Prejuicios y amor

CAPITULO 4

Oyó la carcajada, enfurruñada miró a su amigo y socio que buscaba esconderse tras la máquina de coser. 

- No es gracioso - replicó jalando el cabello de la pequeña muñeca que sostenía.

- Oh si, definitivamente lo es - rió mostrando su lindo rostro -, es lo más divertido que me has contado en todo el tiempo que tenemos de conocernos.

- No lo es - gruñó molesta -. ¡Nunca en la vida hice algo como eso! Yo no...

- Ya sé que tú, desde que te conozco nunca has hecho eso - se recargó en el respaldo de la silla y la miró burlón -, no puedo imaginarme la escena. ¡Lily Ramos teniendo sexo con un completo desconocido! No cualquier desconocido, ¡Thomas Torbes! ¡El multimillonario más misterioso de todo el país! Es lo más increíble que ha pasado, el chisme más jugoso de todo el orbe.

- Eres un idiota - respondió ella muy sonrojada.

- Eh, pequeña, no tienes porque estar avergonzada - dijo un poco más serio. Recargó el codo sobre la base de la máquina y sobre su mano la barbilla-, piensa que pudo pasarle a cualquiera. Ese hombre es un bombón. Es fuego, ¡hasta yo me habría ido a la cama con él!

- Tú te irias a la cama con cualquiera - bufó Lily -, eres una gran puta.

- No le tengo miedo a mi sexualidad - levantó los hombros -, me gusta alguien y lo pruebo.

- ¡Yo no soy así! - se quejó levantando la voz -. No lo había hecho desde..., Bueno hace algún tiempo.

Pasó ambas manos por su cabello y miró a su amigo. Charly era un chico apenas un año mayor. Lo conoció mientras vagaba por una tienda de telas, estaba eligiendo cual usaría para la nueva línea de las muñecas que fábricaba y vendía en línea. Él era un empleado ahí y le ayudó a escoger todo lo que necesitaba. En la amena charla que mantenían se enteró que él estudió diseño de modas y cosía de maravilla. No dudo en invitarlo a su taller y hacerle una prueba, desde hacía tiempo tenía la idea de contratar un ayudante ya que el trabajo estaba siendo demasiado para ella sola.

Apenas vio el adorable vestido negro con encaje y quedó enamorada. Desde ese día no se arrepentía de tenerlo en su negocio. Después de dos años lo convirtió en su socio. Él era su único amigo, no era muy dada a confiar en nadie, no después de la vida que había llevado.

- ¡Odio esto! - gimió -. Quizá si fuese otro tipo de hombre..., Pero ¿Cómo pudo ser con alguien que es tan parecido a los hombres que mi madre elige? ¡Mierda! ¡Soy como ella! - miró a su amigo con los ojos completamente abiertos por el impacto -. ¡Me prometí que no iba a ser como ella! ¡No quiero tener que venderme a un tipo sólo por dinero!

- ¡Porfavor Lily! - se levantó de la silla acercándose preocupado -. Nunca vas a ser como tú madre. Dudó que sus caminos vuelvan a cruzarse. Al menos tú no vas a buscarle. Aunque no puedo asegurar lo mismo del legendario TT.

- ¿Crees qué él...

,- No lo sé - se sentó a su lado -. No lo conozco. Pero podrías haberle causado un gran impacto.

- ¡Estás loco! - le dió un pequeño manotazo en el brazo -. Ese hombre nunca va a volver a pensar en mí. Solo fui una raya más en su cabecera. Desde que me vió en el hotel me odio. Es un tipo lleno de prejuicios. ¡Me llamó vagabunda! Pensó que me había colado en la fiesta, no me creyó cuando le dije que mi madrina era Grace Vega.

- Debiste aceptar que te comprara el vestido para la fiesta- suspiró pasando un brazo por los delegados hombros..

- No, no me habría sentido cómoda llevando algo que no compré con mi dinero. No podría - replicó -, ni por ella, ni por mi madre o por alguien más. Lo juré y no hay poder humano que me haga cambiar.

- Es muy loable pero siempre hay excepciones. - su tono mostró su desacuerdo -. No tienes que ser tan orgullosa. En algún momento tienes que ceder.

- En algún momento ,- miró a su amigo sintiendo a su orgullo defenderse -, por ahora, mientras pueda seguir trabajando me compraré mis propias cosas. No quiero depender de nadie.

Movió la cabeza con brusquedad. Sostuvo la muñeca en su pecho y sus ojos fueron hasta el conjunto de ventanas de lo que fuera un salón de clases. Un gran suspiro escapó de su boca. Amaba su lugar. Estaba orgullosa de la pequeña escuela de cinco aulas y un edificio administrativo que compró a un precio muy bajo. Lo encontró de casualidad y la dueña del terreno, una mujer de edad avanzada quería deshacerse de ella antes de que lo construido se deteriorara, y aunque su madrina le ayudo un poco, su prioridad fue pagar lo antes posible y estaba segura que al final del año terminaría su deuda con ella. 

- De vez en cuando necesitamos depender de alguien - Charly

 movió la cabeza y acarició su cabello.

- Ya dependo de ti para que terminemos el trabajo y podamos entregar a tiempo.

Se apartó con una sonrisa burlona que no llegó a sus ojos. Charly la miró unos segundos antes de asentir y volver a la máquina de coser.

Volvió a suspirar una vez que Charly volvió a sus labores. 

No le gustaba nada tratar de esa manera a su amigo pero ella tenía su propia filosofía de vida que la había mantenido durante cinco años fuerte en independiente de su madre y su forma de vivir. Aunque una de sus reglas se rompió en el momento en que permitió que ese hombre la llevo a su habitación del hotel y tuvieran relaciones sexuales. Pero, ¡Dios! ¿Quién podría evitar caer en la tentación de un beso como el que le dio? Charly tenía razón en decir que ese hombre era FUEGO. No pudo resistir la pasión que percibió de él. ¿Quién lo haría? Nadie, no con aquellas caricias que ardieron bajo su piel completamente sin control. ?¿Qué hubiese sido capaz de hacer indefensa bajo ese cuerpo alto, de piel morena y completamente al mando? 

Nada, respondió su cabeza de inmediato. Ella se perdió totalmente y se entregó a un desconocido sin una pizca de remordimiento. 

En su vida, desde que salió de la casa de su último padrastro únicamente tuvo dos relaciones. Dos novios "formales", con los que duró un poco más de un año. Fueron relaciones normales, que llenaron su vida solitaria de un poquito de color. Había llegado a tener cariño por ellos, nunca se había enamorado, se negaba a hacerlo, era más fácil si dejaba que su cabeza reinará ante sus sentimientos. Así nadie podía tacharla de interesada o aprovecharse de lo poco o lo mucho que pudieran tener, después de todo ella era capaz de salir adelante sin la ayuda de nadie. ¡Mierda! Ahora que lo tenía de esa forma en su cabeza se escuchaba fatal. Sin embargo por mucho tiempo fue parte de ella y lo seguía haciendo.




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