Predicción de amor

Capitulo 8: recordar no ayuda

Escucho gritos y risotadas desde la sala, me asomo apenas un poco desde la escalera y bajo silenciosamente cada escalón, para que nadie me vea.  

Cruzo hacia el comedor para llegar a la cocina, y al entrar me quedo inmóvil. 

Me consigo con la abuela Lucy, ayudando a John con unas bandejas llenas de bocadillos y cuando me ven, suben sus cejas. El tío John me saluda con un movimiento de mano y una sonrisa.  

Bien, por suerte par mi, no quieren hablar conmigo hoy.  

Sigo mi camino hasta el refrigerador y saco la jarra con leche. Me sirvo en un vaso y al momento de beber, mi abuela me llama. John se va y yo me trago un gimoteo de molestia. 

—¿Dónde está Charlie?  

Subo mis cejas, y doy miradas alrededor.  

—En el hospital —veo unos cubos de queso en el mesón y tomo varios de ellos para comerlos. Tengo mucha hambre—, siendo interno…  

—¿Y tú cuando empiezas a hacer esas cosas? —percibo como me menosprecia. 

—Esas cosas, en mi carrera se llaman pasantías —respondo sin verla—,y aún me falta para eso. —tomo otro cubo. 

—¿Cuánto? —insiste y respiro profundo. 

Otro dato sobre mí: detesto que me pregunten sobre mi carrera y el proceso. Lo detesto. 

—Meses. Cuando entre a segundo año. 

Me dirijo al fregadero y dejo mi vaso allí. Siento como mi abuela me sigue con la mirada y al voltear, ella tiene una ceja elevada. 

—Estas siendo muy grosera. Igual que ayer.  

Oh no, eso sí que no.  

—No soy grosera, soy sincera. —me apoya con una sola mano del mesón.  

—¡Ah! —me da un gesto ofendido—. Soy tu abuela, y me debes respeto.  

Llevo mis dedos a los lagrimales de mis ojos, e inspiro hondo. Muy hondo.  

—Estoy cansada. Adiós. —me limito a decir. 

Me giro y me voy, a medio camino me vuelve a llamar. 

—¿No piensas venir a jugar? 

—No. 

Mi tono es seco y contundente. Subo las escaleras con pisadas firmes, y apresurado.  Al llegar a mi habitación, abro la puerta y entonces papá aparece bajando del ático. Lo miro extrañada, y al verme me sonríe como si nada. 

—¿Qué hacías en el ático? 

—Estaba guardando las cajas donde van las decoraciones navideñas —me muestra un sobre amarillo—, y encontré esto. 

Me lo extiende y quedo confundida al no saber de qué se trata. Papá me sonríe y si dejar de verlo abro el sobre; adentro hay un marco de foto rojo y entonces asumo de que se trata. Formo una línea con mis labios y trago grueso.  

—¿Lo recuerdas, hija?  

Lo termino de sacar y veo la foto enmarcada. Es una dónde estamos Ryan, Chloe, Sabrina, James y yo. Fue en una exposición de arte en la que varias de mis pinturas participaron. No es el recuerdo más dulce. 

No ahora. 

—Ese día fue grandioso. ¿Recuerdas todas esas buenas críticas que recibiste? Tenías tan solo catorce años y te luciste. —papá habla sin parar y yo solo veo la foto. 

—Si… grandioso —vuelvo a guardar la foto—. ¿Seguro que solo la conseguiste de casualidad o la buscaste? —me muestro a la defensiva.  

Siento las manos de mi papá sobre las mías y lentamente retira el marco hasta quitármelo por completo.  

—Entiendo que… 

—No entiendes, recordar estas cosas no me ayudan en nada

Suspiro y me adentro en habitación, dejando a mi papá solo en el pasillo. 

*** 

Lunes. 28 de noviembre, 2011.  

—Bueno, ya terminamos.  

Acomodo la última silla de la cafetería. 

—Por fin, hoy fue un día largo —Marie se sienta en uno de los bancos frente a la barra—. Creo no me había sentado en todo el día.  

—En esta época del año siempre es así. 

Aparece Annet revisando las cartas del correo.  

—Todo fuera más sencillo si tuvieras más empleados.  

Insinuó acercándome a la barra, al mismo tiempo que mi tía.  

—Y con eso de que Clara renunció. —Marie se queja.  

Hace unos días, Clara, la única que mesera aparte de Marie, renunció y el trabajo cayó en los que estamos. Ha sido duro. 

—¿Sabes, Annet? Tenía pensado en venir a trabajar también en las mañanas, ya que estaré de vacaciones.  

—¿Segura que no quieres usar ese tiempo para hacer otras cosas? —se apoya de la barra con una mano. 

Le doy un gesto cansado y ruedos mis ojos dramáticamente. 

—No, Annet. 

—Sería bueno, jefa. Necesitamos ayuda. —interviene Marie.  

—Vamos, tía. Si es por el dinero, no te preocupes, no tienes que darme un sueldo extra. Solo quiero ayudarte. 

—No es por el dinero, y agradezco la ayuda. Porque sé que, lo haces más otra ayudarme, no tienes necesidad de trabajar. —camina hasta la caja registradora. 

—Yo tampoco tengo necesidad, pero a veces uno busca independencia. —vuelve a hablar Marie a mi favor.  

—Exacto. Estoy reuniendo para poder costearme mis cosas, decidí que muy pronto me empezaré a pagar los gastos de mi universidad. Tengo diecinueve años, no viviré de mis padres para siempre. 

A Annet parece sorprenderle mis planes, pero luego solo sonríe.  
—Lo sé. 

Se queda en silencio y saca el dinero de la caja. Marie se levanta, y camina hacia los casilleros.  

—Me enorgullece que quieras obtener todo por tus propios medios pero —rodea la barra y vuelve esa mirada juzgona—, deja de evadir lo que pasa. Estás haciendo esto, para tener tu tiempo ocupado y así no dejar espacio para pensar. 

Tomo una actitud adusta, y decido no comentar nada al respecto. Me entrega mi paga y le agradezco. 

Marie regresa y también le da su dinero. Luego de eso sale del local con la promesa de vernos mañana para trabajar. Decido que también es hora de irme, y busco mi bolso junto con mi abrigo.  

—Bien, me voy. 

—Está bien, cielo. Nos vemos mañana, descansa. 

Me obliga a detenerme, para tomar mi cabeza y dejar un beso en mi frente. Me quejo porque no se separa enseguida, y ella solo ríe. Acomoda mi cabello y finalmente me deja ir. 

Camino hasta a la entrada, y salgo. Un auto llega al estacionamiento y debo tapar mi cara para que la luz de los faro, no me deje ciega. No me detengo, y al ver que alguien se baja, decido echarle un vistazo desde la distancia. Es un hombre joven, viste una gabardina gris oscura y una bufanda; es alto, como Charlie.  

No logro detallar su cara. Mi atención en el es tan insistente, que él voltea verme y enseguida yo miro al frente. Desaparezco lo más rápido posible. 

Está haciendo mucho frío. No soy fanática de irme caminando hacia mi casa, hacia ningún lado en realidad, pero optar por el transporte público también es agotador. No hay duda de que seguiré trabajando hasta poder comprarme un auto. Lo necesito con suma urgencia. 

Miro hacia el cielo y mentalmente pido que, por los momentos me conceda un novio con auto. Eso solucionaría mucho.  

*** 

Sábado. 3 de diciembre, 2011.  

Chloe y Noah se abrazan y besan continuamente. Yo hago como si no me molestara, y centro mi vista en la película.  

Se supone que hoy era noche de mejores amigas, pero adivinen que; el novio del año decidió aparecer y ahora estoy haciendo de mal tercio. Cómo es de costumbre. 

Mi celular comienza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón y lo saco. Es una llamada de Sabrina. 

No hemos hablado desde acción de gracias, ni siquiera me atreví a escribirle. Decido contestar. 

—Hey, hola… 

—¿Qué tal?  

Llevo un puñado de palomitas a mi boca. Veo por el rabillo de mi ojo a la pareja abrazarse en el sofá individual. 

¿Por qué demonios tienen que estar en un espacio tan pequeño cuando existe el sofá de dos plazas?  

—Uhm, bien.  

—No hagamos esto incómodo, todo está bien —le resta importancia y eso hace que me quite un peso de encima. Sonrío un poco—. ¿Qué haces?  

—Veo una película, que por cierto tiene una trama malísima, pero es más entretenida que la escena de amor que me dan Chloe y Noah. 

Ambos están tan metidos en su mundo que no me oyen.  

—Adoro tu plan.  

—Yo también. Tanto que estoy que busco cloro y lo bebo —Sabrina ríe—. ¿Y tú qué? 

—Ryan y yo estamos en casa de Mima —se refiere a la abuela de nuestro amigo—. Fui a la tuya, y tú mamá de una manera muy acogedora me dijo que no estabas.  

—Oh, me lo imagino. 

—En fin, queremos que tú Chloe y vengan, pero suponiendo que está con Noah… 

—Yo voy —me adelanto—. No aguanto más un segundo aquí. 

Ríe y le digo que en seguida llego. Dejo el celular en su anterior lugar y me levanto, colocó el bol de las palomitas en la mesa de centro. 

—¡Bien! —choco mis palmas y tanto como Chloe como Noah, voltean a verme—. Me voy a la casa de la abuela de Ryan. Allá están los chicos. 

—¡Oh! Fabuloso. Quiero ir. —Chloe se pone de pie. 

Miro rápidamente a Noah y este tiene una ceja elevada. Entrelazo mis manos y hago un gesto de incomprensión. 

—¿No se suponía que veríamos la película? —Noah se acomoda en el asiento. 

—Según lo que yo vi, eso era lo menos que estaban haciendo —murmuro y me gano una mala mirada de Chloe—. ¿Qué? 

—Amor, sabes que no pasó tanto tiempo con mis amigos. —hace un mohín y yo una mueca de asco. 

—Y conmigo tampoco. —se señala.  

Tengo unas inmensas ganas de hacer una arqueada.  

—Si vinieras más a menudo… —insinúo y ahora ambos me ven con desaprobación. Respiro profundamente y antes de que Chloe hablé, lo hago yo—. Chloe, quédate con él. Noah tiene razón, no pasan tanto tiempo juntos. 

—Pero… 

—Ryan y Sabrina lo entenderán —sonrío mínimamente. Noah me mira con desconfianza, y yo lo acribillo con los ojos—. Desde hace más de un año lo han entendido. 

Noah me provoca acidez. 

—Adiós. 

No espero más y voy hacia la entrada. Al salir me consigo con los papás de Chloe. 

—¡Ali! ¿Ya te vas? —la señora Patterson viene cargando unas bolsas. 

—Si, señora. 

—Brenda, te he dicho que digas Brenda. 

—Buenas noches, nos vemos y… Adentro está Chloe con Noah. —les aviso y en eso él señor Patterson se pone alerta. 

—Comprendo.  

—Tranquilo, los tuve vigilados. 

Bromeo y ambos ríen. Meto mis manos en los bolsillos de mi suéter y sigo caminando. Voy  lo más rápido posible, es un poco tarde y aunque la abuela de Ryan viva a pocas calles de aquí, no me gusta andar sola a estas horas.  

No pasan muchos minutos cuando de nuevo que tengo detenerme, al toparme con alguien.  

—Buenas noches, solecito

Cada músculo de mi cuerpo se tensa, y me toca verle la cara nuevamente a James. Él sonríe con toda amplitud hacia mi, y el estómago se me revuelve.  

—James. —pronuncio sin un ápice de gratitud—. Deja de llamarme así.  

—¿Por qué? Amabas que te dijera así.  

Da unos pasos más, y retengo la respiración mientras mis manos tiemblan dentro de mi suéter.  

Sin que quiera, termino apreciando el celeste de sus ojos que, debido a la poca luz, se han vuelto más intensos. Creo que uno de los pesares más grandes de volverlo a ver es que, no solo el odio y el desagrado, se reaviva en mi. Sino que otros sentimientos también.  

Me quedo en un pequeño limbo, pero cuando noto sus intenciones de dar otro paso más, me aparto y reacciono. 

—Tengo prisa.  

Doy un paso adelante y lo rodeo. Estando de espaldas él me toma del hombro, y me giro a la vez que me zafo de su agarre. 

—No me toques. —exijo de forma brusca. 

—Te extrañe en acción de gracias. ¿Por qué no te quedaste? 

Me estremezco al tener que oír como su tono cambia a uno más bélico, sigue sonriendo tanto como quiere pero ahora no para de recorrerme con la mirada.  

—Deja de hacer esto. —subo mi voz. 

—¿Hacer que? —camina hacia mi y sigo retrocediendo. 

Miro a todas lados, con la esperanza de que alguien pase. Las calles están sumamente solas.  

—Deja de buscarme.  

—¿Es que acaso no has entendido, Aliyah?  

Suelta una carcajada pequeña, y yo tropiezo con la acera. Voy a caerme, pero él se apresura a tomarme por el brazo y pega a su cuerpo. Doy un jalón, pero él me toma del otro brazo y hace que mi espalda se apoye de un árbol. 

—Si, ya entendí. Estás demente. —acuso sin dejar de intentar que me suelte.  

—No —borra su sonrisa—. Que no te dejaré en paz… —acerca su rostro al mío y volteo mi cara—. Voy a estar detrás de ti, hasta que te rindas ante mi o hasta que destruya tú reputación como lo hiciste conmigo.  

Mis manos tiemblan de ira, me muevo más enfurecida y logro quitármelo de encima con solo empujón.  

Presiono mis labios y hago de mis manos puños por dentro de los bolsillos del suéter. James se queda callado, y vuelve a sonreír pero esta vez, con mucha alevosía . Me giro y camino rápido, casi corro, para lograr irme sin que él me detenga.  

Voy con la respiración agitada, y con la mente más revuelta que antes. 

James… me acaba de amenazar.  

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.