Los gritos comenzaron a resonar por el lugar y Dan se dirigió con rapidez hacia Jay, mientras intentaba atravesar a las personas que corrían de acá para allá.
Una alarma comenzó a sonar y una voz que salía de los altavoces del aeropuerto dio aviso de una posible amenaza.
—¿Qué está ocurriendo? — interrogó Dan al llegar hasta Jay.
—Le he pedido a Theo un favor, de esta manera podremos evitar la salida de los vuelos. Por el momento busquemos a Anne.
Ambos comenzaron a buscar por el sitio hasta que, a la distancia, Dan oyó una voz femenina pidiendo ayuda.
Dan observó, a lo lejos, a una mujer que, desde la distancia lucia similar a Anne, quien era arrastrada por alguien con uniforme de mantenimiento.
No dudo en correr hacia ella mientras trataba de evitar una muchedumbre que se interponían en su camino.
Ambos desaparecieron a través de una puerta que conectaba un túnel improvisado hasta el vuelo trescientos once.
Dan se apresuró aún más, pero las personas y los empleados se encontraban lo suficientemente frenéticos como para notar que alguien arrastraba a otra persona mientras pedía ayuda.
Dan observó a Jay a la distancia.
—¡Jay! — llamó.
Pero Jay no lo había oído.
—¡Jay! — llamó nuevamente.
Jay cruzó la mirada con Dan y como pudo dio aviso de lo que estaba ocurriendo.
—¡Van de camino hacia el avión! — gritó mientras señalaba la puerta por la que habían ingresado—¡Ve hacia allí! — y continuó señalando la puerta hasta que finalmente Jay entendió lo que Dan estaba tratando de decirle y asintió en respuesta.
Se apresuró a dirigirse hacia la puerta y no dudo en entrar por ella cuando logro alcanzarla.
Corrió a través del pasillo una vez que se encontró dentro.
Oyó un grito ahogado y se apresuró a avanzar hacia el avión y al entrar en él, no había rastros de ellos.
—¡Ayuda! — se oyó una voz femenina proveniente del segundo piso del avión.
Dan se dirigió hacia las escaleras y las subió con rapidez.
—¡Vuelve por donde has venido si no quieres que explote el avión en mil pedazos! —advirtió el hombre que sostenía a Anne.
Dan finalmente podía ver al victimario con claridad. Un hombre de aproximadamente un metro setenta, cabello en color azabache y complexión delgada. Llevaba el atuendo que había visto en la visualización.
—Ayúdame— pidió la mujer frente a Dan.
El hombre sostenía a Anne con uno de sus brazos, mientras que en el otro llevaba consigo un detonador.
—Podemos resolverlo, no necesitas hacer esto— dijo Dan finalmente.
Dan sacó de uno de sus bolsillos su identificación de estudiante y se la enseñó al victimario; sin embargo, pudo notar una expresión de alivio en el rostro de Anne.
—Puedo ayudarte— señaló su id— Puedo hacerlo, pero debes soltar a Anne primero.
Dan guardó su id y levanto ambas manos en señal de que estaba desarmado y no era un peligro para él.
—¿Quieres ayudarme? — interrogó el hombre.
Dan asintió.
—Entonces hazte a un lado— pidió— Tú te quedarás aquí— acomodó a Anne en uno de los asientos cercanos— Sabes lo que va a ocurrir si intentas algo— amenazó.
Dan se corrió a un lado con las manos aún levantadas y el hombre camino directo a las escaleras.
—Tendrás lo que mereces— esbozó el hombre a Anne antes de desaparecer por las escaleras.
...
Jay se encontraba aún dentro de la zona de espera intentando avanzar entre la multitud, pero le resultaba imposible.
Pensó en un plan b en cuanto observo a un empleado saliendo de la puerta que Dan le había indicado con anterioridad y con un objeto entre manos que rápidamente reconoció como un detonador.
Comenzó a abalanzarse entre las personas para poder llegar hasta él.
—¡Detente! — gritó Jay cuando se encontraba a una distancia más cercana.
Pero el hombre hizo caso omiso y cuando este estaba a punto de presionar el botón del detonador, Jay logró alcanzarlo para posteriormente abalanzarse sobre él, lo que provocó que el detonador cayera a un lado.
El hombre golpeó el rostro de Jay y logro sacárselo de encima para ir en busca del detonador y este se arrastró hasta alcanzarlo, pero Jay logró tomarlo de sus extremidades antes de alcanzarlo; sin embargo, el hombre volvió a golpear a Jay y así lograr tomar el detonador.
Lo último que oyeron Jay y los presentes fue una gran explosión y los vidrios del gran ventanal se partieron en mil pedazos mientras el vuelo trescientos once era envuelto en grandes llamas.