Preludio Final

XVIII - Family

La casa en la que viví mi infancia siempre fue muy alegre, no existía día en que nos aburriésemos.

Ubicada en un pueblo casi recóndito, rodeado por un espeso bosque, en parte desconocido y peligroso, dificultando su acceso.

En resumen, era un lugar peligroso.

Volviendo a mi familia, soy la tercera de siete hijos. Nos llevábamos muy bien, éramos muy unidos.

La convivencia de nueve personas en una casa que no estaba diseñada para tal uso era algo complicado, pero, hacíamos lo que podíamos.

Cuando éramos pequeños, todos dormíamos en el mismo cuarto, y, al llegar a una edad considerable, fuimos separados por bandos, tres mujeres y cuatro hombres.

Soy la mayor de las mujeres, por lo que estaba a cargo del cuidado de las otras dos.

Sus nombres eran Astrid y Lenna.

Astrid es la segunda mayor de las mujeres y la quinta en general. Ella desde siempre ha sido un tanto hiperactiva. Su hambre por descubrir cosas nuevas la ha llevado a meterse en muchos problemas con los otros residentes del pueblo. Era algo común ver cómo era regañada constantemente por los adultos.

Por el contrario, Lenna era un tanto misteriosa. Era la menor de las hermanas, con una pequeña diferencia de edad con nosotras. Tendía a encerrarse en una especie de burbuja, evitando toda interacción con el exterior. Se apartaba del resto.

En las cenas familiares, hablaba raramente. Era propensa a perderse por las tardes. Mis padres sabían a dónde iba, pero siempre nos lo ocultaron. Ella siempre regresaba al día siguiente, encerrándose en su cuarto por todo un día.

Sin darnos cuenta, la distancia entre Lenna y nosotras se hacía cada vez más grande.

Pasábamos semanas sin saber de ella. Parecía que nuestros padres trataban de separarla de los nosotros. Raramente era vista fuera de su habitación.

Poco a poco nos fuimos acostumbrando a su ausencia.

Mis hermanos eran un tanto especiales.

Dorian, el mayor de la familia, era el responsable de la seguridad de todos nosotros mientras jugábamos en el bosque. Tenía una diferencia de edad de casi 3 años conmigo.

Le seguía Anton, el segundo. Es un fanático de las culturas de la antigüedad y sus creencias. Siempre mencionaba que él quería ser un dios, obviamente, lo tomábamos como broma, tales cosas no existen.

Von es el tercero de la lista. Él es mi gemelo, si se puede decir de esa manera. Nacimos el mismo día y nos llamamos de una manera similar. Es el más alejado de los hombres, por lo que se lleva un poco más con Lenna que nosotros, además de ser mi contraparte. Yo sería su gemelo malvado.

Por último, el menor de todos era Kelem. No sabía de dónde provenía su extraño nombre, pero me causaba curiosidad. Como era el más chico de la familia, todos teníamos la tarea de cuidarlo. Su diferencia de edad era también de tres años conmigo.

Como característica general, todos teníamos el pelo, o parte de este, de color blanco.

Dorian solo tenía las puntas de su cabello de ese color. Anton lo tenía en forma de líneas que atravesaban su cabeza, teniendo en parte el color negro y el blanco.

Von, al igual que yo, teníamos el pelo completamente blanco, desde la raíz hasta las puntas, al contrario que Astrid, ella tenía una leve decoloración a gris.

Lenna tenía un simple mechón de su cabello de color negro, el cual caía por su rostro. Por último, Kelem, su pelo era inverso al de Lenna, con un simple mechón de color blanco en su cabello.

Esa es una característica con la que todo el mundo podía reconocernos, aunque, ninguno de mis padres tenía el cabello de ese color.

Nuestra familia estaba en muy buenos términos con las demás familias que hay en el pueblo.

Al vivir en un lugar un tanto alejado de lo que podrías llamar la “civilización moderna”, no sabíamos mucho del mundo en general. Todo lo que sabíamos era por los relatos que nos contaban las personas que raramente aparecían por estos lugares, turistas en su mayoría, los cuales iban en la búsqueda de un misterioso árbol que crecía cerca de este pueblo.

Muchos de los residentes habían escuchado en alguna ocasión sobre el árbol, pero ninguno lo había visto de frente.

Se decía que era más grande que los árboles del lugar, y sus hojas poseían un característico color rojo oscuro. Era la atracción principal de este lugar y nuestra fuente de información sobre el mundo.

Cada vez que los turistas mencionaban al árbol, podía ver una ligera reacción en mis padres y de Lenna, pero no le tomaba importancia.

Conforme pasaban las estaciones disfrutábamos de la calmada vida. En primavera, nos gustaba correr por las calles del pueblo en persecución de alguna mariposa o ave que volara bajo.

En el verano, solíamos ir a bañarnos al río que corría cerca. No era tan profundo, así que podíamos cruzar hasta la otra orilla sin problemas.

Eran las tardes de otoño donde dejábamos los juegos y nos preparábamos para las nevadas que se aproximaban. Era nuestro trabajo el ayudar en la recolección de alimentos de los campos del pueblo.




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