo ayer —explico.
—Te ves estupenda —halago Cinthia.
—Gracias. Tú tampoco te ves nada mal, Cindy —la mira de pies a cabeza.
—Aprendí de la mejor —le guiña el ojo.
Ambas ríen.
Elvira seguía tratando se procesar todo, sin poder decir palabra alguna.
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Editado: 03.10.2023