El reloj ubicado en la pared del complejo científico marcaba las doce del mediodía cuando una mancha fue divisada en el horizonte.
Hacía casi hora, un terremoto había sacudido al continente de Asia.
Los científicos habían registrado tal suceso sin darle mucha importancia, pensaban que era solo un terremoto más, después de todo, la zona de Asia central no era activa en sismos.
Justo cuando la mancha fue divisada, los instrumentos comenzaron a volverse locos dentro del complejo. Mostraban lecturas muy por encima del promedio, de pronto, una pequeña interferencia apareció en el aire.
Ondas electromagnéticas.
Los científicos reportaron esto a la central, y esta, a su vez, a la ciudad principal, ubicada a miles de kilómetros.
Cuando llegó el reporte a la cámara principal en la capital, los países comenzaron a tomarle importancia.
Se pensaba que era un terremoto normal, pero, al ver las lecturas y perder comunicación con el complejo científico, no había manera de que esto fuese algo común. Ni siquiera podría ser provocado por un suceso natural.
El complejo científico comenzó a trabajar, tratando de obtener datos sobre el suceso.
En el centro del lugar, una pantalla mostraba imágenes en tiempo real del fenómeno, transmitidas desde tres cámaras ubicadas cerca del Jardín. Estas cámaras habían sido colocadas hacía menos de 3 años, por lo que seguían funcionando a la perfección, ya que estas podían producir su propia energía gracias a celdas fotovoltaicas de última generación.
No se le había tomado importancia a lo que estas cámaras grababan, ya que decían que lo que sucediese en ese lugar, era completamente irrelevante.
Poco tiempo después, estas tornaron su imagen a negro, luego a estática, y finalmente, se apagaron. Los científicos se miraban, confundidos.
Unas letras saltaron a la pantalla, estas contenían una advertencia. Después de esto, la pantalla se apagó por completo, junto con todo lo eléctrico del lugar.
Sin importar la cantidad de tecnología que hubiese, toda era inservible ahora. Tan solo un pequeño reloj en una pared era lo único que servía en el lugar. Este dejó de funcionar a los pocos minutos de que todo se viniera abajo. La última hora que este registró fue anotada, a esa hora se le conoce como la hora del fin.
12:15
La nube se extendió hasta el complejo en un par de minutos. El sol, que resplandecía en el cielo, fue opacado por la mancha que se extendía. El ambiente se oscureció repentinamente.
Debido esto, todas las personas entraron en una especie de pánico.
–¡Esto es una completa locura! –gritaba uno de ellos mientras caía de rodillas. Se sujetaba su cabeza con ambas manos mientras se movía de un lado a otro.
–¿Este es el fin del mundo?
Otros, simplemente comenzaban a cuestionarse sobre lo que sucedía. En sus caras, no había rastro de
–¡Quiero irme de este lugar!
Las voces de algunos no tardaron en resonar en al completa oscuridad. Entre todos ellos, había una sola persona que sabía exactamente lo que estaba sucediendo en el lugar, pero prefirió guardar silencio.
Vistiendo una bata blanca, y con un característico color de pelo, él mantenía la calma. Se levantó de su escritorio y se dirigió a la salida tranquilamente.
Él sabía lo que sucedía, llevaba esperando toda su vida para que esto sucediese.
Antes de que la energía fuese cortada, guardó toda la información posible en una unidad externa, la cual retiró de su ordenador y guardó en el bolsillo de su bata.
Caminó lentamente por el pasillo hasta la puerta trasera, ayudado por un raro artefacto, el cual lo dejaba ver en tal oscuridad. La puerta estaba bloqueada debido al corte de energía.
–Me lo imaginaba.
Llevó su mano hacia su cintura, sacando un tubo del tamaño de su mano. Presionó un botón y una resplandeciente hoja salió. Con esta, cortó los seguros de la puerta, derribándola.
Cuando la puerta cayó al suelo, él caminó sobre ella y se dirigió hacia la montaña, ubicada a pocos metros del complejo.
En el exterior, la iluminación era similar a un día nublado, por lo que aún se podía observar a lo lejos. Caminó hasta que el complejo desapareció tras la montaña.
Él volteó hacia atrás, mientras confirmaba su distancia con los demás. Entonces, llevó su mano al cuello, tomando la perla.
La tiró al suelo a pocos metros de donde estaba, inmediatamente una pequeña luz surgió de su interior, la perla proyectó seis imágenes, tres mujeres y tres hombres aparecieron ante él. Era una proyección parecida a un holograma.
Apartó unas cuantas rocas y se sentó en el suelo, dirigió su mirada al grupo y comenzó a hablar.
–Aquí el Vigilante. Ya ha comenzado… Es hora de reunirnos.
Se identificó a sí mismo como el vigilante, todas las figuras asintieron con la cabeza. Ellos sabían lo que iba a suceder.
Editado: 28.06.2020