—Junior...
Charly se aferró tensó a la mano femenina. Cerró los ojos y se detuvo abruptamente. No había nadie que le llamara de esa forma no desde que salió de esa casa. Podía sentir la mirada de Lily sobre él interrogante antes de detenerse y enfrentar a la persona que hablo.
—¿Se le ofrece algo?
Charly suspiro y dió media vuelta sin dejar de aferrarse a la mano de su amiga.
Ahí estaba él. Sus ojos verdes muy similares a los suyos miraban las manos entrelazadas. Estaba seguro de lo que pasaba por su cabeza. No recordaba cuántas veces le ordenó que olvidara sus tontas ideas y se convirtiera en un hombre, uno que no lo avergonzara ante la sociedad, ya que él era un honorable juez y hombre con una imagen intachable. Enderezó la espalda.
—Hace mucho tiempo — dijo él mirándole a los ojos.
—Padre.
Notó la sorpresa de Lily que apretó su mano ansiosa. Charly evitó mirarla, sabía que en cualquier momento su padre haría una de sus famosas jugadas y no quería que lo agarrara con la guardia baja.
—Vi que caminabas de la mano con está joven y quise acercarme a saludar.
Charly apretó los dientes y se acercó a su amiga como si quisiera protegerla de su propio padre. ¡Maldición, no tenía que encontrárselo en esa zona de la ciudad! Él no pondría un pie en un lugar tan común como ese, era un snob y no toleraba a las personas que no tuvieran el mismo nivel que él.
¡Nadie merecía estar cerca de su persona! Ese había sido el problema, que él y su madre estuvieron demasiado cerca. No podía hacer nada para separarse de su esposa sin armar un escándalo, pero era diferente con su hijo...
—Hace tiempo que no te vemos — deslizó la mirada en Lily antes de mirar a su hijo —, tu madre estaría muy contenta si una noche de estas vinieras a cenar junto con tu novia, por supuesto.
—Ella no es...
—Seria un honor señor...
—Juez Charles Peterson — se presentó alargando la mano para estrechar la de Lily —, padre de Junior. ¿Usted señorita?
—Liliana Ramos — se presentó con una suave sonrisa, demasiado angelical para poner nervioso a Charly —. Charly no me había hablado de sus padres. Es un placer conocerlo. Y estoy segura de que Charly y yo iremos a visitarlos, quizás el viernes. No tenemos mucho que hacer en estos días.
—Lily...
—Voy a tomar está oportunidad — el tono del juez se escuchó demasiado complacido como para que ambos notaran el trabajo que le estaba costando fingir —. Podemos aprovechar el momento para hablar de ese asunto que dejamos pendiente.
Charly se tensó buscando en la cara de su padre algún signo de burla o engaño. ¡Maldición! Su padre si que sabía que hacer para llamar su atención. Lo notó verdaderamente complacido por como llamó su atención, sabía que ahora no estaba fingiendo y no despegó los ojos de él esperando que dijera algo.
Lily apretó su mano buscando darle ánimos. No sabía si estaba haciendo bien en aceptar la invitación del hombre que se decía padre de su amigo. Se acercó un poco más a Charly jugando a seguir con la farsa,llevaban demasiados días fuera de circulación y la noche en que ella creyó pasaría un buen momento TT la arruinó.
—¿Lo harás?
—¿Por qué no? — levantó los hombros —, parece que estás haciendo las cosas bien. Éstos últimos años sirvieron para que reflexionaras.
—Bueno si piensas que he cambiado, creo que...
—Lo ha hecho — interrumpió Lily apresurada —, creo que cuando la vida nos hace vivir algunos momentos desagradables nos da lecciones que no dejan que volvamos a ser los de antes.
—Está jovencita es muy sabia junior — le sonrió apenas —, estoy seguro que es la indicada para ti.
Charly y Lily se miraron por unos segundos antes de que él la acercara a su cuerpo y enfrentarse a su padre.
—Si, ella es la indicada.
Fue algo surrealista, pensaba Lily mientras caminaba a largas zancadas buscando igualar los pasos de su amigo. No quería detenerse pues estaba segura de que el distinguido hombre los miraba alejarse.
—Charly, ¿Podrías...
La hizo entrar en una tienda deportiva y ahí lo vió esconderse tras unos anaqueles de ropa.
—¡Mierda!
Una empleada se asomó después de escuchar su grito. Lily le sonrió levantando los hombros como diciendo que era sólo un chico cuál ironía podía mostrarse en un gesto.
—¿Algún problema?
—Está enfadado — respondió tranquila —, pronto se le pasará.
—¿Segura?
—Muy segura — asintió mirando a Charly molesta por la situación.
La chica asintió marchándose renuente.
—¡Mierda Charly! — golpeó su brazo molesta — ¿Qué demonios pasa contigo?
—¡Ay! — se quejó sobándose el brazo —, ¿Por qué me pegaste?
—Asustaste a la chica de la tienda y me trajiste hasta acá casi corriendo — le reclamó dándole pequeños golpes en el hombro —, conocí a tu padre, lo cual no fue muy cómodo y tú apenas dijiste palabras. ¿Qué demonios ha pasado? —. Se detuvo y lo miró curiosa —. Tienes que darme algunas explicaciones.
—¿Podemos hacerlo en otro lado? — su mirada paseó por todo el lugar —, no es adecuado.
—No, no lo es — asintió ella mirando alrededor —, sin embargo tenemos que comprar algo por darle un gran susto a esa chica.
—¡No tenemos dinero!
—¡Debiste pensar en ello cuando entraste aquí! — le regañó en voz baja.
Lily se apartó apretando los labios y se apoderó de una prenda frente a ella y fue hasta donde la chica.
—Quiero este.
—Es demasiado grande para ti — lo levantó mostrándole la prenda.
—Es para mi novio — respondió tranquila sacando la tarjeta un poco molesta consigo y con Charly por hacerla comprar —. Un regalo de cumpleaños.
La chica miró a Charly curiosa. Él hizo una mueca que buscaba ser una sonrisa. Lily soltó un suspiro y recargó su codo en el mostrador.
—Él no es mi novio — lo señaló en un gesto brusco —. Es mi mejor amigo y es...
—¡Por el amor de Dios Lily! — exclamó molesto y caminó directo a la puerta. —Paga esa mierda y vámonos de aquí.