Predicción de amor

Capitulo 1: ¿quien es Thomas?

Jueves. 27 de octubre de 2011. 

Las imágenes son borrosas, toda nublado y poco solo veo pequeños bultos de lo que parecen personas. Al parecer también hay luces de colores, y aunque no lo pueda oler, hay alcohol y otras sustancias rodeándome. Todo me da vueltas y apenas puedo mantenerme de pie; me muevo por unos pasillos que parecen túneles interminables.  

Cierro los ojos y al abrirlos, me encuentro acostada. Con la vista en el techo pero mi alrededor sigue siendo inaudible, unas manos tocan mi cuerpo pero no son las mías. Siento la respiración de alguien en mi cuello, y trato de gritar pero no lo logro, no puedo. Me remuevo una y otra vez, trato de zafarme de la situación pero por algún motivo, me es imposible. Mi pecho se oprime en desesperación, y hago puños con mis manos. 

Hago el intento de gritar una vez más, y sigue siendo en vano. Mi ansiedad crece, y tomo todas las fuerzas que poseo para levantarme, lloro, forcejeo y finalmente… 

—¡No! 

Despierto agitada y nadando en sudor. Tomo fuertes respiraciones buscando controlarme, paso una mano por mi rostro y rememoro la pesadilla. Cierro mis ojos aún aterrada, y reposo la palma de mi mano sobre mi pecho. 

Estás pesadillas otra vez no, no de nuevo.  

Miro la hora en el reloj de mi mesa de noche. Son las dos de la mañana.  

Me tumbo de nuevo en mi cama y suspiro fuerte. Doy vueltas, pero no concilio nuevamente el sueño. Creo que será una madrugada muy larga.  

*** 

Veo los minutos pasar en el reloj en mi muñeca, y muevo aún más mi pierna derecha con desesperación. El autobús no llega y se me está haciendo tarde para llegar a la universidad.  

De nuevo. 

—Voy a llegar tarde por este tonto autobús. 

—Tranquila, de seguro ya llega. —Chloe mantiene la atención en su iPod, pasando de todas las canciones. 

—Chloe, mi clase comienza en veinte minutos y yo sigo aquí, sentada como una tonta esperando un tonto autobús. ¡De nuevo llegaré tarde!  

—¿Dices tonto para no maldecir? ¿Cierto? —se burla. 

—Si —me cruzo de brazos—. En estos momentos necesito un tonto auto. 

—Si no anduvieras con tu tonta actitud de “soy independiente y no necesito que mi padre me dé un auto” —imita mi voz—, no estaríamos en esta situación. Porque si, ambas estamos en esta situación. 

—En primer lugar —levanto mi dedo índice—, yo no hablo así, esa voz fue muy grave. Como la de un hombre.  

Ella ríe y rueda sus ojos, paso a levantar mi dedo medio. 

—Segundo, no es una actitud tonta y tercero, no es que lo haga por orgullo o algo así, sino que no me quiero sentir como una niña mimada a la cual le dan todo —deslizo en el banco de madera—. Y no quiero darle la razón a mi mamá. 

—¿Sobre qué? 

—Que aún necesito de ellos.  

Me cruzo de brazos y veo a ambos lados de la calle y no hay rastros del autobús. Observo mi reloj y ahora me quedan dieciséis minutos para llegar a la clase. 

Froto mis ojos con afán, me siento tan exhausta y con sueño. Luego de la pesadilla de anoche, no pude dormir más y más por el hecho, de que cada vez que tengo esas pesadillas me quedo pensando. Analizando. Porque a decir verdad, nunca entiendo lo que sueño.  

… O no quiero entender.  

—Ve el lado positivo —salgo de mi ensimismamiento y volteo a verla—, tienes una gran y generosa mejor amiga que te acompaña en tu amarga espera, aunque ella tenga clases más tarde que tú. 

—Que dichosa soy. —ironizo y ella chilla ofendida.  

Me da un empujón débil y doy una mínima carcajada. Me reincorporo en el banco de la parada, abrazo mi mochila y veo al frente, mientras Chloe ahora teclea la pantalla de su celular. 

Al otro lado de la calle hay un auto estacionado y un chico sale de este. Luego, una chica aparece y le da un beso, se toman de la mano y el chico le abre la puerta para que entre al auto. Ladeo mi cabeza y sigo observando la escena; los dos chicos se van y suelto un suspiro. 

Me vuelvo consciente de lo que he hecho, y arrugo mi gesto. Le doy un vistazo a mi amiga, y por suerte, no se ha dado cuenta.  

—Si tuviera un novio con auto, no pasaría por esto.  

—Muchos de nuestros problemas de solucionarían. 

—¿Cómo eso te beneficiaria a ti? —la veo a través de mis pestañas. 

Finalmente me da su completa atención, y guarda su celular como su iPod en su mochila amarilla fluorescente. 

—No escucharía tus quejas matutinas.  

Llevo nuevamente mi vista al frente y juego con el llavero en forma de pincel que cuelga de mi mochila. 

—Tú por lo menos tienes novio. No es la mejor elección de novio, pero… —me empuja del hombro y sonrío.  

—Que no tiene auto. —recalca. 

—¡Pero su papá en ocasiones le concede el auto! —suelto en un grito y alzo mis brazos.  

Las demás personas que están esperando el bus se me queden viendo. Inmediatamente cambio mi postura.  

—Yo ni eso tengo… 

—¿Por qué de nuevo estamos hablando sobre el amor y esas cosas? —enarca su pequeña ceja—. Sobre tu soltería eterna. 

—No es amor, es una necesidad que tengo y espero que otra persona me la satisfaga. Ya lo entiendo, Freud tenía razón. —subo mis hombros. 

—Aliyah, ya estás desvariando —ríe sin pena—. Creo que tú carrera te está haciendo pensar más de lo que deberías. 

Sigue riéndose, y acomoda su cabello con gestos pretenciosos. Definitivamente Chloe es de esas chicas deslumbrantes y coquetas de una forma inocente, cualquiera diría que es odiosa y con enormes ínfulas, pero más bien, es la persona más agradable que existe. Con ella puedes hablar de lo que sea, no le tiene vergüenza a casi nada y es demasiado expresiva y espontánea. 

Todo lo contrario, a mí, pero bueno, los opuestos se atraen y supongo que por eso hoy en día, después de diez años seguimos siendo mejores amigas. 

—En fin, ya llegaré ese chico especial. Con carro —sonríe y yo suspiro—; solo ten paciencia, cariño.  

Justo en ese momento llega el autobús y hago la cosa dramática de elevar las manos al cielo y darle las gracias a Dios. Salgo corriendo, hasta llevarme a unas cuantas personas por delante y subo al bus para tomar asiento. 


*** 

Una vez nuestras clases han acabado, Chloe y yo caminamos por los jardines de la universidad en dirección a la salida.  Mi cabeza duele y mi estómago ruge tanto que creo que la rubia lo puede escuchar. 

Doy pasos desgranados y casi estoy más dormida que despierta, pero logro concentrarme en los jardines. El día está muy lindo, algo frío y nublado, pero lindo. Creo que la naturaleza es una de las cosas que me relajan y hace despejar mi mente. Quiero pensar en otra cosa que no sea en la nueva pesadilla.  

Chloe da un chillido repentino y salta, volteo a verla y sale corriendo; solo la observo un tanto anonadada pero luego me doy cuenta que, su reacción fue provocada porque en nuestra dirección se acerca Noah, su novio. 

El novio del año. Nótese el sarcasmo. 

Chloe abraza a Noah de una manera muy asfixiante. Se separan y rápidamente estampan sus bocas, se besan y parece que se olvidan de mi presencia. Aclaro mi garganta y me cruzo de brazos, haciendo que se separen. Chloe ríe con un gesto bobo.  

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la universidad? —mi amiga le habla a Noah, todavía con su brazo por encima de su cuello. 

—Tuve que venir a hacer unas cosas a la ciudad, y como sé que sales a esta hora pase a buscarte para que almorcemos juntos. 

Le contesta sin dejar de darle besos continuamente. Decido voltear mi vista hacia otro lugar para no verlos; esto nunca deja de ser incómodo.  

Estás cosas me dan diabetes. La bilis amenaza con salir de mi garganta. 

Y aún así, tengo la absurda idea de querer tener novio. Que irónico. 

Río por mis pensamientos y sacudo mi cabeza. Me acuerdo la existencia de la pareja frente a mi, y vuelvo a verlos pero es una mala decisión, ya que siguen besándose. Tuerzo mis ojos. 

—¿Piensan gastar saliva en el otro todo el día o como? —me quejo y ellos paran.  

Chloe se ríe y se separan definitivamente.  

—Hola, Aliyah. —me dice Noah pasando una mano por su cabello. 

Su simple voz, me enferma. No pretendo fingir una sonrisa, pero si debo luchar mi cara de asco; paso mis dedos por mi ceja y tomo aire profundamente. 

—Hola.  

—Y… ¿Qué tal? ¿Qué hay? —Noah fuerza la situación, y Chloe solo nos observa con una sonrisa tonta. 

Mi única respuesta es encogerme de hombros y él sonríe. Sonrisa fingida, claramente. 

Noah no me cae bien, nunca lo ha hecho. Por si no era evidente; desde que estábamos en la secundaria había algo en el que me hacía retorcer el estómago por su actitud de “quiero caerle bien a todo el mundo”. Además, también era el imbécil que liaba con cualquier chica que le pusieran al frente, eso y otras cosas más, me enferman de Noah Baker.   

No sé cómo terminó siendo novio de Chloe en el último año. Debí hacer algo para impedirlo, pero ya que, me toca soportarlo. 

—¿Aliyah? ¿Me escuchaste? 

Me salgo de mis pensamientos y miro a mi amiga, inmediatamente niego con la cabeza. 

—¿Quieres ir a almorzar con nosotros? 

—No me provoca.  

—¿Qué no te provoca exactamente? 

—Pasar tiempo conmigo. —Noah lo dice con una sonrisa, pero entiendo la sátira en su tono.  

¿Por qué querría pasa tiempo con un hipócrita como tú?  

Obviamente me muerdo la lengua, y no lo digo. 

—Vayan ustedes, yo almuerzo en la cafetería de mi tía. —termino decidiendo y doy un paso a un lado.  

—Pero… recuerda luego iríamos por nuestros disfraces para la fiesta de Halloween. —Chloe se acerca y me toma de los hombros, haciendo un puchero con sus labios. 

Doy un quejido, porque en efecto le había prometido eso pero no me acordaba. Froto mis ojos y suspiro. 

—Ve con Noah, igual no tengo ganas de ir a esa fiesta.  

—¿Qué? ¡No! Dijimos que iríamos por mi cumpleaños. —chilla y ruedo mis ojos. 

—Tú cumpleaños fue hace una semana, y ya lo celebramos. Este año podríamos simplemente dejarlo en un sola fiesta.  

—¡No! ¡Ali…! —me zarandea y gruño molesta—. Todos los años celebramos halloween , por favor, vamos.  

—Nos vemos luego, rubia. Adiós. 

Me doy vuelta y los dejo solos. Respiro profundo y me hago una pregunta interesante: 

¿Qué almorzare en una cafetería totalmente repleta de dulces, cuando soy una persona que no tolera el dulce? 


*** 


—Aquí tiene señor, su Cappuccino. Qué lo disfrute y vuelva pronto. 

Llevo una hora trabajando y ya me quiero ir, hoy me siento agotada de lo normal. No basta con mi falta de horas de sueño, también está el hecho de que tuve tres pruebas y expuse en una carta explicativa con el tema de la Psicología Social, aparte tuve que lidiar con las tediosas horas oyendo las investigaciones absurdas que nos envió la profesora Rowling. Yo tuve que hacer lo mismo, si, hablé sobre el amor frente a cincuenta estudiantes. Patético.  

—Señorita, disculpe. 

Pongo mi atención a un adolescente que se acerca hasta la barra. 

—Quisiera ordenar dos rebanadas de pastel de chocolate. 

Empiezo a anotar su pedido en mi libreta. 

—Y en un uno de los platos quisiera que le escribieran a un lado: “¿Quieres ser mi novia?” 

Miro por detrás del chico y me doy cuenta que viene acompañado, instantáneamente se dibuja una sonrisa en su cara. Nuevamente lo observo a él y le doy una asentamiento de cabeza. 

—Claro que sí. Solo esperen en una de las mesas y yo misma me encargo de que su pedido se de a la perfección y se los llevo. 

—Muchas gracias. —se va a una de las mesas tal y como le indique, con la chica. 

Yo me dirijo a la cocina y le digo a una de las pasteleras lo que necesito, y enseguida busca una manga con chocolate derretido mientras, yo sirvo las rebanadas de pastel en los platos. 

Y ahí voy yo, en dirección a la mesa donde están los protagonistas de la próxima escena romántica que presenciaremos todos en el local. Un total cliché, pero de buena intención. Coloco el pastel del chico en la mesa y luego coloco el de la chica, en ese momento los tres quedamos es expectante a lo siguiente. 

Tanto él chico, como yo esperamos ansiosos ante la reacción de la chica y por supuesto queremos saber la respuesta. La chica forma una gran “O” con su boca y agita sus manos. 

—¡No puede ser! ¡Por supuesto que sí! ¡Si quiero ser tu novia! 

Los dos chicos se abrazan y se terminan dando un beso algo tímido; fuerzo una sonrisa para no hacer una mueca cuando se están besando. Me devuelvo a mi lugar de trabajo; me alegra haber cumplido.  

—Simplemente hermoso. 

Dice a mi lado la tía Annet. Marie, suspira al ver a los chicos sonreír y tomarse fotos juntos. Sin querer, yo también me encuentro anhelando el momento.  

—Tranquila, algún día te pasara.  

Dice mi tía sobando mi hombro, mi poco humor se desvanece y le doy una mirada cansada.  

—No es mi sueño que me pidan ser novia de alguien, con un pastel.  

—Siempre tienes una respuesta para todo, sobrina.  

Ruedo mis ojos y Marie ríe un poco. Paso de ellas, y sigo con mi trabajo. 

*** 

No encuentro nada interesante en las redes sociales y decido ir al porche de mi casa. Me siento en los escalones de la entrada y me dedico a ver la calle. Veo que alguien se aproxima y al principio no puedo distinguirlo, pero mientras más se acerca, la visión se aclara y logro ver que es Thomas. 

—¡Hola! ¿Qué haces por aquí? Creí que estarías trabajando. 

Se siente a mi lado y me rodea con su brazo. 

—Me dieron el día libre porqué van a fumigar, así que quise ver si estabas en casa para poder pasar un rato contigo, Aliyah. 

Me da un beso en la mejilla y me sonrojo. 

—No pudiste haber venido en mejor momento, estaba muy aburrida. 

Lo abrazo de manera que rodeó su cintura y mi cabeza queda escondida en su cuello. Me hace tan feliz y segura estar así con él. 

Él acaricia mi cabello y me da un beso en la frente, decido levantar mi cabeza para que nuestros ojos hagan contacto visual pero cuando lo hago, algo cambia. Algo no muy particular. 

Thomas es no es Thomas. 

Es… él  

Ya va . 

¿Él? No, otra vez no. ¿Qué? 

Esto no es real. 

—¡Ah!  

Me despierto con el corazón acelerado, y un leve sudor corriendo por mi frente. Miro hacia los lados con pánico, como si estuviera en peligro. 

Me dirijo hacia la mesita de noche para encender la lámpara y busco mi celular para ver la hora. Son las dos de la madrugada. 

¿Qué fue todo eso?  

Mis manos no paran de temblar, y mi respiración no cede. Siento mucho miedo, y no sé… no sé que pasa. ¿Por qué estás pesadillas? ¿Por qué otra vez ellas?  

Busco el número de Annet, y la llamo. Creo que no responderá, pero al último tono antes que se caiga la llamada, escucho su voz. 

—Aliyah. —su voz adormilada me hace cerrar los ojos. 

—Tía… soñé con él, de nuevo soñé con él. —mi tono refleja evidente pavor. 

—Pero, Ali… —parece no entender al principio, pero luego baja más su voz—. Cariño, relájate. Fue solo un sueño, no es real; toma aire profundamente y luego expúlsalo. Todo está bien. Todo estará bien.  

Trago grueso y sigo con los ojos cerrados, escuchando todo lo que dice mi tía. Funciona, realmente me tranquiliza escucharla y una vez ya puedo respirar pausadamente, abro los ojos. 

—¿Ahora te sientes bien?  

—Si, Ann. Estoy bien. 

—De acuerdo, ahora ve a dormir. Descansa, nos vemos mañana. 

Ella cuelga, y yo me quedo unos segundos viendo mi teléfono. Luego, lo dejo en su lugar y doy una respiración profunda; este sueño, que se convirtió en una pesadilla fue tan extraño. Ese chico… ese chico. 

—¿Quién es Thomas? 
 




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