Prejucioso amor

Capitulo 6

ANDREA

Estoy subiendo las escaleras con mi corazón en la boca  ¡ Dios mío ! Paula me rogó que era súper importante esto. Miro la cajita en mi mano, después de todo lo que hizo y hace por mi, obviamente no pude negarme, aunque de ello dependiera mi vida.

Estoy arriba a un paso de la puerta de oficina, siento como mi corazón late desbocado, como si quisiera salir de mi pecho. Cuando apoyo la mano en el picaporte me doy cuenta que estoy temblando... una pelota se forma en mí estómago que me impide respirar. Entre abro la puerta sigiliosamente, y llamo a mí jefe 2 veces, pero no obtengo respuesta. Suspiro de alivio por qué no está, así será más fácil... solo dejaré esto en el escritorio y me iré. Estoy por avanzar empujando un poco más la entrada, pero de repente.... Me detengo en seco al escuchar unos ¿ quejidos de mujer ? No, no puede ser miro a todos lados anisosa, no hay ni un alma, solo oscuridad y silencio total, pero otra vez vuelvo a oir los mismos sonidos mas altos ¡ claramente es una mujer ! Observo entre la abertura que es bastante amplia, una escena que me deja helada.

Mi jefe está desnudo, pocisionado atrás de una mujer que tambien está desnuda, y el la sacude con fuerza, se sostiene con una mano de su cadera y con la otra mano haciendo un puño la toma de los cabellos, provocando que la cabeza de la mujer se recline hacia atrás y su cuerpo y pechos queden pegados en el escritorio. La mujer jadea fuertemente por el movimiento, pero no parece que estuviera sufriendo al contrario su rostro denota placer.

Cristian le avienta con voz entrecortada sin detener sus movimientos. – Te gusta que te coja duro. – A continuación le da una sonora cachetada en su trasero que retumba en toda la habitación. Mi cuerpo se estremece de pies a cabeza.

La mujer dice con la voz entre quejidos. – Si, si, si.... Dame más fuerte.

Mí jefe sonrie con placer, pero de un momento a otro, como si presintiera que lo están observando, dirige su mirada hacía dónde estoy y sus ojos conectan con los mios. Todo mí cuerpo empieza arder en un calor sofocante y un vertigo que viaja de mí estómago a mi parte baja me envuelve. Cristian me sigue mirando con satisfacción, como si entendiese lo que estoy sintiendo, una media sonrisa de goce se dibuja en sus labios, entonces cierra los ojos y con sus 2 manos la toma de las caderas, mientras acelera el ritmo. Los sonidos guturales de el, se mezclan con los de la mujer que gime descontrolada. Estoy siendo testigo de una película porno y no puedo moverme de mí lugar, estas sensaciones me tienen paralizada, un cosquilleo viaja por mí espina dorsal, cuando observo como por sus pectorales bien marcados, desciende una gota de sudor hasta su vientre bien plano y ejercitado, perdiendose en su miembro... ¡ No resisto ni un segundo más aquí! Me agachó para dejar la caja en la entrada y cuando me levanto rápidamente, mis piernas se debilitan, corro como puedo para huir de ahí.

Dentro de mi habitación me apoyo en la puerta y a continuación me desplomó en el suelo ¡ estoy en llamas ! Solo de recordar lo que acabo de presenciar... ¡¿ Que son estas sensaciones tan abrumadoras y desconocidas que estoy percibiendo ?! solo espero que mañana al despertar no tenga que lidiar con la furia de mi sádico y perverso jefe. 

Toda la semana estuve con un nudo en el estómago, expectante al encuentro con Cristian, esperando el reclamo o que me tire a la calle. Simplemente nada de eso había pasado, ni señales de el, supe a los días por la nana Loreta que habia viajado a reunirse con su prometida ¡ Hipócrita, mujeriego, patán ! Me quedo corta con los insultos, divago mientras paso la franela con rabia, por el jarrón de porcelana que se encuentra arriba de una mesita de decoracion, en la sala de estar.

Siento como una mano me tironea con fuerza del brazo haciendome voltear de súbito, provocando que tire la franela al suelo. A la altura de mis ojos aparece un pecho duro, cubierto en una camisa blanca que abraza un escultural cuerpo, voy subiendo mi visión hasta dar con el atractivo rostro de Cristian, esta mirándome con una furia aterradora. El color se va de mi rostro y la boca se me seca

Cuando me brama.– Como se atreve una sucia e insignificante sirvienta. – Me mira de arriba a abajo con asco. – A invadir mi privacidad. –Ejerce un poco más de presión sobre mi brazo y lanzo un gemido de dolor. Pero no sé detiene sigue diciendo en un tono amenazante. – Te adverti que habria consecuencias si no respetabas las reglas y ahora tendrás que pagar. 

 Yo... no quería ... Por favor, señor. – Le suplico al borde de las lágrimas. – Solo me atrevi a entrar en su oficina, por qué la señorita Paula me pidió que le entregará la cajita, que era de urgencia para usted, sino no me atrevería jamas a faltarle el respeto. – Me suelta el brazo tan bruscamente que me tambaleo y caigo al suelo, me mira estando en el suelo y percibo el odio y el asco en su mirada que no trata de disimular, al mirar su propia mano y limpiarla en su pantalón. Como si mi contacto le causara alguna enfermedad contagiosa.

Me grita. – Si ese fuera el caso, solo tendrías que ¡ haber dejado la maldita caja en la puerta y haberte largado ! o acaso... – se agacha y me susurra al oído sin hacer contacto. – Estabas deseando lo que jamás va a tener una poca cosa de clase baja como tu...  solo puedes tener lo mismo que eres y eso es basura. – Se levanta y yo quedo ahí estática procesando sus palabras, tan desalmadas que son como puñales en mí corazón. Cristian se voltea y está caminando para irse, cuando ladea su rostro hacia el costado y me avisa. –A partir de ahora, aparte de tus labores en la casa, serás mi sirvienta personal en cada cosa o capricho que desee sin importar la petición, te doy este castigo, como última advertencia. La proxima vez te largas a la calle, sin nada cómo llegaste aquí ¡ indigente !

Lo veo alejarse por el pasillo hasta desparecer su figura y yo sigo en el suelo conmocionada, por su maltrato y sus crueles palabras ¡¿ que tanto mal le eh hecho a ese hombre para que me odie tanto ?! me hago un ovillo en donde estoy y lloro desconsoladamente.




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