[NUNCA AGUANTES A UN NOVIO IMBÉCIL, DEJA A ESE PERDEDOR.]
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JEONGIN.
—¿Qué coño te pasa, Jeongin? —me dice Seungmin cuando me ve llegar con las ventanillas bajadas.
Se me aprieta la mandíbula mientras salgo del auto y cierro la puerta tras de mí. Miro a mi hermana pequeña, que me observa desde el asiento del copiloto, y me trago la humillación de que haya oído a mi estúpido ex novio reñirme en el jardín delantero de su nueva casa.
Ni siquiera me molesto en preguntar qué he hecho porque, con él, siempre es de alguna manera culpa mía.
—Vete a la mierda, Seungmin —murmuro con los dientes apretados—. Sólo dame mi mitad del depósito para que pueda seguir mi camino.
Se detiene en seco entre la camioneta y la puerta de su casa con una caja de mudanza en los brazos.
—Me gustaría poder hacerlo, pero no estabas en la última visita con el propietario, así que le enviaron el dinero a mi padre. Tendrás que pedírselo a él.
—¿Tu padre? ¿Qué? ¿Por qué?
Seungmin lleva la caja etiquetada como “mierda de X-Box” a la casa y la deja caer en el suelo junto a su televisor antes de volver a la camioneta. Está alquilando una nueva vivienda con su mejor amigo, y parece que todavía me guarda rencor por haber roto con él. Hwang Seungmin y yo salimos durante quince meses, seis de los cuales los pasamos viviendo en un alquiler de mierda en el que rápidamente aprendimos que en realidad nos odiábamos.
Al parecer, podíamos salir y acostarnos juntos de forma casual, pero tener una relación madura de convivencia no era posible.
Sólo hicieron falta tres meses en el apartamento para que me engañara… o para que lo atrapara, debería decir.
—Sí, Jeongin. Mi padre. Aparecía en el contrato de alquiler como nuestro coeudor, y cuando no estabas para recoger el depósito, se lo enviaron a él.
—Joder —murmuro—. Bueno, siento no haber estado aquí, Hwang, pero estaba ocupado trabajando. —Me aseguro de enfatizar la palabra, ya que he sido yo quien ha llevado dos trabajos mientras él apenas puede mantener uno durante más de un mes.
—Freír perritos de maíz en la pista de patinaje no te convierte en el responsable de esta relación.
—Al menos podría pagar las facturas.
—No volvamos a hacer esto —grita mientras cierra de golpe el portón trasero de la camioneta. Minnie no tiene problemas de ira, pero sé que justo ahora, sólo es un imbécil.
—Tú empezaste.
Vuelvo a mirar a Yuna, que me observa desde el auto. Tiene una expresión de labios apretados con las cejas juntas. Una mirada que dice claramente que odia todo lo relacionado con la interacción entre mi ex y yo.
Le reconozco el mérito. Desde el principio, mi hermana de catorce años ha sido la mayor crítica de Seungmin. Por supuesto, en aquel entonces yo tenía los ojos estrellados y estaba cegado por el amor. Y, con sólo catorce años, sigue siendo inmune a la brujería de los chicos con rizos negros, ojos marrones penetrantes, y bíceps de puro infarto.
—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —pregunto, cuando él continúa con su desembalaje mientras ignora mi presencia.
—Bueno, si quieres tu mitad del depósito, supongo que tendrás que pedírselo a mi papá.
—¿No puedes conseguirlo por mí?
Por alguna estúpida razón, siento que soy yo el que está siendo una molestia. Seungmin siempre fue así. Tenía una forma de hacerme sentir inútil y desesperado por cualquier atención positiva por su parte, hasta el punto de que pasaba más tiempo intentando complacerle que siendo realmente feliz, algo que quedó muy claro después de que rompiéramos.
A veces los árboles no nos dejan ver el bosque, como se suele decir.
—Sabes que ya no hablo con ese imbécil.
—Entonces, ¿no vas a recuperar tu mitad del depósito?
—No vale la pena —me dice. Lo sigo de vuelta a la casa.
—Bueno, no puedo permitirme perder ese dinero, Seungmin.
Con un largo y molesto suspiro, gira sobre mí y pone los ojos en blanco.
—Bien. Toma. —Saca su teléfono del bolsillo trasero y teclea algo rápidamente con el ceño fruncido. Un momento después, mi teléfono vibra desde mi bolso—. Esa es su dirección. Anda y búscalo.
Entonces, se aleja, dejándome con la mandíbula abierta.
—¿En serio? ¿Eso es todo?
—Si realmente querías el dinero, deberías haberte reunido con el propietario ayer.
—Eres un idiota —murmuro, antes de darme la vuelta y dejarlo desempaquetando sus cosas en su nueva casa.
Caminando por el sendero de entrada hacia el auto donde me espera mi hermana con los AirPods puestos, hago lo posible por no parecer tan molesto como lo estoy. Pero al subir al asiento del conductor y cerrar la puerta, siento la intensidad de sus ojos compasivos sobre mí.
Mi frente cae sobre el volante mientras lucho contra las ganas de llorar.
—Seungmin es un cretino —dice en voz baja, y yo me río. Dejar que Yun diga palabrotas a mi alrededor es una especie de trato de hermano mayor. A mi madre le da un ataque cuando nos oye decir groserías, así que dejo que ella lo haga cuando estamos solos.
Y en este caso, no puedo discutir con ella.
—Lo sé.
—Al menos rompiste con él.
—Sí. Lástima que aún no tenga mi dinero. —Saco mi teléfono del bolso y abro el mensaje de Minnie.
—¿Por qué no?
—Porque soy un idiota y metí la pata. Así que ahora tengo que ir a recogerlo de su padre, y estoy dispuesto a apostar que ese imbécil no cayó muy lejos del árbol de los imbéciles.
—Entonces, vamos a buscarlo —responde ella, pareciendo un poco demasiado animada para ir a recoger el dinero de un completo desconocido.
—No tengo ni idea de dónde vive este tipo. No te voy a llevar al gueto. —Al hacer clic en la dirección del texto, aparece la aplicación de mapas y muestra una clip rojo en una calle directamente al lado del mar—. Eso no puede estar bien.