[EL TRABAJO ES MUCHO MÁS AGRADABLE CUANDO TE ESTÁS FOLLANDO A TU JEFE SEXY.]
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JEONGIN.
Hyunjin me lleva a su habitación. Luego me desnuda cuidadosamente hasta que estoy de pie frente a él, desnudo. A continuación se quita la ropa. Antes de meterse en su enorme cama, me besa de nuevo, esta vez con suavidad.
Retira las mantas y me hace un gesto para que me suba. Mientras desliza su gigantesco cuerpo desnudo sobre el mío, sonrío. ¿Cómo está sucediendo esto? ¿Y cómo es que soy tan jodidamente feliz?
Mientras lo miro fijamente, pienso en lo mucho que ha cambiado en los últimos dos meses. Cómo han evolucionado mis sentimientos por él. ¿Cuándo dejé de verlo como demasiado viejo? Demasiado fuera de los límites.
¿Demasiado… el padre de Seungmin?
Porque ahora sólo lo veo como mío. Mi… algo, no lo sé. Más que mi jefe, pero no sólo mi amante.
Mi señor.
Esta vez no nos apresuramos. En lugar de eso, se tumba encima de mí, con los codos enmarcando mi cara mientras me acaricia el cabello y me llena de besos el rostro, el cuello y el pecho. Nuestra sed se ha saciado, pero nuestro apetito no se ha visto totalmente satisfecho. Busca otro preservativo en la mesita de noche y veo cómo se lo pone, con los ojos clavados en la forma en que sus dedos mueven la goma sobre su polla tiesa.
Cuando se tumba sobre mí, me abraza y me aprieta mientras se desliza dentro mío. Y durante todo el tiempo que su cuerpo se mueve en lánguidas y sensuales caricias, nuestros labios se entrelazan y nuestros corazones laten al unísono.
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Debo de haberme quedado dormido porque me despierto un par de horas después, acurrucado contra el pecho de Hyunjin. Está despierto y me acaricia la espalda mientras lee algo en su teléfono.
—¿Qué hora es? —pregunto.
—Justo después de medianoche —responde, besando mi frente.
—Probablemente debería irme —digo, pero incluso mientras lo digo, mi brazo se estrecha alrededor de su cuerpo y no puedo imaginarme saliendo de su cálida cama.
Cuando me mira, veo una pizca de insatisfacción en sus ojos.
—Lo entiendo. No quiero que tu madre se preocupe. —Algo de eso me hace sentir muy juvenil. Tengo veintiún años, y aunque es una casa con piscina en el patio trasero, todavía vivo con mi madre.
Esa inquietante sensación de no merecer a Hyunjin vuelve a aparecer.
—Seguro que ya está dormida, así que no es un gran problema, pero mañana tengo que trabajar. —Le sonrío con los labios apretados y él me devuelve la sonrisa acariciando mi vientre desnudo con su mano grande y suave.
—Puedes venir un poco más tarde mañana, supongo.
—No quiero. Estaré aquí muy temprano.
—Bien.
Finalmente, me obligo a salir de las sábanas y me vuelvo a poner los pantalones.
—Supongo que tengo que conducir a casa así —digo, mostrándole mi camisa ahora sin botones.
—Ni hablar —dice con una mueca. Sin una pizca de ropa en su cuerpo, se levanta de la cama y se dirige a su vestidor, donde saca una camiseta. No sabría decir de qué color o talla es la camiseta porque mi atención se centra en el trasero desnudo de Hwang Hyunjin
Se gira hacia mí, y hago lo posible por no mirar toda su desnudez.
Quiero decir… Acabo de tener la maldita cosa en mi boca. ¿Por qué iba a ruborizarme por ello ahora?
—¿Estás bien? —me pregunta cuando nota que no me muevo para quitarle la camiseta.
Aprieto los labios y le miro a la cara.
—Estoy bien.
Se ríe de mí mientras me quito la prenda rota y la sustituyo por su camisa. Para mi decepción, se pone sus bóxers negros antes de acompañarme a la puerta.
—Me encantaría que pudieras quedarte —susurra, envolviéndome en sus brazos. Respiro el aroma de su piel y de la camisa que llevo puesta, y deseo lo mismo.
—A mí también.
—Pero estoy deseando verte de rodillas por la mañana —dice en tono bajo, y un estremecimiento me recorre la base de la columna vertebral. Le miro con lujuria en los ojos—. Ponte algo sexy para mí mañana, Jeongin.
—Si, señor.
—Nos vamos a divertir mucho ahora —añade, y esas palabras permanecen en mi mente durante todo el trayecto a casa e incluso después de meterme en la cama, reviviendo cada momento perfecto de esta noche.
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A la mañana siguiente, me pongo el conjunto que tanto le gusta: top transparente y jeans de cuero ajustado. Probablemente nunca he estado más emocionado por ir a trabajar. Pero supongo que tampoco había previsto nunca que me follaran y tuviera múltiples orgasmos en el trabajo.
Me permito entrar cuando llego a su casa cinco minutos antes. No está en su despacho, y me planteo buscarlo por la casa, pero sé que preferiría encontrarme esperándolo.
Tras despojarme del abrigo y los zapatos, agarro la almohada de la silla y la pongo en el centro de la habitación. Me arrodillo, justo cuando oigo sus pasos lejanos en algún lugar de la casa. Con la cabeza agachada, mi cuerpo se ilumina con anticipación cuando oigo el chasquido de sus zapatos en el suelo.
Se queda callado un momento antes de acercarse a mí, tocarme la barbilla e inclinarme la cabeza hacia arriba, de modo que quede mirándolo fijamente, como hizo aquel primer día.
—Qué niño tan bueno —murmura, y yo respiro. Esas palabras son una inyección de serotonina para mi alma. Me dicen que estoy a salvo, que me adoran, que me valoran y que no tengo nada en el mundo por lo que preocuparme.
Se inclina y presiona sus labios suavemente contra los míos. Es un beso dulce y rápido y ya quiero más. Cuando se endereza, se dirige a su escritorio.
—A partir de ahora, necesitas dormir más, Jeongin. Si vas a estar fuera hasta la una de la madrugada, tienes que quedarte en casa hasta las diez del día siguiente, ¿entendido?