Pre-destinados

AMOR UNILATERAL

María José tuvo la mala suerte de salir justo al encuentro de sus compañeros, precisamente en el momento equivocado. El director al verla sintió algo de temor, pero era consciente de que no podía demostrarlo delante de sus alumnos, por lo que trató de controlarse.

──¡Señorita Montoya! ¿Pero qué hace sola por estos lugares a esta hora?

Ella no pudo evitar girar inmediatamente hacia Alex, quien continuaba a su lado, mientras levantaba su mano derecha, saludándola con una amplia sonrisa.

 

«¡Oh, cierto! Ellos no pueden verte» ──. Pensó para sí misma, mientras cerraba los ojos y trataba de concentrarse en las personas que estaban justo frente a ella.

 

Al abrir de nueva cuenta sus ojos, se encontró con los rostros de sus compañeros, quienes hacían lo posible por evitar mirarla directamente a la cara. En ese momento, Alex apareció de la nada justo detrás de ellos, haciéndole señas para que se diera cuenta de que aquel par, sería la salvación que estaba esperando con desesperación.  Sin embargo, pese a todo lo que aquel tétrico ángel pudiera creer, Marijo no podía aceptar aquello. Involuntariamente movió la cabeza de forma negativa, mientras observaba con cuidado el rostro de Alex, quien le sonreía socarronamente. Estaba tan concentrada en ello, que se olvidó por completo de las demás personas que se encontraban justo frente a ella.

──¿No? ──escuchó de pronto la interrogativa del director, quien, con su estridente y educada voz, la hizo regresar de golpe a la realidad. Sacudió la cabeza y lo observó con una mezcla de vergüenza y curiosidad, mientras el hombre por su parte solo ponía los ojos en blanco y lucía un semblante algo irritado.

──Perdón señor, creo que me distraje un poco ──se disculpó bajando la cabeza.

──Eso me queda más que claro, señorita ──respondió, viéndola directamente a la cara──. Le decía que acompañara a sus compañeros de regreso a casa. Sus prácticas comenzarán desde mañana a primera hora del día y deben estar preparados para ello. Usted por su parte, imagino que debe de estar agradecida de no tener que estresarse preparando algo para la presentación.

Aquellas palabras encendieron algo dentro de ella, giró hacia el hombre y lo observó de forma desafiante.

──Se equivoca ──respondió mientras bajaba lo que restaba de las escaleras y se acercaba a ellos con paso decidido──, yo tambien formaré parte de la presentación.

Su respuesta tomó por sorpresa a todos, sobre todo a Haku y Lucia, quienes al igual que todos esperaban que se mantuviera al margen, pues como era bien sabido, el desempeño que había demostrado en ese tiempo dejaba mucho que desear.

──No creo que eso sea conveniente, señorita ──trató de intervenir Vasíliev. Sin embargo, el temperamento de Marijo se estaba haciendo presente.

──¿Y por qué no, “señor”? ──cuestionó con desdén, provocando que una pequeña risita se le escapara de los labios a Haku, quien se tapó la boca de inmediato.

──Bueno, señorita, según los reportes que tengo, usted es la única de todos los alumnos, que no se ha destacado de forma apropiada en ninguna de sus clases.

──Es la primera semana de clases. No puede juzgarme tan fácil.

──Me temo que sí puedo.

 

Pudo continuar con aquella discusión, pero en ese momento, sus ojos se encontraron con un par de hilos rojos que se encontraban enredados en el suelo y que, al parecer, seguían caminos diferentes. Cada uno de ellos estaba atado al meñique tanto de Lucia, como del propio director quien no dejaba de hablar, tratando de hacer quedar mal su desempeño. Uno de los hilos, el perteneciente a Lucia para ser más exactos, se encontraba incompleto y una gran parte de este, aun mostraba un color oscuro. Sin embargo, el color poco a poco continuaba cambiando, haciendo que el rojo ocupara un gran espacio. Aquella situación la descontroló del todo, por lo que comprendió que lo más prudente que podía hacer, era abandonar el lugar y mantenerse alejada de las personas con hilos. Sin embargo, de la nada, Alex apareció a su lado y se acercó peligrosamente hacia su oído.

──Has perdido ──le dijo en un susurro──. Esta pareja ya ha sido unida.

 

Al escuchar aquello prestó un poco más de atención a las personas que se encontraban frente a ella, y se percató del semblante tan sombrío que se veía reflejado en el rostro de aquellos chicos. Mientras en contraste, el rostro del director irradiaba una luz bastante molesta. Era evidente que algo había ocurrido y fuese lo que fuera, aquel hombre era el causante de todo. Por ello, se acercó a Lucia y la tomó de la mano, mientras le lanzaba a Haku una mirada que rogaba que las siguiera. Él comprendió de inmediato y avanzó detrás de ellas, mientras el director continuaba hablando, esperando que tuvieran la decencia de escucharlo, lo cual, obviamente, no ocurrió.

Marijo avanzó sujetando la mano de Lucia hasta la salida del recinto. Estando ahí, se detuvo y giró hacia ambos observándolos en busca de respuestas.

──Así que ahora, ¿a qué los ha obligado? ──les soltó de golpe, tomándolos por sorpresa.

──¿Cómo sabes eso? ──preguntó Haku.

Marijo cruzó los brazos y puso los ojos en blanco.

──¡Oh, ¡por favor! ¿Con quién crees que estás hablando? ──espetó ofendida──. Es más que evidente que algo ocurrió con ustedes en la sala del director. ¿Van a decirme o voy a tener que adivinarlo?

Tanto Haku, como Lucia intercambiaron miradas entre ellos, pues no sabían que tanto eran libres de contar.

──Pongámoslo de esta forma, Mar ──comenzó Haku──, digamos que ahora, Fiorella y yo, somos pareja.

Ella ya estaba enterada de esto, pero era más que claro que no podía darse el lujo de decirlo, pues nadie más era capaz de ver a Alex y si decía algo referente a ello, terminarían por verla como a una loca. Por ello trató de actuar sorprendida para no levantar sospechas. Sin embargo, Alex se encontraba en el lugar, mientras se acercaba y comenzaba a reír escandalosamente llevándose las manos al estómago. Al verla, Marijo trató de pedirle con la mirada que por favor se detuviera, pues temía que pudieran escucharla. Por sus expresiones, Lucia se acercó temerosa, tomándola por sorpresa, mientras la sujetaba del brazo.




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