Prai—isu: El Reino Perdido

Capítulo 13

Lucinda decidió seguir el consejo de Clelia e irse a primera hora del día siguiente. Su hermana ya había anunciado a todos los chicos, mientras que Abi se disponía a irse del lugar para volver a su reino junto a Cinthia.

Todos estaban nerviosos al ver que el sol tocaba las ventanas de sus habitaciones, pues no sabían cómo se lo tomaría la reina inestable emocionalmente del lugar.

Decididos, tomaron todas sus pertenencias, sin olvidar nada, bajaron todos juntos al primer piso para encontrarse con la joven desayunando con el par de hermanos.

—Oh, chicos, ya me estaban preocupando. Ya iba a mandar a alguien para que los despertaran —dice con su sonrisa peculiar—. ¿El día de ayer fue demasiado pesado? —toma su te.

Jasón y Mike se encontraban callados a los lados de su hermana y con la mirada baja.

—Coraline —llamo Lucinda.

—Dime, hermana querida —respondió alegre.

Lucinda quedo helada ante aquella sonrisa tan inquietante, así que no pudo decir palabra. Agur tomo la iniciativa y hablo en su lugar.

—Nos vamos, es tiempo de que volvamos a casa —dice sin rodeos.

Coraline los miro seria, se levantó y lentamente camino hacia ellos. Al estar frente a ellos junta ambas manos.

—Es una pena —los observa con una cara nostálgica—. Espero que pronto vuelvan a visitarme a mí y a Lucinda —la toma del brazo y la atrae a ella.

Todos la miran confundidos ante su extraña frase.

—¿Qué? —Lucinda la mira confundida y enojada.

—Si. Espero tengan un lindo viaje. Los estaremos esperando —se recarga en el hombro de Lucinda.

Lucinda lentamente se zafa del brazo de Coraline y se aleja de ella. Los chicos se movieron hacia la puerta principal, por si algo pasaba, podían irse corriendo del lugar.

—¿Qué pasa? ¿Quieres despedirte de ellos? —pregunto Coraline.

—No, Coraline yo...

—¿Sí? —esperaba ansiosa sus palabras.

—Yo iré con ellos —se armó de valor—. Yo iré a casa, a mi hogar, con mi familia.

La cara de Coraline pasó a ser una llena de odio y desprecio.

—No. Esta es tu casa y nosotros somos tu familia —dice en un tono más sombrío.

—Lo siento, pero no considero este lugar mi hogar, y aunque nos une un lazo sanguíneo, no te considero parte de mi familia —confiesa.

Tras un par de segundos, Coraline se hecha a reír.

—¡Ah! Casi me engañas, es un chiste ¿no? Que buena broma —decía entre risas.

—No —respondió—. Yo me iré de aquí ahora, con mi verdadera familia —se acerca a los demás.

Los chicos estaban por salir del castillo, pero unas armaduras se los impidieron.

—No, no. Eso no es cierto, querida hermana —dice con la mirada al suelo—. Tú, te quedaras aquí, conmigo y gobernaremos juntas este lugar. Eso es lo que nuestra madre querría —su mirada generaba terror y su forma de hablar era más errática que antes.

Los soldados tomaron por las espaldas a Clelia, Elvira y Abi. Cinthia logro esquivarlos y trepo a una de las paredes del castillo, pero no podía moverse estratégicamente.

Agur, Florián y Leonardo quedaron rodeados y sus armaduras eran muy resistentes, los golpes del segundo no hacían efecto y Agur trataba de pensar en un plan. El tercero en cambio, peleo con varios al mismo tiempo, pero fue sujetado por varios y sometido en el suelo, sin poder moverse.

Lucinda fue sujetada de los brazos por dos soldados y la colocaron frente a Coraline.

—¿No lo entiendes? Te necesito a mi lado, contigo aquí, el reino prosperara. Todos quieren devuelta a nuestra madre y tú... Eres su viva imagen —dice acariciando su mejilla.

Lucinda se aparta de ella al instante.

—Por eso, necesito deslindarte de todo aquello que te arrebate de mi lado —mira a los demás con odio puro.

—¡No les hagas nada! —grito Lucinda y Coraline se gira a verla—. ¿A esto te referías cuando me amenazaste en la carta? —critico.

—No lo tomes tan mal —junta ambas manos—. Tú naciste aquí, y es por eso que debes de volver.

Lentamente su cara cambio a una más molesta.

—No habría necesidad de hacer todo esto si ese hombre no hubiera aparecido —aprieta sus manos—. ¡Ese hombre vino a destruir la familia! —Grito—. Lastimo a mama, pero supimos superarlo y cuando menos lo esperamos, libero a aquellos demonios destruyendo todo nuestro reino —lagrimas pasan por sus mejillas.

Florián miraba su actitud y empatizaba con aquel odio y desesperación que ella sentía, pues él alguna vez lo sintió de igual manera.

—Mama está muerta por culpa de el —bajo la mirada—. Así que, yo hare que sufra de igual forma, matando a sus hijos.

Coraline chasqueo los dedos y el caballero que sujetaba a Elvira comenzó a ahorcarla.

—¡No! —grito Lucinda.

Clelia trato de buscar una forma de ayudarla, es entonces que recuerda aquellos textos que leía Jasón el día anterior.




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