Pre-destinados

PAREJAS

──No, no y no. ¡Eso sí que no! ──exclamó Diego a la defensiva.

El resto de los presentes no dijo nada, pero por sus expresiones faciales, era más que claro que estaban de acuerdo con él. En el fondo, María José sabía que era una mala idea. Era consciente de que la única que saldría perjudicada en todo esto, sería solamente ella. Estaba harta de esa clase de situaciones, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Para todos sería mucho más creíble esa mentira que la propia verdad en sí. Eso sin mencionar que lo que se buscaba en ese momento, era poder proteger a Lucia. La chica en cuestión le dio al joven nipón una ligera palmada en el hombro, para indicarle que la bajara un momento, pues estaba deseosa de poder hablar directamente con la mexicana.

──Por causa mía te has visto envuelta en demasiados problemas. No puedo dejar que esto continue.

 

Marijo la observó un instante, agradecida por sus palabras, pero también un tanto fastidiada.

En realidad, no sabía qué demonios estaba ocurriendo con ella. En otro punto de su vida, le hubiese importado muy poco lo que ocurriera con aquella chica, o con cualquier otra persona. Sin embargo, en ese momento, lo que menos quería era tener que presenciar otra escena donde Lucia, o cualquier otro de sus compañeros se viera violentado de la manera que fuera.

 

«No. No somos amigas, no te equivoques» ──. Pensó, mientras desviaba la vista para evitar que alguien pudiera conocer los sentimientos que en ese instante la estaban abrumando.

No obstante, Lucia tenía otros pensamientos. Se acercó un poco más a ella y la tomó de las manos, viéndola directamente a los ojos.

──Chi trova un amico trova un tesoro ──le dijo, ejerciendo un poco más de presión al sujetar sus manos──. Eso en tu idioma significa; “quien ha encontrado un amigo, ha encontrado también un tesoro”. Marijo, tú eres un tesoro que no quiero perder.

Al escuchar aquellas palabras, algo dentro de la mexicana comenzó a encenderse. En otros tiempos, se hubiera echado a reír en su cara ante semejante frase. Sin embargo, en ese momento, no pudo evitar sentirse profundamente conmovida por lo que acababa de escuchar. En toda su vida solo había conocido a un amigo, y ese era Diego. Y aunque pasó la mitad de su vida convenciéndose a sí misma de que no necesitaba nada más, y que su soledad no le perjudicaba en lo más mínimo, lo cierto es que muchas de las veces, deseaba poder contar con alguna otra persona en la que pudiera confiar.

Los demás chicos alrededor sonrieron con algo de ironía y un poco de burla, pues las mejillas de la joven mexicana habían adoptado un ligero tono rojizo. Eso la molestó, pues no acostumbraba a demostrar esa clase de muestras afectivas, y consideraba que últimamente su rostro se tornaba de ese tono, con demasiada frecuencia. Víctor se acercó a ella y la rodeó con su brazo, acercándola un poco hacia él.

──La señorita no es tan cruel cómo todos creen ──dijo rosando ligeramente su mejilla con la suya, quien lo vio con el rabo del ojo para después propinarle un codazo en las costillas para que este la soltara. Dicho acto, provocó que todos se echaran a reír, mientras el pobre chico se inclinaba un poco sujetando su costado.

──Bueno, bueno. Todo esto parece ser de lo más conmovedor, pero les recuerdo que Lucia sigue lastimada ──intervino Luca, apagando las risas con su comentario.

──Aún quedan personas en la academia. Si salimos todos juntos, las personas comenzarán a crear rumores ──comentó Diego, lanzando un vistazo hacia el interior de la academia.

──Cierto. Sin mencionar que muchos escucharon el grito de la señorita y tienen curiosidad de saber de dónde provino ──agregó Víctor, mientras se llevaba una mano a la barbilla.

Kohaku observó por un breve instante a Marijo, quien permanecía con la mirada clavada al suelo.

Era consciente de que tenían que planear algo, pero seguía convencida de que la única opción viable en ese momento era tener que cargar con la culpa para poder salir bien librados de todo. Sin embargo, pese a que ella misma había sugerido dicha opción, no tenía deseos de hacerlo. Su plan nunca fue ser la marginada de la escuela. No era algo a lo que estuviera acostumbrada y no le gustaba para nada. Pero ¿qué opción tenía? Lucia era el rostro de la escuela, y si algo como lo ocurrido con Piero salía a la luz, no solo su reputación, sino tambien la decadente y casi inexistente reputación de la academia, terminarían por irse al demonio. No es como que eso sea muy importante para ella, después de todo, había deseado que aquel lugar se cerrara para poder encontrar un poco de paz. Sin embargo, tambien había decidido ayudar a su tía Rosalinda a encontrar el amor junto al profesor Kwon, y no podía cumplir con eso si la academia cerraba. No había más opción, debía sacrificarse, aun en contra de sus propios deseos.

──Ni lo pienses ──dijo de pronto Haku, provocando que levantara la mirada hacia él, algo asombrada pues una parte de su mente creyó que aquel chico era capaz de leer sus pensamientos──. No vamos a sacrificarte, Mar.

Ambos intercambiaron miradas entre ellos, para después dedicarse una ligera sonrisa cómplice.

Diego, al ver esto, se acercó furioso a su amiga y la tomó violentamente de la mano, posándose frente a ella e interponiéndose entre ambos. Aquel gesto protector le conmovió, y la convenció un poco más acerca de que él era la persona que le estaba destinada.

──Tú encargate de llevar a tu “novia” a la enfermería. Nosotros nos quedaremos con María José hasta que todos se marchen ──le dijo a Haku, lanzándole una mirada llena de rencor. Este, por su parte, solo pudo sonreír por lo bajo, mientras apartaba la mirada y se acercaba a Lucia.

──¿Me permite, miladi? ──le dijo extendiendo la mano frente a ella.

 

La chica no pudo evitar mirar de reojo a Luca, justo antes de tomar la mano de Haku para que este la cargara en sus brazos, como una especie de príncipe rescatando a una princesa. Y es que esa era la imagen que daban. Ambos lucían muy bien juntos. Era de esperarse que el director Vasíliev los escogiera para llevar a cabo su plan. Marijo, al igual que Luca, apartaron un poco la mirada ante dicha escena, pues para muchos podría ser algo romántico, pero para ellos no era nada más que una simple farsa.




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