Prai—isu: El Reino Perdido

Capítulo 12

Cuando las seis personas abandonaron el castillo esa mañana, Lucinda se encontraba totalmente dispuesta en hablar con Coraline sobre el tema o situación por la cual ella había venido en primer lugar.

—Sí que esta silencioso hoy, ¿no? —comento Clelia algo nerviosa.

—Sí, la mayoría de tus amigos han salido hoy. Pero eso no quiere decir que vaya a descuidarte a ti y a Lucy —dice con una sonrisa algo aterradora.

—Por cierto, quisiera hablar contigo —hablo Lucinda mirando a Coraline.

Las tres se encontraban en el comedor, teniendo un dulce almuerzo.

—Claro, lo que quieras —comento Coraline amable.

—A solas —agrego seria.

Coraline no respondió y continúo con aquella sonrisa.

—Yo... Iré a explorar el castillo —Clelia se levanta y las deja solas.

—Bien, te escucho, Lucy —comento lentamente.

Lucinda tose un poco.

—Hace un par de días, yo llegué aquí, por una carta que me mandaste, donde prácticamente me amenazaste —exagero.

—Oh, no, no, no. Yo no te amenace, solo dije que yo iría a verte si tu no lo hacías —corrigió.

—Exactamente.

Hubo un breve silencio.

—¿Entonces? ¿Cuál es el problema? ¿No te sientes cómoda?

—No, no es eso.

—Entonces no hay nada de qué hablar. Si no hay un problema real, no hay conversación —se levanta.

—Pero si hay un problema —se levanta y se acerca a ella—. Yo tengo que volver a mi hogar.

Coraline hace una mueca al instante.

—Debo volver con mi familia y mis amigos.

—No hay prisa, hermanita —interrumpió rápidamente—. Más tarde podemos retomar esta conversación. Mientras tanto, sigamos con el recorrido, aún tenemos mucho que ver —dice al adelantarse.

Lucinda bufa y la sigue.

Mientras ellas discutían, Clelia había decidió explorar una zona desconocida para ella. Estaba rodeada de muchas armaduras de soldados y caminaba por un pasillo repleto de las mismas.

—“Los materiales de una armadura suelen componerse por... Goral, peto, escarletas, guardarrenes, mallas y pancera. A pesar de contener todo esto, no es nada difícil moverse con ella, pero son muy ruidosas.” —se oía hablar una persona a lo lejos, como si leyera.

Clelia siguió la voz, pues le parecía conocida. No tardo mucho para encontrarse a Jasón, uno de los hermanos de Coraline y Lucinda, quien se encontraba dentro de la biblioteca, pues el pasillo donde caminaba conducía a aquella habitación.

—“A pesar de lo que muchos creen, estas armaduras eran demasiado resistentes, pues tuvieron que pasar muchas generaciones para llegar a lo que son ahora. Sin embargo, eso no las hace invencibles, un arma de asta, mazo o martillo de guerra pueden perforar esta gruesa armadura.” —leía el joven mientras caminaba de un lado a otro.

—¿Jasón? —hablo Clelia al verlo.

Jasón se espantó al instante, el libro cayó al suelo por el nerviosismo del chico y puso ambas manos tras la espalda.

—O—Oh... Hola, no te escuche llegar —decía nervioso.

—¿Estabas... leyendo? —pregunta curiosa.

—¿Qué? ¿Yo? ¿Leer? No, como crees —bufa—. Eso es para gente intelectual y aburrida —da media vuelta—. Un príncipe no necesita leer —dice eso un poco más desanimado, mientras se recarga en una de las mesas de la habitación.

—No tiene nada de malo interesarse por algunas cosas —confiesa.

Jasón bufa.

—Mi hermana... Mi hermana dice que un príncipe no necesita saber muchas cosas, solo necesita liderar y tomar decisiones por el bien común —se gira—. Pero... —acaricia su brazo izquierdo con su mano derecha—. Creo que es fundamental aprender para tomar la decisión correcta —afirma.

Clelia le sonríe.

—Pero... No puedo cuestionar a mi hermana... —baja la mirada.

Clelia se acerca y toma el libro que estaba en el suelo. Lo mira y piensa que decir para alentarlo.

—Hace algunos años, yo sentía que no apoyaba en nada a mi familia —comenzó a hablar—. Ellos me apoyaban y decían que ya hacia suficiente, que no necesitaba esforzarme más... —lo mira—. Pero no los escuche, yo sabía que podía hacer más por ellos, no me rendí.

Clelia le extiende el libro y él lo toma lentamente.

—Entrene mucho, perfeccioné mis habilidades, hasta que por fin... Pude pelear a su lado y ser de verdad una gran utilidad para ellos, como tanto quise —entrelaza sus manos.

Tras unos segundos, ella se avergüenza de sus palabras y retrocede un poco.

—P—Pero no quiero decir que tu no apoyes en nada a tu hermana o a tu reino, s—solo trataba de motivarte con una anécdota mía. A—Ah, pero no quiero decir que sea mejor que tu porque yo logre mi objetivo y tú no, solo...

Clelia tropezaba con sus palabras, pensando que quizás Jasón no entendiera su mensaje del todo, creyendo que no se había expresado correctamente.




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