Prejuicios y amor

CAPITULO 9

Era un local común en una calle muy transitada aún a esas horas de la noche. 

La gente aguardaba por su comida charlando relajada. Lily salió de la camioneta sin esperar ayuda. TT la miró todavía confundido. Bruno lo miró por el espejo retrovisor con esa mirada sin expresión, a veces era inevitable que sintiera escalofríos por todo su cuerpo cada vez que su empleado lo miraba así. Aspiró profundamente y salió.

- ¡Espera Liliana!

Ella se detuvo abruptamente, y se giró hacia él con una expresión de molestia.

- Mi nombre es Lily - Rectificó -. Nadie me llama Liliana desde que era una niña.

- Puedo llamarte Lily si tú al fin te decides a dejar el usted - la miró a los ojos mientras se acercaba a ella.

- ¿Siguen los chantajes? - levantó la ceja con las manos en la cintura.

- Si quieres tomarlo así - se detuvo demasiado cerca.

Inclinó la cabeza y fue inevitable tomar el aroma que emanaba de ella y que despertaba su libido. Nunca esperó estar ante una mujer con el cabello rosa y que le excitara sentir aquellas hebras coloridas entre sus dedos. Levantó la mano hasta ellos y tocó apenas un mechón. Lily nunca levantó la mirada, tampoco se movió buscando alejarse. Fue un momento. De esos que estaban volviéndose costumbre.

Lily dió un paso atrás y el mechón rosado se deslizó de sus dedos.

- ¿Te gustan las hamburguesas? - preguntó con una sonrisa nerviosa -. Aquí son riquísimas. Yo diría que las mejores de la ciudad.

- ¿Lo dices porque seguramente ya has probado hamburguesas por toda la ciudad? - le sonrió burlón y caminó junto a ella hasta el local.

-Algunas.

Volvió a sonreír, está vez con más confianza y tomó su mano. Lo guió hasta una mesa vacía. Movió el banquillo más cercano para sentarse y lo invitó a hacer lo mismo. Observó atentamente su reacción. Estaba segura que él no estaba acostumbrado a lugares como ese. Él miraba con atención los detalles. Las paredes blancas que habían perdido su blancura, las mesas de plástico, el mantel sencillo y los banquillos para sentarse. Lily movió un apenas los hombros, no estaba preocupada por si a él le gustaba el lugar, ella no iba a hacer nada para ponérselo fácil. Ojo por ojo.

TT se sentó algo incómodo. La miró frunciendo el entrecejo. 

-Espero valga la pena - comentó mirando la hoja impresa con la variedad de comida que había en el lugar.

-Nunca probarás nada igual - le sonrió segura de sus palabras.

-Eso es muy osado de decir - levantó la mirada a ella -, podría significar muchas cosas. 

-Para mi significa que son las hamburguesas más deliciosas que he probado - recargó los codos en la mesa y se inclinó a él - Quizá para u...ti no signifique nada. Habrás probado comida muy rica, has viajado por el mundo. Yo soy una persona que he estado en muchos sitios, no fuera del país pero no me he quedado mucho tiempo en un lugar. Así que puedo opinar sobre mis gustos culinarios.

-Bueno, - suspiró - eres muy joven para haber estado en muchos sitios.

-Us... Tú lo eres también y parece que has recorrido muchos sitios - recargó su barbilla en la mano curiosa.

-La mayoría del tiempo es por trabajo - respondió divertido -, aunque no soy tan joven.

-¿Treinta?

-No.

-¿Treinta y uno?

-No.

-¿Treinta y cinco?

-¡No!

-¿Fui demasiado lejos? - rió ella 

-Tienes una sonrisa bonita - opinó él mirándola con intensidad.

-Me lo han dicho - dijo un poco sonrojada.

Se acomodó incómoda en su lugar. Jugueteó con una servilleta de papel por unos segundos antes de levantar la mirada para descubrir que TT la miraba con una expresión extraña. En ese momento se sintió algo acalorada. Se aclaró la garganta y sonrió un poco.

-No has contestado mi pregunta - recordó - ¿Qué edad tienes?

-¿Es importante? - la miró burlón.

-Lo es si pretendo seguirte hablando de tú o seguir con el usted.

TT rió arrojando la cabeza hacia atrás. ¡Mierda! Su risa era agradable, lo hacía verse mucho más atractivo. No era una idea notarlo, tenía que estar concentrada en cualquier cosa y no notar lo atractivo que era. Volvió a aclararse la garganta.

Llegó el chico pidiendo las órdenes. Ambos se concentraron en el sencillo menú. Al terminar ella volvió a concentrarse en él.

-¿Vas a decirme o tendré que torturarte para que me lo digas?

-¿Qué edad tienes tú? - la miró divertido.

-Menos que tú, eso es seguro.

-¿Por qué lo dices? - se inclinó a ella -. Podrías llevarte una sorpresa.

-Sorpresa sería que tuvieras menos de veintitrés - respondió cruzando los brazos sobre su pecho.

-Eres joven - asintió -. Aunque cinco años más no me convierte en anciano.

Una ceja femenina se levantó con asombro.

- Empezaste muy joven.

- ¿Empecé muy joven? ¿Qué quieres decir? - inquirió con curiosidad.

- Lo que eres - respondió.

- ¿Qué soy?

- Tú.

-¿Cómo debo tomar lo que dices? - frunció el ceño - ¿Un insulto o un cumplido? ¿Ambos?

Las suculentas hamburguesas llegaron evitando la respuesta a sus preguntas. Lily simuló un gran deleite, quizá demasiado entusiasta para una hamburguesa con papas. Aspiró el aroma de la comida.

- ¡Delicioso! - exclamó tomando con las dos manos la gruesa hamburguesa.

Le dió una mordida abriendo la boca lo más que pudo. Cerró los ojos masticando mostrando lo maravillosa que era lá hamburguesa.

TT se quedó sólo mirándola. Un extraño escalofrío recorrió su cuerpo. Su boca se hizo agua y no pudo evitar sacar la lengua y lamer sus labios deseando que su boca... ¡Joder! Parpadeó buscando volver a la realidad. Bajó los ojos hasta su propio plato. Olía muy bien, no perdería nada si probaba las mejores hamburguesas de la ciudad. Le dió una mordida más discreta y el sabor lleno sus papilas gustativas. Fue inevitable que siguiera comiendo sin importarle llenarse de salsa kechup o mostaza.

-¿Qué tal? - lo miró expectante mientras TT se detenía a darle un sorbo a su vaso con soda.




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