Prejucioso amor

Capitulo 4

CRISTIAN 

En mi despacho sentado en mi cómoda silla giratoria, saco del primer cajon de mi escritorio caoba especialmente mandado a fabricar a mi gusto, como todos los muebles de mi oficina y mi habitación e incluida mi cama. Las dos copias iguales que tenía preparadas de antemano, para el nuevo remplazo de las sirvientas anteriores. Son iguales a todos los contratos de todos los sirvientes de la casa, lo único que no tenía pensado era dárselos, personalmente, para eso está mi abogado y mano derecha arturo, pero está situación amerita la excepción. Luego hablaré con paula por ponerme en esta incómoda situación, sabe que detesto la gente humilde de clase baja, sin educación. Estoy acostumbrado a los lujos desde que naci y me muevo solo en mi círculo, con gente de mi clase, incluso de la realeza.

Observo las 2 sirvientas que siguen paradas en frente de mi escritorio. La chica gorda y fea, y a la otra joven morena. Es tan corriente como cualquiera de las otras sirvientas de la casa.

Aclaro mí garganta antes de hablar. –Esto. – Apoyo los 2 contratos arriba del escritorio uno pegado al otro, con un bolígrafo encima de cada uno. –Son 2 contratos de confidencialidad. ¡ Léanlo Ya ! y si están de acuerdo firmen ahora. De lo contrario pueden largarse en este mismo instante. – Al ver qué las dos me miran con los ojos abiertos por la sorpresa y mí exabrupto, encima no reaccionan, luego de unos instantes, con impaciencia señalo la mesa, para que los tomen de una vez y los lean.

– Les doy 15 minutos, no tengo más tiempo para perder con sirvientas. – Miro mí reloj y lo golpeteo con 2 dedos aseverando. – El tiempo corre.

La morena me mira con una expresión de enojo y toma a los 2 contratos, se acerca a la gorda y le susurra algo al oído. La gorda la mira y asiente. Las 2 sirvientas repasan las hojas de un mismo contrato, brevemente y en menos de 5 minutos.

Firman cada una su contrato y la morena los apoya sobre mí escritorio. Las observo extrañado y le pregunto. – ¿ No leyeron el contrato por qué no saben leer o algunas cláusulas son muy difíciles de entender para ustedes ? Si es ese el caso. – Digo sarcástico.– Pue...

– Claro que sabemos leer señor, venímos de un hogar, no de la calle. Aunque somos pobres, tenemos una educación básica, pero como confiamos en la señorita Paula y como usted es su hermano, y ella aseguro que usted era igual a ella. Por eso firmamos sin leer detenidamente.

Me río sin humor. – Ellas me miran sin comprender mí risa. – Yo tengo un carácter y un pensamiento muy distinto, al de mi hermana querida y tengan por seguro, que sino respetan algunas de las clausulas estipulas en este contrato. –Señalo con el dedo los documentos arriba del escritorio. –Pagaran como corresponde. No hago excepciones con nadie, así sean muy amigas de paula, tendrán el mismo trato que los demás sirvientes. Y lo que más me interesa que entiendan, es que solo tolerare su pobre presencia, cuando sea extrictamente necesario. No las quiero ver deambular por la casa sin hacer nada y menos por esta zona. ¿ Les queda claro ?. – sentencio con rabia. – Y ahora larguense. Les señalo la puerta a continuación, ellas solo me miran con terror y asienten. Al instante se marchan, cerrando suavemente la puerta de mi oficina.

Dios mi cabeza va a explotar de la cólera. Cierro los puños con fuerza y doy un golpe de furia en mi escritorio. Como se le ocurre pensar a estas sirvientas, que pueden tener el privilegio de ser amigas de mi hermana y encima de ser capaces de tomarse libertades en mi casa. tomando ventaja de su supuesta amistad, son unas muertas de hambre queriendo escalar a costillas de paula, se aprovecharon de su bondad e ingenuidad. Ya mismo me voy a poner en contacto con mí hermana y luego voy a averiguar sus antecedentes. De dónde vienen y como lograron dar con Paula. Mí hermana sabe que nuestra nana se encarga del mantenimiento de la casa, para que no tenga que tener trato con los sirvientes, pero antes de esto voy a hacer una pequeña llamada a cristal. 

Una sonrisa de satisfacción se dibuja en mis labios. Cuando necesito relajarme, cristal es la mejor en esa materia, sabe cómo ayudarme a liberar mi estrés y mi tensión, por lo menos hasta que me case con Jennifer. Debo respetar su castidad hasta llegar al altar, es muy tradicionalista... y bueno, yo soy un hombre que no pude vivir sin sexo. 

ANDREA

Vamos caminando derecho a la cocina, para que nos indiquen nuestros labores diarios. Exclamo. – ¡ No lo puedo creer ! Estoy indignada, pero que insoportable resultó ser mi principe azul. De amor a primera vista pase a sentir adversion.

– ¡ Amiga ! como puede gustarte ese hombre prepotente y discriminador.– me reprende consternada, mí amiga. – Notaste la manera que nos miraba con tanto asco, como si no tuvieramos derecho a respirar el mismo aire que el. ¡ No ! Cómo si fuéramos menos que basura que desechar en este planeta. Estoy de acuerdo con ese hombre, solo en una cosa y es que paula es todo lo contrario a el.

Llegamos a la cocina y mientras disfrutábamos del más rico desayuno desde que tengo memoria, conocemos a nuestros compañeros. Cuando nos ponemos en marcha a trabajar, trato de no pensar, pero no puedo sacar de mi cabeza a ese hombre tan divino, esos labios tan ricos hechos para comerlos, sus pestañas largas y bellas acompañadas de esos ojazos de color celeste casi transparente, tan únicos.... ¡ Basta ! me reprendo mentalmente. Ese hombre sin defectos aparte de prejuicioso es inalcanzable para mí.




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