Predicción de amor

Capítulo 11: Cuando hay un patrón...

Me llevo las puertas principales del hospital por delante, y dejo mi pensamientos volar libremente porque ¡Estoy enloqueciendo! 

—Este es el momento, en dónde despierto. —cubro mis ojos con las manos y doy vueltas en mi mismo lugar. 

—La trama de esta historia dio un gran giro. 

Me fijo en Sabrina, quien sigue admirando con asombro e incredulidad, el retrato que hice. Ryan está igual de desorientado que yo, pero más calmado y Chloe solo abre y cierra su boca, tantas veces puede. Esto es... 

Ya no se ni que es. 

—¿Dónde está apareció este tipo? —Ryan agita su cabeza.  

Pongo mis brazos en jarra, y echo mi cabeza hacia atrás en un signo de estrés. Miro a nuestro alrededor, estamos a pasos del estacionamiento.  

—Lo ví por primera vez en la fiesta de Halloween, y luego lo vi ayer aquí. Hablamos, de una forma… 

—Ya lo vimos, Ali. Apuesto que te ha estado coqueteando desde la fiesta. —Chloe cruza sus brazos y sonríe para aligerar el ambiente. Doy un resoplido.  

—En fin, resulta que es el sobrino de John.  

—¿Quién? —dice Sabrina y alza una ceja. 

—No recuerdo nada de él, es decir, se que John tiene familia en Nueva York y entre esos está un sobrino que se crío aquí en Denver pero luego se tuvo que ir, no sé por qué —relato frustrada—. Estaba muy pequeña, no lo recuerdo.  

—Estás coincidencias son muy extrañas —Ryan niega con desconfianza—. ¿Por qué no te dijo desde un principio su nombre y que era el sobrino de John?  

—La gente no va compartiendo información personal a la primera. —Sabrina defiende con tono obvio. 

—Lo del nombre es irrelevante. —agrega Chloe y Ryan rueda sus ojos. 

Yo nuevamente cubro mi rostro y me agachó hasta quedar de cuclillas. Doy un grillo de frustración. 

—¡Estoy demente! —chillo y veo hacia arriba. Mis amigos ven como si fuese perdido la razón—. Intérnenme en un psiquiátrico. Ya.  

—Muy bien, basta chica drama.  

Chloe me toma de los brazos y Sabrina me empuja de la espalda, obligándome a ponerme de pie.  

—Mira, son coincidencias. Más nada. —Sabrina trata de convencerme pero mantengo mi expresión trágica.  

—Exacto. Thomas es un nombre muy genérico. —continua Chloe a mi otra lado. Parece que ella se trata de auto convencer de sus palabras.  

—¿Y su rostro también es genérico? ¡Soñé con alguien que no conocía! —agito mis manos y mis amigas suspiran en busca de paciencia.  

Veo a Ryan, que permanece al frente con los brazos cruzados y aura escéptica. Alzo mis cejas para que hable. 

—Cuando hay un patrón, no hay espacio para las coincidencias. —enuncia cada palabra con la vista en todos lados.  

Las chicas y yo compartimos miradas, y puedo jurar que a las tres la piel se nos eriza. 

Ryan propone ir por comida tailandesa, y aceptamos. El tema no se vuelve a tocar; tengo la sensación de que todo esto, nos desconectó un poco y generó miedo. Esto es muy ajeno a nosotros.  

El tema no sale de mi cabeza, ni por un segundo pero aparento que no me atormenta. Solo lo aplazo para cuando esté sola, y pueda comerme aún más la cabeza.  

Lo de siempre.  

*** 

Viernes. 23 de diciembre, 2011.  

Durante toda mi vida he sobre pensado cada movimiento que he planeado llevar a cabo, y que sucedería al hacerlo. 

Se han convertido en un pasatiempo el observar constantemente los comportamientos de los demá. Siempre me he interesado por saber el porqué de cada actitud, sobre todo el comportamiento del ser humano al tomar decisiones ante momentos cumbres, así que por supuesto que he intentado comprender estos sueños que he tenido desde un principio, eso es claro. 

Luego del último gran acontecimiento, me he encargado a investigar desde el momento en el que entendí que son más que eso, más que simples sueños. Después de buscar mucho sobre el tema, concluí que existen dos niveles de significado en el sueño:  

Uno es que el contenido manifestante, compuesto por lo que se ha soñado y dos, el contenido latente, que sería la interpretación.  

También encontré que otros expertos en el área consideran que los sueños son productos desechables de nuestra mente sin ningún significado, y sin más utilidad que ayudar a potenciar nuestra memoria.  

A decir verdad, todo esto es muy complejo, pero en ningún parte dice que se debe hacer cuando un sueño literalmente se convierte en realidad...  

Aunque puede que no haya tal respuesta debido a que es completamente descabellado. 

Otra conclusión: Sigo tan loca como desde el primer día que comencé a investigar. 

—¿Sigues en este plano terrenal? 

Parpadeo y me desconecto de mis pensamientos. Miro a mis padres y a mi hermano, luego bajo mi mirada y doy con mi cena intacta. Me disocié tanto, que el olvide que estaba cenando con mi familia. 

Muevo mi tenedor con nerviosismo entre mis dedos, y aclaro mi garganta. 

—¿Escuchaste lo que te dije? —repite papá.  

—No. Lo siento —dejo caer el tenedor sobre el plato y siento la mirada de mamá en mi—. ¿Me lo puedes repetir? 

—Tranquila, no era nada importante.  

Llevo mi vista al frente y mamá se encuentra viéndome de forma extraña. Observo a Charlie, quién está a mi lado, y él solo disfruta de su comida mientras contiene una risita en su rostro.  

—¿En qué pensabas? Has estado muy callada durante toda la cena. 

Papá me observa con genuino interés.  

—Más de lo habitual. —susurra mamá. Tenso mandíbula al sentir su tono mordaz.  

—De seguro pensaba en el odio que le tiene a la humanidad. —Charlie dice burlón. Golpeo su pierna por debajo de la mesa y suelte una queja para nada disimulada.  

—Nada, solo... —miro de reojo a mi hermano y el junta sus cejas.  

Pienso en una excusa porque no les diré lo que en verdad robaba mi atención, claro está. De nuevo juego con el tenedor.  

—Pensaba en cosas de la universidad y, además estoy un poco cansada... 

Papá asiente lentamente y yo rebusco en mi comida con el tenedor. Llega un punto en el solo se escucha el sonar de los cubiertos contra los platos; hasta que papá decide hablar. 

—Hablando de tu universidad —aclara su voz y dejo mi comida—. ¿Ya decidiste si dejarás que te siga pagando tu carrera o lo harás tú? 

Ah, sobre eso. Hace un tiempo le dije a papá que empezaría a pagarme la matrícula de la universidad, él no estuvo del todo de acuerdo y obviamente, luego hubo una para nada acogedora conversación con mamá. El asunto termino, en que papá me diera tiempo de pensarlo mejor y luego le diera una decisión determinada. 

No hubo nada que pensar, siempre estuve completamente segura de que esto es lo que quería.  

—La pagaré yo, papá —digo sim titubeo—. Ya lo decidí. 

—Hija, respeto tu decisión, pero si en algún momento necesitas dinero... —toma mi mano con la suya y le da un suave apretón. 

—No dude en pedírtelo —completo. Él deja caer su espalda en el respaldo de la silla y suelta mi mano—. Lo sé, y te lo agradezco, pero es necesario que comience a independizarme. Créeme.  

—Lo cual es excelente. —interviene mamá. 

Ambas nos miramos y sostenemos la vista en la otra. A veces quisiera cuál es su problema hacia mí. ¿Por qué simplemente no puede apoyarme in que haya sarcasmo en el medio? 

Eso suena un poco mi.  

—Lo es, pero no quiero que descuide sus estudios por estar trabajando. 

—Ella ya tiene diecinueve años, ya no es una niña. ¿No es lo que siempre ha querido? ¿Ser independiente? —mamá intercala su vista de papá a mi—. Ya es momento. 

—Mientras tengamos las posibilidades, la ayudaré, al igual que a Charlie. 

El tono de papá es más severo e intuyo que se está molestando. Al igual que mamá. Charlie y yo cruzamos miradas de inmediato.  

Mi hermano carraspea su garganta para la atención de ambos, haciéndolos callar y terminar su apenas creciente discusión. 

—Mañana iré a una fiesta en Boulder.  

Introduce sin más, y aunque sé sus intenciones creo que pudo haber usado un mejor tema. Niego con mi cabeza. 

—¿Desde cuándo nos informas que irás a fiestas con tanta anticipación? —papá habla completamente extrañado. 

Gracias, genio. 

—Mañana es noche buena, y la pasaremos juntos. En familia. —le recuerda mamá y luego pincha su comida.  

—Lo sé y la fiesta empieza después de las doce de la noche. —se encoje de hombros. 

—¿Y sigues contándonos esto por qué…? —papá sigue viéndolo con sospecha.  

Froto mi ceja y ruedo mis ojos.  

—Porque… —se queda callado—. Convencí a Aliyah de que fuéramos juntos.  

—¿Qué? —decimos mis padres y yo en un solo tono de voz.  

Abro mis ojos y boca, y alzo mis manos en busca de una explicación.  

—Me pareció un hito interesante de contar. —sigue mi hermano. 

—Yo no voy a ir ningún lado. —replico de inmediato.  

—En eso estamos de acuerdo, porque después de todo lo que ha pasado, no pretenderás salir a una fiestecita en noche buena.  

Mamá reclama con dureza y no hago más que verla con evidente recelo.  

—Mamá, yo también estaré. Relájate. —intervine Charlie, pero yo no dejo de verla a ella.  

—No me importa, ya dije que no. —sentencia y papa frota su cien.  

Se levanta de la mesa y mi paciencia se va agotando con mayor rapidez, no tolero cuando me trata como a una niña.  

—Mamá… 

—No necesito tu permiso, soy mayor de edad. —digo antes que se vaya, y entonces voltea. 

—Aliyah. —me mira con represión pero paso de él. Charlie ahora también luce preocupado. 

Meredith Cooper da pasos retadores de nuevo hacia su asiento, y me da una mirada templada.  

—Dijiste que no irías.  

—Pues ahora sí quiero —miro a Charlie—. E inventare a mis amigos. ¿Bien? 

Mi hermano se le ve perdido, y le cuesta contestar ante tanto tensión en el ambiente.  

—Eh, claro. Si, está bien. 

—Y dime, Charles. ¿Cómo piensan ir? —papá se cruza de brazos.  

Me siento como una cría.  

—Estaba pensando en ir en tu auto...  

—No.  

—No dejaré que choques de nuevo mi auto. 

—¡Fue una sola vez! Y fue por culpa del otro conductor.  

—Estabas ebrio, Charles.  

—Y si... ¿Alguien más condujera? 

Con eso Charlie me ve y entiendo lo que insinúa. Sonrío con astucia. 

—Yo conduciría.  

—No Aliyah. Nunca has manejado de noche y menos lo harás para ir a una fiesta en Boulder. —vuelve a negar mamá. 

—Ya oyeron. —papá sube sus cejas.  

—Puedo hacerlo perfectamente, además yo no bebo. No hay peligro. —insisto. 

—Exacto. —dice Charlie. 

—No —remarca mamá—. Tú has lo que quieras Charlie, pero Aliyah no irá a ningún lado. 

—¿Sabes qué? Hagamos algo. —papá se inclina hacia adelante y nos da una sonrisa. Una maliciosa.  

Esto no me está gustando. 

—Si Aliyah asiste a la cena familiar, les doy el auto. 

Tiene que ser una maldita broma que papá esté usando esa carta.  

Mamá no se le ve del todo de acuerdo, pero no dice nada después que papá le da una mirada significante.  

—¡Listo! Asiste a la cena y podremos. —Charlie celebra. 

—Si Aliyah no va, no hay auto. 

—Bueno, no hay problema... 

—¡Si hay problema! —intervengo—. Yo no he dicho que iré a la cena. Porque no lo haré, y ya eso te lo había dicho papá. 

—¿Seguirás con esa actitud tan infantil, Aliyah? —mamá muestra su desaprobación una vez más—. ¿Puedes dejar de pensar solo en ti? Tú familia quiere compartir contigo... 

—Será que quiere criticarme de frente. 

—¡Aliyah! —mamá golpea la mesa. 

—Bueno, basta —pide papa—. Ya saben, si vas a la cena les doy el auto. 

Doy un gran resoplido. 

Me levanto del comedor, dando por terminada la conversación y voy hasta la cocina, porque desgraciadamente me toca a mí limpiar todo.  

Charlie se queda conmigo a ayudarme a acomodar los trastes y luego de un largo silencio; saca de nuevo el tema. 

—Aliyah, por favor. Acepta. 

—No. —seco los platos con un pañuelo. 

—¿Por qué eres tan aburrida? 

Da vueltas por la cocina e ignoro cualquier mínimo comentario que haga para convencerme. 

—A ver, si no vas. ¿Dónde piensas estar?  

—En mi habitación.  

—Seguirás en casa y estarás en peligro de ser acechada por la familia. —fijo mi vista en la pared y sigo escuchando a Charlie—. ¿Recuerdas lo que sucedió el año pasado? Mamá te quiso sacar a la fuerza, fue un gran espectáculo navideño.  

Muy bien, el idiota de mi hermano tiene razón. El año pasado mamá y yo terminamos con una inmensa discusión que hizo qué toda nuestra familia se fuera, y a los días comenzarán con chismes sobre lo maleducada me he vuelto. No suficiente con eso, mamá me castigó. 

—Para empezar, nunca quise ir a la dichosa fiesta. Fue una estúpida de idea. —me volteo apoyándome del fregadero. 

—Pero aceptaste.  

—Porque quise llevarle la contraria a la progenitora que compartimos. ¿O no te diste cuenta?  

—Asiste a la cena, pon tu mejor cara y a las doce nos largamos a la fiesta. ¿Tienes un plan mejor para noche buena? 

Se cruza de brazos y se apoya del mesón. A veces me da gastritis admitir que Charlie tiene razón, y esta es una de ellas. Porque es cierto, me ahorraría un drama con mamá y me quitaría eso de convivir varias horas con mi familia. 

—Está bien. —accedo y él grita en celebración. 

—Ahora debo decirle a papá que te convencí.  

Camina hasta la puerta, por alguna razón se regresa y sin previo aviso toma mi cabeza, deja un sonoro beso en mi frente y mi cabello alborotado. 

—¡Charles! —me quejo fuertemente y retiro sus manos de mí. 

—¡Te amo, pecas! —grita mientras está vez si se va. 

Vaya, una fiesta. Justo lo que ahora necesito. 

Si, era sarcasmo.  


*** 


Ryan y Sabrina mantienen una video llamada con Chloe y conmigo, en mi habitación. Todos hablan entre sí, excepto yo, que por segunda vez en el día he quedado varada en mis pensamientos. 

Thomas. 

Es él mismo Thomas.  

No, no puede ser. Es absurdo.  

Es una casualidad. 

—Yo digo que todo esto es muy descabellado. —habla Ryan. 

—¡Pero romántico! —Chloe chilla con emoción.  

—Si, si, súper romántico —Sabrina habla con sarcasmo—. Es escalofriante que él tipo se llame Thomas. 

A decir verdad, después de tanto leer y analizar, no he encontrado una respuesta que me dé completa seguridad. Me siento realmente perturbada y me frustra en cierto, no tener la solución en mis manos. Porque ni siquiera sé si esto es un problema. 

No sé que es lo que está pasando exactamente.  

—¡Aliyah! —grita Sabrina y yo parpadeo volviendo a la realidad—. ¿En qué carajos pensabas? 

—En todas las idioteces que dicen. —respondo con tono hosco.  

—Hablamos de tus sueños, en todo caso hablamos de las idioteces que tú sueñas. —musita Ryan mientras se ríe. 

—¿Ahora eres comediante? 

—Cuando la situación lo amerita, sí. 

Ruedo mis ojos y ellos ríen. Chloe me da un leve un empujón para que quite la cara larga y entonces me incorporo en mi asiento; mi amiga me sigue estando en un banco más pequeño. 

—Miren, cambiando de tema. —rasco mi frente. 

—Qué raro tú no queriendo hablar de tus emociones. —ironiza Sabrina. 

—Tienes cola que te pisen —ella se calla y los demás ríen—. Charlie me invitó a una fiesta mañana después de las doce. 

—¿Cómo es que eso ocurrió? —pregunta Ryan. 

—Larga historia —le resto importancia—; es en Boulder y me pareció genial que fuéramos todos. ¿Qué dicen? 

—Me parece genial. —Chloe grita emocionada. 

—¡Sí! —Ryan y Sabrina concuerda. 

—De acuerdo.  

—¿Noah podría ir?  

La petición de Chloe me toma desprevenida y  juro que quiero gritarle un gran y absoluto no, pero la mirada suplicante y tierna que me da Chloe, no me permite hacerlo. 

—Si… —concedo muy a mi pesar. 

—¡Si! —Chloe me abraza y luego saca su celular del bolsillo de su chaqueta muy, muy rosa—. Voy a avisarle de una vez. 

Se levanta y sale de mi habitación para hablar con Noah en el pasillo. Giro mi vista hasta la computadora, y me topo con las miradas desaprobatorias de Ryan y Sabrina. 

—¿Por qué simplemente no le dices que no lo toleras? —Sabrina se cruza de brazos. 

—Se supone que somos amigos, y que somos transparente con nuestras emociones. —agrega Ryan. Muerdo mi labio inferior. 

—Es su novio y… Sería egoísta decirlo eso. 

—Todos somos conscientes de que odias a Noah. —Ryan dice con veracidad. 

Muevo mi pierna con impaciencia y por más que intento ahorrarme el comentario, no lo logro. 

—Él y James hicieron… 

—Sabemos lo que hicieron, pero… —Sabrina sisea, pero la interrumpo como ella a mi.  

—El único “pero”, es que ustedes si pudieron olvidar muy fácilmente eso, pero yo no. Y no pienso hacerlo, Chloe merece a alguien mejor y ustedes deberían pensar igual.  

Chloe regresa a la habitación y me callo. Nos dice que Noah irá y nosotros solo asentimos. 

—Bueno, debo irme a ver qué hacen Luke y Sarah. Nos vemos mañana. —Sabrina se despide y apaga su cámara. 

—¿Emocionadas por ir a esa fiesta?  

—Estoy muy, muy emocionada. Me hace falta salir a divertirme. —Chloe vuelve a chillar.  

—En conclusión, sobre Thomas…  

Ryan habla sin ningún destello de broma. Tanto él como Chloe me miran fijamente y sé que no saldré fácil de esta conversación. 

—Me volveré loca —suspiro—. Es en serio, parece irreal que haya soñado con él y ahora sea de verdad. Y, ese retrato que hice… 

Giro medio cuerpo para ver hacia mi mesa de noche, dónde el papel con el retrato descansa bajo los libros que estuve leyendo. Miro de nuevo a Ryan y después Chloe.  

—Hay algo más detrás de todo esto que no logro entender.  

—¿Y como piensas averiguarlo? —Chloe pasa su vista de mi a Ryan.  

—No tengo idea.  

Digo totalmente abatida, me cruzo de brazos y dejo caer todo el peso de mi cuerpo en la silla.  

—Bueno chicas, yo me iré a dormir. Buenas noches, Ali y ricitos.  

—Buenas noches. 

Nos despedimos y apago la cámara. Chloe me observa y me da una mínima sonrisa la cual correspondo. Lleva su mirada a mi brazo izquierdo y sube la manga de mi suéter que va a conjunto con mi pijama de grandes girasoles.  

—¿Hasta cuándo ocultaras ese tatuaje? —ríe. 

—No lo oculto, todos saben que lo tengo. —contesto con tono obvio y retiro su mano para de nuevo cubrir el tatuaje en mi antebrazo. 

—Pero no te gusta que lo vean. 

—Porque todos lo critican y… 

—Crean prejuicios, lo sé. Pero a ti te gusta y ¿Qué más da lo que los demás digan? 

—Créeme que me da mucho. Demasiado. Más de lo que quisiera. 

Se pone de pie y estira sus brazos hacia arriba, para después dar un largo bostezo.  

—Me voy.  

—¿Quieres que le diga a Charlie que te lleva a tu casa?  

—¡Que va! No es necesario. —camina hasta la puerta y yo la sigo. 

—Es tarde, Chloe. —me adelanto para tomar el picaporte y apoyarme de la puerta.  

—Vivimos en un sector privado, relájate —rueda sus ojos riendo y acaricia mi hombro—. No vemos mañana, te amo.  

Deja un beso en mi mejilla y se va antes de que le siga insistiendo. Me quedo junto a la ventana por varios minutos, esperando ver a Chloe pasar y luego perderla de vista a final de nuestra cuadra. Voy a irme a la cama, pero una brisa repentina me sorprende antes des cerrar la ventana y logra revolver varias cosas dentro de mi habitación.  

La cierro, y recojo el desastre. Tomando los últimos papeles, doy con la foto de la cabina de la feria en Halloween. Hago una mueca al recordar que ese día conocí a Thomas.  

La dejo de nuevo en su lugar y me voy a dormir.  


 




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