Prejuicios y amor

CAPITULO 38

Al final se había decidido por volar a Europa donde su madre ahora vivía con su nuevo prometido. Sus manos temblaban y no dejaban de apretar el apoya brazos de piel oscura en su asiento de primera clase que su madre insistió en pagar,  Charly la acompañaba con la condiciónde encargarse de l hospedaje de los próximos días. Miró a su derecha y su amigo se mantenía a su lado con los ojos cerrados y su cuerpo completamente relajado . 

—Deberías disfrutar lo poco que falta del viaje — dijo sin abrir los ojos manteniéndose en su posición —, puedes estresarte una vez que hayamos llegado.

—No hay calma mientras no sepa lo que está pasando — gruñó entrelazándo sus manos en el regazo y sus ojos fueron hasta la ventanilla cerrada  —. A mi madre nunca le ha importado mi opinión. Así como a mi tampoco me importa demasiado con quién se case.

—Quizá te importa demasiado.

—¿Qué quieres decir? 

Lo miró entrecerrando los ojos con algo de curiosidad sobre lo que pensaba Charly acerca de tema.

—Bueno, te preocupas por tu madre más de lo que quieres demostrar — la miró de reojo sin apartar su cabeza del respaldo donde la había acomodado —. Estoy seguro de que cada vez que tu madre se ha casado te preocupas de que el hombre sea bueno con ella, casi puedo asegurar que no te importa si no son buenos contigo...

—¡Mierda! 

Juró ella con la voz un poco más alta de lo que debería. Charly se incorporó asustado. Miró a su alrededor con ojos grandes.

—¡Por Dios Lily! ¡Van a bajarnos del avión!

—¡Eres un maldito adivino! — bajó la voz hasta casi un susurro —, ¡Por supuesto que me preocupo por ella! ¡Es mi madre! No quería que le pasase algo con alguno de esos tipos con los que se casó. Aunque me di cuenta después que ella es una mujer inteligente y sabe muy bien que es lo que le conviene. 

Se acomodó en su asiento y cerró los ojos, haciendo caso omiso de la mirada alterada de su amigo.

No pasó mucho tiempo para que una de las azafatas se acercara con una advertencia. Charly se disculpó torpemente y miró a Lily que se ! mantenía en silencio a su lado.

La joven mujer se alejó y una sonrisa se dibujó en los labios femeninos.

—¡Mierda Lily! 

Susurró Charly y rió moviendo la cabeza.

—Deberiamos comportarnos como un par de adultos responsables.

Sus ojos se encontraron y una lluvia de risas se escuchó en la sección de primera clase.

 

Sus ojos iban de un lado a a otro mirando la gente que caminaba a su alrededor. Era extraño observar las diferencias entre ella y ellos. No era raro que fuera tan sólo una extranjera entre tantas otras. Movió la cabeza estaba delirando, quizá era el cambio de horario que estaba afectándola. Sostuvo con fuerza su maleta y buscó con la mirada a su amigo que estaba tardando demasiado en encontrar un taxi .

Un hombre se acercó a ella, Lily se sobresaltó . Sus ojos se elevaron hasta él como si no tuviera fin, cuando llegó hasta ella éstos la miraron amables.

—¿Señorita Lily Ramos? El señor me ha enviado por usted.

Lily abrió los labios buscando alguna palabra, bueno, parpadeó, quizá, buscó un poco de aire para llenar sus pulmones... ¡Qué buen taxista había elegido Charly! Estaba segura que le había tomado un tiempo en encontrar a un taxista como ese y le fue imposible no contratarle para que los llevará al hotel. Un buen momento para un viaje como ese. Lanzó un suspiro y le siguió permitiéndose mirar el trasero masculino. Bueno, levantó los hombros, podía tomarse un momento y disfrutar del panorama. 

Llegaron hasta un carro negro brillante, con ventanas tintadas. ¡Vaya con Charly! Sabia muy bien como disfrutar del viaje. El hombre le quitó su maleta y la guardo en la cajuela. Le indicó con el brazo entrar por la puerta que tenía ya abierta. Ella sonrió ante tanta caballerosidad, ¡Demonios, iba a disfrutar de todo aquello! Charly se estaba tomando todo ese trabajo para que el viaje fuera una buena experiencia para ambos. Miró a su alrededor buscando a Charly, quizá pudo ir al sanitario, después de todo fueron unas horas de viaje. Ya lo esperaría dentro del elegante vehículo. Mierda, obligó a su cuerpo a entrar al bonito carro, el hombre  cerró la puerta, no perdió tiempo y dió la vuelta en apenas unos segundos antes de alejarse del aeropuerto. Lily se movió con brusquedad en el asiento de piel, demasiado fina para tratarse de un taxi. En ese momento se dió cuenta de que algo no estaba bien.

—¡Todavia falta Charly! — anunció sin aliento —. ¿Por qué demonios...

Las palabras se ahogaron en su garganta mientras miraba hacía atrás viendo como se alejaban del aeropuerto.

—¡Qué.... ¿Dónde.... ¡Mierda!

Arrojó un par de golpes sobre la espalda de aquel hombre. 

—¿Dónde demonios me lleva? — gritó asustada y furiosa —, ¿Dónde está Charly? ¿Qué demonios está haciendo?...

El hombre no hizo un sólo sonido, siguió manejando como si ella no estuviera tras él gritando histérica. Lily apretó los labios y se abalanzó buscando defenderse de ese secuestrador, ¡Mierda! ¡Ella le iba a enseñar con quién se estaba metiendo! Sus manos fueron hasta su cabello y antes de que llegara hasta él un ruido surgió de frente a ella y una lámina oscura se interpuso entre ambos. Sus dedos golpearon la dura superficie. Lily chilló sin poder creer lo ue estaba pasando. Sus manos se convirtieron en puños golpeando sin parar la superficie. 

Mierda, iba a destruir esa estúpida cosa frente a ella con sus puños, así ellos sangraran; ¡Mierda! No sé la iba a dejar fácil al tipo. Un grito surgió de su garganta y una serie de palabrotas que harían sonrojarse a cualquier marinero. Gruñó, miró a la ventana y se acercó. ¡Mierda! Podría escapar por ahí. No le importaba que pudiera herirse o morir en el intento, no iba a dejar a un hijo de puta atraparla, ¡No sabía con quién se estaba metiendo! Fue hasta una  portezuela, la otra y tanteó todos los botones que encontró. ¡Mierda, tenía que abrir lo que fuera! ¡La maldita puerta, la ventana! Gruñó como un animal mientras lo hacía, quizá al final lo hacía frustrada por lo inútil que estaba resultando.




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