Predicción de amor

Capítulo 9: Desconocido por conocer

Miércoles. 16 de diciembre, 2011. 


—Amo Navidad. Son mi fechas favoritas. —chilla Chloe. 

—Todas las fechas son tus favoritas. —Sabrina ríe mientras desenreda una extensión de luces. 

—Por lo menos ella si es efusiva, no como otras —murmura Ryan a su lado y mi amiga le golpea el hombro—. ¡Ay!  

—Idiota. 

—Ya se habían tardado. —Chloe acusa riendo.  

Llegamos hace un par de horas al Saint Joseph, el hospital donde Charlie es interno. No hemos parado de ayudar a decorar todo el departamento de oncología y el salón principal. He hecho todo lo posible, por estar muy ocupada para no tener que hablar tanto con mis amigos. 

Las últimas semanas, he evitado hablar con ellos por el temor de que se den cuenta y certifiquen, que algo va mal. Aquella noche que me encontré con James, ni siquiera llegué a verme con Ryan y Sabrina. Me fui a mi casa y tome como excusa, que me necesitaban allá.  

Sino les cuento, no es porque no confíe en ellos ni muchos menos, sino que el hablar de eso significa dar detalles y no quiero llegar al punto dónde tenga que confesarles todo. Me aterra. 

—Iré a poner más flores de pascua en las ventanas. —anuncia Chloe y se va. 

—¡Te acompaño! —grita Ryan y sale detrás de ella. 

—Yo llamaré a casa —Sabrina saca su teléfono de su pantalón—, Sarah y Luke están solos así que... 

—Tranquila, anda a llamar a tus hermanos. 

Asiente con la cabeza y se retira. Busco guirnaldas en la caja para colocarlas en la entrada del salón, y al encontrarlas, voy por la escalera para poder ubicarlas donde quiero.  

Estando en el último escalón, comienzo a guindar la decoración. Le doy mi total y absoluta dedicación, a pesar que no me encante la idea de tener que ser voluntaria para niños, está parte me la disfruto mucho.  

Termino con lo mío y me inclino un poco hacia atrás sin dejar de sostenerme de la escalera. Sonrío al ver cómo me quedó. 

—Perfecto.  

—La verdad quedó muy bien. 

Me sobresalto al oír una voz masculina a mis espaldas; tanto así que casi me caigo de las escaleras, pero esa misma persona me sostiene para que eso no ocurra. 

—Cuidado. 

Siento sus manos en mi cintura y rápidamente hago un movimiento para que me suelte.  

Bajo los escalones y al voltear me encuentro con un chico muy guapo, de grandes ojos color avellana. Bueno, más bien es un hombre joven.  

Examino su vestimenta y me indica que debe ser algún interno de medicina; lo sé porque es el mismo uniforme que usa Charlie. Sigo mirándolo, y su cara me parece haberla visto antes.  

—¿Estás bien?  

Vuelve a hablar y salgo de mi trance. Parpadeo. 

—¿Perdón? 

Sube cejas viendo hacia los lados, y después solo me observa de reojo. 

—Que si estás bien. —repite con lentitud. 

—Ah, eso. Si, lo estoy. 

—¿Te asusté? 

Sé que me habla, pero yo no puedo hacer otra cosa que no sea verlo. En serio, creo haberlo visto en otro lado alguna vez.  

—No te preocupes— sacudo mis ideas y paso mis manos por la tela de mi pantalón—. No, no fue así… 

Me limito a contestar y entonces él mira hacia alrededor con mucho interés. Yo sigo analizando su rostro, incluso llego ladrar mi cabeza y en eso, él me vuelve a hablar. 

—De verdad que todos han hecho un excelente trabajo. Los niños estarán maravillados mañana —su mirada vuelve a mí y disimulo mí acción anterior—. Sin ustedes, nosotros solos no hubiéramos logrado esto.  

Sonríe. 

Esa sonrisa. Una particular sonrisa, que ya he visto antes. ¿En dónde? 

—¿Está algo mal? —ríe.  

Alzo mis cejas al notar que se ha dado cuenta de que no he parado de verlo. Aclaro mi garganta y froto mis manos. 

—No —pienso—. Es solo que... 

No sé cómo decirlo, no lo conozco de nada pero su presencia me genera una gran intriga.  

Se cruza de brazos y su sonrisa pasa a ser una ladina. Intuyo algo, pero no sé qué y me cabeza se vuelve un revoltijo ideas. 

—¿No te acuerdas de mí?  

Mi asombro es notable, y espabilo un poco mas.  

—Entonces, no me estoy volviendo loca —sentencio y él da una pequeña carcajada—. ¿Dónde nos hemos visto?  

—Para ser concreto, en Halloween. 

Junto mis cejas y le doy una mirada de incredulidad, él lo percibe perfectamente por lo que opta por demostrarlo: 

—Hey, bucanera.  

Enuncia con vacilación y todo conecta en mi cabeza. Cierro mis ojos avergonzada por algún motivo, y sonrío incrédula aún.  

—Esto es increíble. —niego. 

—Entiendo, esa noche llevaba una máscara y estaba oscuro. Más bien me impresiona que aunque sea te haya revisado a alguien. —dice llevando un gesto risueño.  

—Bueno, recordaba tu ojos y sonrisa.  

Tan pronto lo digo, me arrepiento. Es claro que eso le hace gracia, y termina por presionar sus labios conteniendo su risa. Luego, me da una expresión socarrona.  

—Tranquila, yo tampoco te he podido olvidar. —sube y baja sus cejas. De nuevo cruza sus brazos. 

—Eso no fue lo que dije. —alzo mi índice.  

Ríe y agacha su cabeza. Vuelve a subir su mirada y sus ojos me atrapan, quedo desinhibida por un corto lapso.  

Entre nosotros se forma un silencio y lo único que tengo en mente es que, su rostro se me sigue haciendo conocido de otro lado. Tal vez y ya me esté volviendo loca, pero mi mente no deja mandarme señales que me confunden aún más. 

—¡Miller!  

Una chica de cabello castaño y piel canela entra al salón. Su mirada va directa hacia él y lo toma del brazo. 

—Debemos estar en urgencias. ¿Qué haces aquí?  

—Estaba... —intenta hablar, pero la chica lo hala. 

—Vamos. 

—Disculpa debo irme. Tengo que... —me mira a mí. 

Su amiga por me observa y no lo hace de la manera más agradable, la verdad. Yo no tardo en repasarla de forma despectiva.  

—Está bien. Nos vemos luego, supongo. —paso de la chica. 

—Por supuesto que sí. 

Se van y yo quedo sola, desorientada y con miles de preguntas. 

¿Le dije que nos veríamos luego? 


*** 


Ryan estaciona el auto al frente de mi casa y enseguida me quito el cinturón de seguridad. Sabrina está en el asiento de atrás y yo voy de copiloto. Al salir del hospital Chloe se fue con Noah. 

—Gracias por traerme, Ry —me giro hacia atrás—. Adiós, zanahoria. —Sabrina bufa y sigue tecleando en su celular. 

—Adiós. 

—Nos vemos, Ali. 

Ryan se despide y me bajo del auto a la vez que, Sabrina se cambia al asiento de adelante. Entro a mi casa, y veo por los pasillos para saber si hay alguien en casa. 

Sigo caminando hasta la sala luego al comedor. Cuando voy cruzando hacia la cocina, papá de repente aparece saliendo y me sobresalto. Él ríe y noto que en sus manos trae una taza con helado. 

—¿Te asusté? —pregunta con diversión. 

—No, solo salte por la emoción de verte —ironizo y me da una mirada de advertencia—. Perdón. 

Asiente y termino de entrar a la cocina para hacerme algo de cenar. Siento los pasos de papá detrás de mí y cuando comienzo a prepararme un emparedado, él se sienta en frente al mesón para terminar su helado. 

—Y... ¿Qué tal el día? 

Lo miro de reojo y entiendo que está tanteando para poder crear una conversación. 

—Todo bien. En el hospital quedaron satisfechos con la decoración. Te apuesto que vas y no hay ni un lugar que no grite navidad.  

—Me alegro mucho —juega con la cuchara—. ¿Y tú hermano? ¿Dónde está? 

—Me dijo que se quedaría en casa de Zack. 

Termino con mi cena y la tomo junto con mi bolso para irme a mi habitación.  

— Oye. —papa me llama y volteo. 

—¿Sí? 

—Haremos una cena navideña con toda la familia y estaría bien que asistieras.  

—Yo... —me interrumpe. 

—Aliyah, es tu familia. Es nuestra familia. Vuelve a compartir con nosotros. 

Muerdo mi labio inferior y desvío mi vista. Todos los años tenemos la misma discusión en estas fechas, nunca me ha gustado compartir con mi familia y antes solía acceder con más facilidad, pero desde hace dos años me he rehusado rotundamente. Y este año será igual. 

—No, papá. Lo siento, pero no. 

Presiono mis labios y continuo con mi camino. Llego a mi habitación y me encierro  durante toda la noche, a eso de las doce de la madrugada sigo todavía despierta. 

Admitiré que tengo miedo de lo que James este dispuesto a hacer. No diré que cuando él no estaba aquí todo estaba mejor porque desde hace dos años todo para ha sido un tormento, pero si diré que era mejor tenerll lejos que cerca. Tan cerca. 

Me levanto de la cama y dejo caer mis pies en el suelo frío. Veo hacia los lados en medio de la oscuridad y busco que hacer para poder conciliar el sueño. Termino de ponerme de pie y camino por toda mía habitación en círculos hasta llegar a la ventana. Retiro apenas un poco la cortina y miro hacia afuera. 

Me recargo del cristal en modo de tener una vista más amplia de la calle. Sin querer poso mi mirada en la casa de los Davis, y no puedo evitar notar que hay sola una luz encendida. Reconozco que viene de la habitación de James y en eso suelto un suspiro. 

En el pasado hubo noches en las que veía con anhelo esa ventana y deseaba que él saliera por ahí para así vernos a la distancia. También hubo momentos en los que daba dolor ver hacia esa dirección, pero ahora, en el presente solo me genera asco y decepción. 

Una sombra aparece en la ventana de James y me supongo que es él. Justo en el instante en el que me voy a retirar de mi ventana, él abre la suya y entonces me ve. Cierro inmediatamente la cortina y frunzo mi ceño. 

Inspiro con todas mis fuerzas y me convenzo que no hay peligro inminente. Que todo estará bien. 

O eso espero. 

*** 

Jueves. 17 de diciembre, 2011


A las once ya estoy en hospital como quedamos, y tras pasar los minutos debo salir a la entrada para esperar a mis amigos, ya que ellos no llegan. Los minutos pasan y no tengo señales de ellos, en media hora va a comenzar la actividad.  

Decido apoyarme de una columna que sobresale del edificio, y espero con la vista al estacionamiento. Anoche no dormí casi nada y eso hizo que me levantara de malhumor. 

Más de lo habitual.  

Ahora mis amigos no llegan, y la cabeza da grandes punzadas de dolor.  

—Creí que te encontraría adentro.  

Llevo mi atención hacia un lado, y de nuevo me encuentro con él chico de ayer. Acomodo un poco mi postura y meto mis manos en los bolsillos de mi suéter.  

—Estoy esperando a mis amigos, que también son voluntarios.  

Se queda al frente de mi y por más que me quiero hacer la indiferente con la vista en el celular, no puedo no mirarlo. Físicamente, es muy atractivo y digamos, que… es muy sexy.  

—Oh… —ve la hora en el reloj de su muñeca y se me pone de los nervios—. Ya debe estar por comenzar la actividad.  

—No me lo recuerdes —vuelvo a enfurecer y tecleo con afán mi celular. Llamo a Ryan, pero sale la contestadora y lo mismo pasa con Chloe y Sabrina—. Agh, les dije que tenían que estar aquí a la once. 

—Tal vez se les presentó algo.  .




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