Navidad 1915, Inglaterra.
Familia y amigos se encuentran reunidos para celebrar, no solo las fiestas navideñas, sino también, el compromiso del Conde Edward con la señorita Emily; quién quedó prendado de la joven después de oírla cantar en la ópera de París.
Son todos reunidos en el gran salón. En el centro, el conde se encuentra sentado frente al piano de cola. Los ágiles dedos de Edward se desplazan con destreza por las teclas del piano, mientras Emily lo acompaña con su voz de soprano en una canción que ambos habían compuesto esa navidad.
La reunión se vio interrumpida abruptamente por un intruso. Vestido en harapos, portaba un arma de fuego. Sin temblar su mano, apunto directo al Conde y disparó.
Se hizo el caos en la fiesta, algunos de los caballeros presentes se dieron a la caza del fugitivo. Las damas lloraban asustadas.
Acudieron ayudar al Conde creyéndolo herido. Para su sorpresa, él se encontraba ileso; era Emily quién se encontraba en sus brazos. Su vestido estaba manchado por su sangre. Y sus últimas palabras eran un suspiro helado mientras sus dedos recorrían el rostro de su amado antes de desvanecerse ––Volveré a ti...