Prejuicios y amor

CAPITULO 19

Charly miró a si amiga sentada a un lado suyo en el carro. Se recargó en el volante sosteniendo su mejilla en la mano.

- ¿Vas a salir alguna vez del carro?

- Necesito un respiro - musitó bajando la cabeza casi sin aliento.

- ¡Vamos Lily! - exclamó aguantando una risa por cariño a su amiga .-, yo también necesito un respiro de ti. 

- No es gracioso - lo miró molesta.

- No lo es - replicó Charly recargando un codo en el volante -. Intenta ser una niña valiente. Si pasa algo con lo que no te sientas bien me hablas y yo estoy aquí más rápido que un rayo. No voy a abandonarte, no con un tipo como TT.

- Bueno, él no me ha hecho nada...

- Aún - interrumpió Charly buscando su mejilla pálida y la acarició -. No es que dude, pero no confió en ese hombre. Todos Los tipos de su clase son iguales.

- ¡Mierda! - gruñó apartándose se su amigo -. Sólo estoy nerviosa, habían pasado algunos días sin tener noticias de TT y ahora de pronto recibo una invitación a una misteriosa casa.

Ambos miraron a la casa. Era una casa similar a la de la mayoría en la calle. De dos plantas, de principios del siglo veinte, con un pequeño jardín al frente. La zona estaba siendo remodelada y familias de grandes recursos económicos estaban comprando las viejas casonas. Lily soltó un suspiro y se sujetó de la palanca de su puerta y apartó la mirada e la casa.

- Debería entrar antes de que llegue tarde a la hora - dijo en un tono más tranquilo -, no quiero que piense que soy demasiado "relajada".

Charly rió sin poderlo evitar.

- No eres para nada "relajada" - su voz se escuchó burlona.

- ¡Basta! - levantó una mano y abrió la puerta dispuesta a salir.

Miró la casa y su estómago saltó en un vuelco mortal. Bajó una pierna y se animó a seguir cuando los tacones altos se sostuvieron firmemente en el suelo. Caminó hasta la barda blanca por la acera, su mano fue directamente a el estómago plano cubierto por brillantes lentejuelas púrpuras grandes y redondas. Respiró profundamente y buscó el timbre. Su mano estaba húmeda y aún así logró oprimir el botón oscuro.

Su cabeza giró hacia atrás mirando su carro con Charly en él, ¿Debería correr hacia él y ordenarle que huyeran del lugar? ¡Mierda! Regresó su atención a la casa cuando la reja se abría y un sirviente la miraba sin decir una palabra mientras la dejaba pasar.

¿No iba a preguntar nada? Quizá le habían dado una buena descripción de ella, no era que una chica con tatuajes y percings en la cara tocará todos los días a la puerta. Le dedicó una amistosa y leve sonrisa antes de entrar. 

Caminó por el pasillo de concreto bordeado por el pequeño jardín. No quiso detenerse a admirar las rosas que ahí se mostraban perfectas. Aunque ella amaba las plantas no se sentía tan en confianza para preguntar a él sirviente por ellas. La puerta se abrió y una agradable mujer apareció mostrando una sonrisa amable.

- Buenas noches - saludó haciéndola entrar -, los señores la esperan en la sala. Si quiere acompañarme.

Lily miró las paredes blancas y el gran espejo con marco de madera oscura que mostró su imagen. Fue inevitable darse cuenta de su palidez y lo grandes que se veían sus ojos. Su vestido de pronto le pareció muy poco adecuado para un lugar como ese.

Siguió a la mujer, caminaron por un pasillo no muy largo, había cuadros pequeños de grabados que parecían caros y antiguos. No se detuvo para admirar nada. Casi chocó con la mujer que se detuvo ante una acogedora sala. Sus ojos se posaron en el grupo de personas que estaban en ella. Fue inevitable no reconocer a TT, le dedicó una suave sonrisa antes de que se borraste al ver a su madre levantarse de uno de los sillones blancos de la sala.

¿Qué demonios estaba pasando?

- ¡Lily! - Sarah se acercó rodeándola en un abrazo -, me alegra que hayas podido venir.

Lily buscó la figura de TT, él se había alejado hasta un mueble y estaba sirviéndose una bebida.

Una mujer estilizada, demasiado alta para sentirse cómoda a su lado. Su cabello rubio estaba perfectamente peinado. Lo mismo que su maquillaje, el suéter y la falda que parecía calida y suave. Todo perfecto. Los ojos verdes la miraron con un dejo de frialdad.

- Asi que tú eres la hija de Sarah. 

Cruzó sus brazos frente al pecho, era como un gesto de reproche. Lily se apartó del abrazo molesto de su madre. ¡Mierda! Enderezó su espalda y levantó la mirada enfrentándose a la rubia.

- Lily Ramos - se presentó manteniendo a raya su nerviosismo. Extendió la mano.

Ella la miró burlona por unos segundos que parecieron una eternidad antes de acepar el gesto sin  mucho entusiasmo.

- Rebecca Sanders.

- Un placer conocerte - dijo sin saber que más decir.

Un hombre se acercó rodeando los esbeltos hombros de Sarah y le obsequió una gran sonrisa.

- Victor Sanders.

Lily sostuvo la mano que le ofreció. Sus ojos se encontraron por unos segundos con los azules de TT. Encontró indiferencia. Ella estaría igual, ¿Cómo pudo? Se preguntó mientras le sonreía al último prospecto de su madre a marido millonario. Sintió náuseas. 

- Lily Ramos.

- Tenia muchas ganas de conocerte - dijo el hombre con una enorme sonrisa -, tu madre habla mucho de ti.

- ¿De verdad? - levantó una ceja y miró a su madre -, bueno yo no sabía absolutamente nada sobre usted.

- Quería que fuera una sorpresa - balbuceó un poco Sarah sonrojada bajó el pesado maquillaje -, hace días que no hablamos.

- Si, eso debió ser.

Tras la pareja TT y Rebecca Sanders hablaban demasiado cerca, ella le sonrió cariñosa y posó una mano en el brazo masculino con la confianza que requería de muchos años de estar juntos. Ahora mismo Lily se sentía incómoda y se movió sosteniéndose de un pie al otro. Miró hacía su madre y su pareja dibujando una leve sonrisa.

- Entonces, ¿A qué te dedicas? - preguntó Victor buscando ser amable 

Lily miró a su madre por un segundo antes de posar su mirada en el hombre.




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