Prejuicios y amor

CAPITULO 8

A pesar de ser más alto que ella le estaba siendo imposible alcanzarla. ¡Esa chica si que tenía energía! Una sonrisa se dibujó en sus labios. Era imposible no haber escuchado algo tras la puerta de la oficina del magnate. Hizo todo lo posible por entretener a Lucy y alejarla por una taza de café, ¡Mierda! Nunca imaginó que Lily fuera tan fogosa, tal parecía que ese hombre sabía muy bien cuál era su punto débil, hacerla caer de esa manera si era un gran logro. Corrió al elevador antes de que las puertas se cerraran, al mismo tiempo otro hombre las detenía. Su mano tocó la piel calida y muy masculina por mucho más tiempo del necesario mientras levantaba la mirada hasta el dueño.

¡Oh Dios mío! Fue lo primero que pasó por su cabeza. ¡Era el guerrero de sus sueños! Sus labios se abrieron como buscando oxígeno, él lo dejó sin aliento.

- ¡Vamos que quiero largarme de aquí!

La voz de Lily lo sacó de su ensueño. Apartó la mano liberando la del oscuro guerrero y entró muy consciente de la mirada de ónix sobre él.

Las puertas del elevador se cerraron, la enorme figura de su guerrero se quedó fuera. Charly suspiró con tristeza sabiendo que nunca volvería a verlo.

- ¡Arrg! - gruñó Lily mostrando su furia - ¡Ese maldito bastardo! ¡Voy a acabar con él! ¡Ésto no se va a quedar así!

- ¿Estás enojada con él o por lo que hace contigo? - inquirió mirándola con una ceja elevada.

- ¿Qué?

- Pequeña, ¡Podía escuchar lo que hacían tras esa puerta! - exclamó burlón -. Tuve que llevarme a la inocente Lucy para no pervertirle. No eres muy discreta pequeña.

-Te odio.

Charly se acomodó a su lado y cruzó los brazos mirándola de reojo. 

- ¿No vas a decir nada? - siguió su mirada a los números que encendían en cada piso que bajaban -, al menos cuenta si todo salió bien...

- Te odio...

- Ok, puedo con eso - rió muy discreto -, desde que iniciaste está locura con ese hombre has empezado a odiar demasiado.

- Eres un tonto - gruñó ella desviando la atención al suelo gris.

- No me gusta ser tonto - replicó ahogando una carcajada -. No puedo con...

La risa escapó de su boca con un sonido poco elegante. Fue inevitable reírse de la situación, Lily le dió varios golpes en el brazo hasta que un pellizco detuvo algo su risa.

- ¡Oye!

- Deja de burlarte de mí.

- ¡Pequeña! - exclamó con simpatía -, no es por ti. ¡Es todo! Por primera vez veo a una Lily distinta, tan apasionada, mucho más relajada...

- ¿Relajada? - lo miró molesta con las manos en la cintura -. ¡Estoy de todas las maneras menos relajada! Ese maldito bastardo ha acabado con mi tranquilidad.

- ¿Estás segura?

- ¡Tenías que ser hombre! - le apuntó con el dedo -, ¡Todos ustedes son iguales! Creen que por ser mujer debemos dejar que nos hagan lo que quieran. ¡Pero nada de esto se va a quedar así! ¡Él va a pagar!

- ¡Vamos Lily! - Charly la abrazó -. Ese hombre es muy poderoso. Puede acabar contigo si haces algo en su contra...

- ¡Lo voy a hacer! - exclamó reclinando su cabeza en el pecho de su amigo -. No habrá poder humano que me lo impida.

- ¡Oh Lily! - suspiró acercándola a su cuerpo -. Estás entrando a una zona de peligro. Ese hombre no es un débil contrincante, debes tener cuidado y dejar las cosas como están.

- Yo tampoco soy débil - replicó -. Él no sabe con quien se ha metido.

- Tú tampoco.

 

Dió un par de pasos antes de dar vuelta, frotó sus manos sudorosas y miró el reloj. No debía sentirse nerviosa, no había razón para ello. Le daba igual si mandaba a alguien por ella o se arrepentía en el último momento, aunque sería una decepción no poder llevar a cabo sus planes. Lo pensó por muchas horas, se tomó ese día libre, era imposible que pudiera hacer algo después de lo que había pasado. 

Investigó mucho sobre él y tal como Charly le dijo era un hombre peligroso y con mucho poder, además de las cantidades exorbitantes de dinero. Pero ella le iba a enseñar, eso era su gran plan, al final no sabría que fue lo que pasó. 

El timbre sonó a las ocho en punto. Puntual. Tomó su chaqueta de camino a la puerta y observó sus botas favoritas perfectamente brillantes antes de hacer una mueca y salir de casa hacia el patio. Abrió la puerta encontrándose con un gigante, todo vestido de negro. Por un momento abrió la boca dejando salir un sonido poco femenino y pasó una mano por su pecho.

-¡Mierda!

- Vengo de parte del señor Torbes.

Lily lo miró. No había una expresión de nada en su cara morena. Sus ojos eran tan oscuros que parecían muertos. ¡Mierda, ese hombre daba miedo! No le sorprendía que Thomas Torbes lo tuviera a su servicio. Soltó el aire que había retenido y asintió siguiéndole hasta una lujosa camioneta negra.

La ayudo a subir e hizo lo mismo con una gran eficacia. En ningún momento la miró, realizó su trabajo de forma mecánica integrándose al tráfico de la ciudad. Lily se mantuvo entretenida mirando las calles que iban pasando, las luces de la recién estrenada noche le daban la sensación de quietud y a la vez caos. Miró hacia el cielo, siempre le había gustado la noche, era el momento en el que podía estar a solas y relajarse después de un día de trabajo. Suspiró profundamente antes de volver su atención a la tierra.

La llegada a lugar de la cita la hizo sentirse nerviosa. No le gustaba que le obligaran a hacer cosas que no quería, pero ya estaba ahí y ahora tenía que seguir con el plan para esa noche.

No se movió del asiento. Podía sentir la mirada del misterioso hombre en el asiento delantero. Cruzó una pierna y apartó la mirada del lujoso lugar. 

Lo oyó soltar un suspiro y bajar de la camioneta para abrir a puerta.

- Hemos llegado señorita.

Antes de mirarlo sacudió una inexistente mota de polvo y movió la cabeza.

- No, ¿Podría decirle al señor Torbes que lo espero aquí? - le sonrió fingiendo amabilidad -. No creo estar vestida para un lugar así.




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