Pre-destinados

LAS CONDICIONES DE LA PAREJA

El director citó a ambos jóvenes en su despacho. Había planeado esto desde que se anunció la asistencia de estos a la academia. Pues si bien, la fama de Fiorella era conocida en cada rincón del mundo, la fama del joven Nara, no se quedaba para nada atrás. Y teniendo esto en cuenta, era de esperarse que la avaricia por la publicidad gratis, obtenida a causa de sus nombres tentara al pobre hombre, quien, desesperado ansiaba poder continuar con su ambicioso proyecto. Pues para nadie sería sorpresa que siendo jóvenes y conviviendo diariamente tanto en sus clases, como en su vida cotidiana, que la llama del amor floreciera en cada uno de ellos. Sin mencionar que ambos compartían cientos de cosas que bien, pudieran llegar a acercarlos con el tiempo.

Vasíliev estaba más que convencido de que su plan daría resultado. Es más, casi podría asegurar que con el tiempo aquella falsa pareja se volvería realidad. Era fácil de imaginar algo como eso, pues cualquiera que tuviera ojos podría darse cuenta de la belleza física con la que ambos contaban, además claro, de su talento, elegancia y porte. Visto desde cualquier ángulo, ambos eran perfectos el uno para el otro. Sin embargo, ellos no lo sentían así. No comprendían la razón por la que los habían llamado con urgencia al despacho del director, pues no creían haber hecho algo lo suficientemente malo como para llegar a ese hecho. No obstante, Lucia se encontraba demasiado nerviosa por ello. Se había sentado en uno de los sillones que se encontraba justo frente al escritorio, mientras su cuerpo temblaba y su mirada permanecía firme en sus zapatos. Kohaku se encontraba sentado a su lado, observándola preocupado. El director aún no había llegado, por lo que ambos se encontraban solos.

──Ellos lo saben ──dijo de pronto la chica, sin levantar la mirada. Haku giró hacia ella y la vio con curiosidad.

──¿De qué hablas? ──le preguntó. Fue entonces cuando levantó la vista y lo vio directamente a la cara.

──¡Ellos saben sobre Piero! ──dijo aterrada tratando de no subir su tono de voz.

Él cerró los ojos tratando de poner su mente en paz, para no alterarla. Después se acomodó en su asiento de tal manera que pudo quedar frente a ella. Le sonrió de forma amable y después tomó su mano con calma.

──No te preocupes, no dejaremos que nada malo te pase ──le dijo amablemente.

Justo en ese momento, el director entró en la habitación presenciando la escena que protagonizaban. Estos giraron hacia el hombre, sin ninguna pizca de malicia, para después soltar sus manos y ponerse de pie, educadamente. El hombre sonrió maliciosamente, pues al ver aquella escena se convenció a sí mismo de que su plan no tendría falla alguna. Los invitó a tomar asiento y de igual manera, hizo lo propio sentándose en un gran sillón que se encontraba del otro lado del escritorio, para después colocar sus manos entrelazadas sobre este.

──Se ven muy bien juntos ──les dijo de pronto, tomándolos por sorpresa──. ¿Saben por qué los he llamado? ──les cuestionó con un ligero tono de burla. Ambos chicos cruzaron miradas entre ellos, sin comprender lo que estaba ocurriendo.

──¿Hemos hecho algo malo? ──cuestionó Lucia, algo asustada. Sin embargo, el hombre sonrió haciendo más escándalo del necesario.

──No, no, no. ¡Por supuesto que no! ──expresó de forma exagerada.

Kohaku lo observó confundido, para después observar a su compañera, quien aún permanecía con la mirada abajo. Era listo y pudo darse cuenta de inmediato que aquel hombre planeaba algo. Sin embargo, sabía también que no podía precipitarse y arruinar todo. Debía quedarse al margen y esperar a saber las intenciones que tenía aquel tipo. Por ello decidió indagar con cautela.

──Entonces, señor, ¿quiere decirnos la razón por la que estamos aquí? ──cuestionó lentamente mientras observaba discretamente al hombre. Este, por su parte, caminó lentamente acercándose a ellos con la ayuda de su bastón. Se acercó primero a la chica, quien presa de los nervios no era capaz de levantar la mirada. Le acarició el mentón de forma paternal y sonrió de forma cálida para ella.

──¡Oh, mi pequeña Fiorella! ──exclamó en un tono lleno de lástima──. Es en verdad una pena todo lo que has tenido que vivir para llegar hasta aquí. Supe que dejar los escenarios no ha sido fácil de sobrellevar para ti y tu familia ──le dijo mientras ella lo observaba con curiosidad.

Haku observó con cuidado al hombre, tratando de examinar las intenciones de este. Era claro que no estaba al tanto de lo ocurrido con Piero, pero aún no era capaz de averiguar, ¿qué era lo que estaba tramando? Se le acercó, tratando de hacerle entender que estaba de su lado, pero el joven nipón no confiaba en él y se apartó de forma discreta.

──¿Preguntará sobre mi familia, señor? ──le cuestionó tomándolo por sorpresa.

 

Vasíliev era consciente de que Kohaku Nara, no era un joven común. Era el hijo de uno de los médicos más reconocidos de toda Asia, y además de eso, era considerado un prodigio, tanto en las artes, como en la ciencia. En su tierra lo llamaban genio, pues poseía un intelecto superior al de sus compañeros, por lo que terminó el colegio mucho antes y había logrado entrar a una muy buena universidad, a una edad bastante corta para una persona promedio.

El sueño de su padre era que este, siguiera sus pasos y se convirtiera de igual manera, en un reconocido médico para continuar con el legado familiar. Sin embargo, Kohaku tenía otras aspiraciones. Vasíliev era consciente de esto. Sabía que la situación familiar del chico no era algo fácil, y tenía la intensión de usar eso a su favor. Pero para su mala suerte, se olvidó de la perspicacia con la que contaba. Debía pensar en algo rápido, pues su plan corría peligro por causa de aquel engreído genio, quien lo observaba con una sonrisa burlona, haciéndole saber que el juego estaba en sus manos. Fue entonces cuando giró discretamente y pudo darse cuenta del estado en el que la chica se encontraba. Lucia continuaba temblando y parecía estar nerviosa. Las causas le eran desconocidas, pero le bastaba para tratar de controlar a ambos, por lo que sonrió maliciosamente, mientras giraba de vuelta hacia ellos.




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