- ¿Estás seguro de que solo deseas dos meses, Felipe? – Preguntó su jefe asombrado de que no pidiera más tiempo.
Felipe había trabajado arduamente por años sin tomar siquiera un día de vacaciones, y no porque no pudiera o se le negara, sino más bien porque había estado juntando dinero concienzudamente para realizar un gran viaje. Haber trabajado sin cansancio aun en tiempos de merecido descanso, le había reportado un incremento considerable en sus arcas. Y era necesario que así fuese puesto que gran parte de lo ganado lo gastaría en su viaje ……un viaje por toda Italia.
Sus padres adoptivos eran descendientes de inmigrantes italianos que desde hacía décadas se habían establecido en el país y pertenecían, como muchos, a la colonia italiana de dicha ciudad. El sueño de ellos siempre fue conocer el país que tanto habían amado sus ancestros, pero ni la salud ni las condiciones económicas les permitieron hacerlo. Cuando ambos fallecieron, primero su madre, y luego su padre tan solo unos pocos meses después producto de la pena, Felipe se propuso hacer ese viaje en honor a quienes lo habían amado sin medida como si fuera un hijo propio. Los amó profundamente, como ellos a él y como ellos mismos se amaron entre sí. El deseaba tener un matrimonio así. Deseaba encontrar algún día una mujer que fuera su complemento, su compañera de vida, su media naranja, aquella que calzara perfectamente con él, como su madre lo había sido para con su padre. No sabía cuándo aparecería, pero estaba seguro de que sería de manera providencial, como había sido el primer encuentro de ellos. Quizás estaba pidiendo mucho, pero algo le decía que en ese viaje que estaba por comenzar, podría encontrar no solo la paz que necesitaba después de su pérdida, sino también el amor que necesitaba su solitario corazón.
Siempre había sido así, solitario. Incluso su vida en el orfanato no fue muy sociable. Sus únicos amigos eran Gaspar y Adrián, con quien aún mantenía contacto. Sabía que sus dos amigos estaban enamorados. Gaspar de Magda y Adrián de Violeta y que proximamente caerían en las redes del matrimonio, en el caso de Adrián incluso por segunda vez. Quizás verlos a ellos tan felices le hizo desear tener lo mismo. Tener una mujer a su lado y con el tiempo hijos a quienes amar, cuidar y proteger. Y no es que nunca hubiera tenido una fémina que le agitara el corazón, era solo que sabía que ninguna de ellas había sido la correcta. Felipe no era un hombre mujeriego. En las pocas relaciones que tuvo siempre buscó seriedad y un futuro juntos, pero llegado el momento, algo le impedía seguir adelante. Esa intuición de estar a punto de equivocarse le hacía detenerse. Ante la aparición de ese sentimiento, lo único que podía hacer era recular y pedir disculpas humildemente tratando de compensar el dolor causado, cosa que rara vez conseguía.
- Sí, Orlando, por ahora es suficiente. Si necesitara más tiempo, te lo comunicaré. – Con ello Felipe dejó listo todo su trabajo en el banco y se fue a preparar su mochila, porque sí …...aquel viaje lo haría de mochilero. No tenía idea cómo lo haría, de hecho no tenía idea cómo viajaban los mochileros, pero sabía que necesitaría, como mínimo, la mochila. Ya Google le diría qué otras cosas básicas llevar en ella. Al menos el entusiasmo y el anhelo de aventura ya estaban empacados.
Compró un pasaje a Italia. Específicamente hacia Turín. Su idea era partir de oeste a este por la parte norte del país. Luego iría en dirección al sur hasta llegar al tacón y terminaría en la isla frente a la punta de la bota. Estaba ansioso por emprender su viaje. Intuía que su vida cambiaría después de tamaña experiencia.
No sabía cuánto lo haría.
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- ¡Por favor, Alessandro, solo te pido una última oportunidad! – Le dijo su hermana afligida y descorazonada, casi al punto de las lágrimas.
- No, hermana. Ya tuviste las oportunidades que quisiste. Si no supiste elegir bien lo siento mucho. Sabes que debes casarte en menos de tres meses, o al menos comprometerte. Papá dejó en su testamento que debes hacerlo antes de cumplir los 25 o si no toda tu herencia pasará a manos de nuestro primo y sabes que él la derrochará como ya lo ha hecho con la que le dejó su propio padre. No creo que quieras ver el duro trabajo del nuestro perderse en manos de Enzo. Además ……ya tengo un par de candidatos que de seguro estarán a la altura para ser un buen marido. Los conozco. Son buenos chicos, cualquiera que elijas.
Alessandro no quería hacer daño a su hermana, pero no tenía opción. Su padre, antes de morir, había dejado esa cláusula en el testamento en vista de que él ya se había casado. Su madre había muerto hacía muchos años y su padre no deseaba que ella quedase sola. Después de la muerte de Doña Bianca, el lazo entre los tres era muy profundo. Estaban todo el tiempo juntos, incluso los tres trabajaban sin descanso ……juntos. Sin embargo al casarse, solo quedaron en casa su padre y su hermana. Por eso cuando Don Piero falleció debido a una enfermedad degenerativa, la muchacha había quedado en la más completa soledad. Había intentado casarse, pero las tres veces que tuvo una relación que, al parecer, se encaminaba hacia el altar, el presunto novio terminaba por mostrar sus verdaderos colores. Todos estuvieron con ella por ser quien era y lo que ello conllevaba, y no porque la amaran de verdad. Aunque ella era hermosa, para ellos fue más hermoso el color del dinero que ella poseía, algo que desilusionó a su hermana hasta el punto de negarse por completo a seguir en la búsqueda de la felicidad por medio de una boda. Eso hasta que recordó lo que implicaba el incumplimiento la cláusula.