Prejuicios y amor

CAPITULO 17

TT conducía a la ciudad. La furia que sentía no se había apaciguado ni un poco, ni siquiera por el hecho de haber tenido sexo salvaje con Rebecca. Habría salido de la casa de su padrastro desde el día anterior, pero Rebecca no se lo permitió, además de que no estaba en sus cabales y se dejó convencer. Esperaba que hubiera cambiado su humor y estuviera más calmado, pero no era así. Cada vez que venía la imagen de Lily a su cabeza la ira crecía más y más, la imaginaba frente a él con sus manos rodeando su esbelto cuello mientras oprimía y ella lo miraba con sus asustados ojos castaños. Sin embargo, la maldita escena terminaba en un descabellado orgasmo y con él ahora jodidamente excitado.

Golpeó el volante y el 4x4 se desvió un poco del camino. ¡Demonios! Gruñó aferrándose al volante volviendo a tener el control. Así debería ser. Nunca perder el control de lo que pasaba, su madre se lo inculcó desde pequeño. Perderlo era motivo de mostrar a los demás sus debilidades y eso no estaba permitido ni en su vida, ni en los negocios. Ella no iba a caer sobre él. Nunca iba a permitirlo.

Se había convertido en una desagradable aventura. 

Una aventura que iba a dejar atrás y olvidarse de esa mujer que buscó aprovecharse de él. Su orgullo le gritaba venganza. Sus ojos se volvieron una rendija mirando al frente. No era un hombre que llegara al punto de estar tan herido por una chica que no valía tanto como para afectarlo de alguna manera. Simplemente se apararia de ella y volvería a su vida habitual. 

¿Era eso lo que quería? ¿Librarse de Lily Ramos? Una chica vulgar y para nada de su clase. Si, no quería que al verla le hiciera recordar lo estúpido que fue al caer en su bien elaborada trampa, 

Una mueca cruel se dibujó en su rostro y una sonrisa maléfica no se borró el resto del camino.

 

Lily no estaba segura de... ¡Nada! Él fin de semana fue silencioso. Ninguna señal de Charly, mucho menos de TT, pero él era impredecible. Podría ya nunca volver a verle, y si eso pasaba estaba preparada para aceptar que lo ocurrido entre ellos fue una aventura. Era imposible que pudiese durar demasiado tiempo, él era un hombre rico y ella no tenía planeado tener algo que ver con un tipo como TT. Quién le preocupaba era Charly. 

No entendía su reacción de ese día, y todo lo que le dijo. Él sabía muy bien que nunca había tolerado que la compararán con su madre y lo que le gritó fue... Se inclinó en la mesa hasta que sus codos se recargaron en la base y descansó su barbilla en las manos, miró por las ventanas escuchando el sonido de los pájaros y los carros que pasaban por la calle. Temía que su amigo no regresqara. Le dolería si así fuera.

Aún estaba herida por lo sucedido. Era imposible que no hubiese actuado como lo hizo aque día, Charly sabia muy bien como herirla y lo logró. Habían pasado años antes de que lograra perdonar a su madre por todo el pasado. Quizás en algún momento actuó como una niña rebelde y caprichosa mientras que su madre buscaba a su manera ser feliz. Pasó una mano por su cabello mientras observaba líneas de la madera marcadas por el trabajo y los recuerdos de la cotidianidad entre ellos las risas y los momentos de dolor...

Él timbre se escuchó por toda la escuela. Lily se incorporó de golpe, miró hacia el patio y corrió a la puerta con el corazón latiendo a tal grado que quería salir de su pecho. Agitada abrió la puerta y miró al hombre frente a ella. Se abalanzó hacia él sin freno y los brazos masculinos la rodearon con la misma fuerza que ella ejercía en su abrazo.

-Lo siento pequeña...

-Charly...

Ambos hablaron al mismo tiempo. Lily buscó su rostro demasiado pálido y reseco, lo tocó con sus dedos sorprendida por el descuido en el que se encontraba.

-¿Qué ha pasado Charly? - preguntó preocupada - ¿Por qué te encuentras en esas condiciones? 

-No es...

-¡No me vengas con que no es nada! - Lily levantó la voz -. Desde que te conozco nunca has descuidado tu aspecto, eres demasiado vanidoso para éste desastre.

-¡Mierda Lily! - gimió Charly abrazándola -. La vieja bruja me echó. Ya se veía venir, pero pensé que era más importante el dinero de cada mes por la habitación. Tenía que sacar mis cosas el fin de semana...

-¿Las sacaste? ,- se apartó del abrazo buscando sus brillantes ojos verdes ,-¿Quién te ayudó?, ¿Tienes ya un lugar? ¿Por qué no me dijiste nada?...

-Peleamos, ¿Recuerdas? - Charly apartó la mirada aguada de su amiga -. Te dije cosas y..., no fue agradable. Lo siento, de verdad no es lo que pienso de ti, es sólo que... Perdí los estribos y... - pasó una mano por sus rizos -, yo... Dejé atrás mi orgullo, esa vieja bruja, ya se veía venir. Me odiaba, siempre lo hizo, desde que llegué a su casa...

-Lo siento Charly - Lily acarició su mejilla -. Al menos ella debió darte algo de tiempo...

-No te preocupes, estoy acostumbrado a ser echado de todos lados - levantó los hombros y una lágrima se escapó.

-¡Oh Charly! - suspiró volviendo a abrazarlo -. No mereces nada de esto. Vamos, te invito a desayunar. Un par de huevos fritos y un café van a caerte muy bien. Está vez voy a ser tu cocinera.

-¿Por qué eso me causa escalofríos? - caminaron abrazados al edificio con nuevos bríos.

Lily le dió un pellizco y rieron. 

Se sentía en paz, había dudado de volver a ver a su mejor amigo. Gracias a Dios que Charly era un buen chico y tenía el corazón blando. Le hacía falta orgullo, siempre se lo decía, nunca guardaba rencor por todo lo que le hacían, siempre había una excusa para los actos de los demás hacia él. Ambos entraron a la cocina, Charly tomó el control y la uso como su ayudante.

-¡Yo iba a hacerte el desayuno! -, exclamó Lily ofendida al llevar alguno de los ingredientes que le pidió -, era mi presente para ti. Temía de verdad que no volvieras después que te eché de la casa.

- No te ofendas pequeña - despeinó juguetón la mata rosada de su amiga -, aunque sé que sabes hacer un desayuno decente preferiría no encontrar cáscaras de huevo en mi comida.




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