En el receso del tercer día, estaba buscando a Sam para ir a comer juntos cuando ella me sorprendió por la espalda.
—Kate —rio.
—Jace… —corregí. Sam traía con ella una chica introvertida que quizá vi en la cafetería el primer día.
—Te presento a Becca; Becca, él es Kate
—Soy Jace, mucho gusto —saludé a Becca..
Becca se veía como ese tipo de chica que no habla mucho, pero que, si te toma confianza, no la callas nunca; también se veía que le gustaba estudiar, tenía esa chispa de nerd que tanto caracteriza a la gente así y, por eso, me agradó bastante.
—Becca escribe poemas —dijo Sam.
—Meh, más o menos —corrigió Becca.
—Ay, cállate, claro que lo haces.
—No, en serio… —siguió Becca.
—Además, son buenísimos —siguió Sam.
—Ni siquiera los has leído —suspiró Becca.
—¡Shh! —la calló Sam bromeando, noté que Becca estaba genuinamente extrañada—. Bueno, ya, algún día los leeré, da igual.
Sam, Becca y yo caminamos hacia la cafetería y nos dirigimos al mismo lugar en el que habíamos almorzado durante los últimos días. La mesa estaba ocupada, como siempre, pero Sam hizo lo suyo y la reclamó de nuevo.
—¿Verdad que Katherine es nombre de chica? —preguntó Sam bromeando y abrazándome del brazo.
—Supongo… —respondió Becca.
—¿Cuánto más vas a seguir con esto? —pregunté.
—Siempre —contestó.
Debí saber que hablaba en serio.
—¿Son novios? —preguntó Becca interrumpiendo.
—No, no —dijimos Sam y yo a la vez.
—Somos —continuó Sam.
—Amigos, nos acabamos de conocer —terminé nuestra oración.
—Oh, es que como se llevan de maravilla —dijo Becca.
—No, no, él es prácticamente una chica —bromeó Sam.
—Y ella un chico —contrataqué.
—Terminarán juntos —afirmó Becca.
—No —negó Sam.
—De ninguna manera —dije yo.
Becca rio.
Tocaba Música y a Sam, Pintura, así que nos despedimos y subimos a nuestros respectivos salones. Gerard ya estaba organizando a los demás para tocar y llegué a tiempo para tocar la guitarra. Bianca estaba practicando una canción de Radiohead y la seguimos; fue ahí cuando extraoficialmente comenzó mi banda.
Tocamos un par de canciones más para el recital de Navidad que Gerard estaba organizando y al terminar la clase, se me acercó Chris.
—Jace. ¿Cierto?
—Cierto —contesté, él rio.
—Oye, tocas muy bien la guitarra.
—Muchas gracias —respondí.
Iba a salir del salón cuando noté que Becca y Sam llegaron a asomarse a la ventana. Sam entró.
—¡Toquen algo! —gritó Sam emocionada.
—Sí, toquen algo —continuó con voz baja Becca—. Anda Chris.
—¿Se conocen? —pregunté.
—Sí, nos conocimos el primer día —contestó Chris.
—¡Qué coincidencia! La chica aquí y yo también nos conocimos el primer día. ¿No, Kate? —dijo Sam bromeando y queriendo abrazarme, me quité.
—Bueno, nosotros desde hace dos años —corrigió Chris.
—Bueno ya, toquen algo —exigió Becca.
Chris me miró como invitándome a darles lo que pedían y me di cuenta de que no tenía alternativa, así que volví a conectar mi guitarra e invité a Bianca.
—Pero ya me iba… —renegó Bianca.
—Anda, solo una canción y ya —dijo Chris desde la batería, ya preparado.
—Okey, que sea Creep —respondió Bianca, prendiendo el micrófono del salón.
Bora se había ido y los gemelos también, así que solo quedamos los tres para tocar, Sam se sentó en una silla al revés y recargo la cabeza en sus manos, emocionada. Becca se quedó parada viendo.
—Okey, uno, dos, tres y… —empezamos a tocar.
A pesar de que no teníamos armonía ni bajo, sonábamos bastante bien para ser honestos.
Sam aplaudió y corrió a abrazarme.
—Nada mal, Katherine —sonrió Sam.
—Ya me voy —gritó Bianca ya apagando su micrófono, nos despedimos con señas.
—Dime Jace, Sam.
Sam me presionó la nariz con su dedo y negó con la cabeza.
—Deberían hacer una banda —comentó Becca.
—A eso iba —interrumpió Chris.
—¿Ah? —pregunté.
—¿Y si hacemos una banda? —preguntó Chris.
La verdad es que siempre había querido tener una banda, así que no dudé en aceptar.
—¡Suena genial! —comenté.
Sam, Becca y yo estábamos por salir del salón cuando Chris gritó desde atrás.
—Oigan… —volteamos—. ¿Puedo ir con ustedes? —preguntó Chris.
—¿Y George, y tus amigos? —preguntó Becca extrañada.
—Estoy peleado con ellos —contestó en voz baja Chris.
—Ya veo.
Por fin tuve oportunidad de analizar a Chris, era un exchico cool desterrado de su reino y que ahora no tenía a dónde ir; era extrovertido y parecía el tipo de persona que te molía a golpes si lo hacías enojar, sin embargo, parecía una buena persona, sus intenciones eran buenas y ahora que era mi baterista, confiaba en él. Al principio pensé que miraba mucho a Sam, pero entonces se me ocurrió que quizá estaba exagerando.
Los cuatro caminamos a la cafetería para el segundo receso y nos sentamos en nuestro lugar.
—Bien, ahora tenemos un buen equipo para el apocalipsis zombi —dijo Sam.
—¿Apocalipsis zombi? —preguntaron Becca y Chris.
—Le gusta el escenario —la defendí. Sam rio.
Platicamos treinta minutos acerca de los gustos de música de todos, de cómo Becca solo escuchaba folk y que Chris era fan del rock de los ochenta, de que yo nunca había tomado formalmente clases de guitarra y de cómo Sam moría de hambre a pesar de no parar nunca de comer.
Chris luego empezó a platicarme de lo que tenía en mente.
—Así que… —se metió un bocado de sándwich a la boca—. Mi papá me compró una laptop para grabar.
—¿Para grabar? —pregunté.
—Sí, sí —continuó Chris—. He estado queriendo grabar un disco, pero soy malísimo con todo menos con la batería.
—En eso eres bueno —contesté.
—Muy bueno —aceptó—. Pero en lo demás no. Así que te escuché y dije «Es ahora», estoy pensando en rock, pero ya sabes, un poco más moderno.