Premoniciones: T.E.P [2]

BAÑERA (1/2)

Salón principal, academia Ward.

—Jay Downie— llamó el regente de la Academia para que asistiera al escenario.

Jay se levantó de su asiento ubicado entre el público y con la emoción impresa en su rostro, se dirigió hacia el escenario.

El regente le entregó un diploma en conjunto con una medalla de oro.

—Felicidades, Jay— felicitó el hombre frente a él.

—Muchas gracias, director Rossi— agradeció para posteriormente regresar a su butaca entre el público.

...

En medio de la blanca habitación se ubicaba una camilla en la cual, sobre ella, reposaba Dan con sus ojos cerrados con la imposibilidad de mover su cuerpo.

Su única compañía era el televisor que anunciaba las noticias matutinas.

"Una gran explosión tuvo lugar el día de ayer en el Aeropuerto de Ezeiza, luego de que un ex empleado colocara un explosivo en el vuelo trescientos once con destino a Roma. Afortunadamente, no ha habido víctimas fatales, solo heridos.
El victimario habría querido atentar contra la vida de su ex pareja, quien tomaría dicho vuelo, la víctima no ha declarado al respecto"

La puerta de la habitación de hospital sonó y Jay entro por ella.
Dan abrió con dificultad sus ojos para luego dirigirlos hacia él.

—¿Adolorido? — indagó Jay al observar la nula movilidad de Dan.

—Podría haber resultado peor. ¿Qué hay de Anne?

—Preocúpate por ti mismo, ella se encuentra bien.

—He oído en las noticias que eran pareja.

Jay tomo un asiento y se sentó cerca de Dan.

—La razón por la que Anne se dirigía hacia Roma, era para alejarse de él. Habían sido pareja en el pasado, pero él no podía soportar el hecho de que Anne no estuviera a su lado y comenzó a sofocarla mediante mensajes, apareciendo en su trabajo, su vivienda, etc. Con el tiempo se volvía más posesivo y Anne temía por su vida, por lo que había optado por ir a Roma y de alguna manera logró infiltrarse entre los empleados del Aeropuerto y dato no menor, se encontraba realizando servicio militar, es por eso que pudo conseguir explosivos con facilidad.

—¿Cómo es que sabía lo del vuelo?

—Se descubrió que había amenazado a su amiga, ¿recuerdas a la pelirrubia?

Dan asintió.

—Le contó sobre ello, pero no creía que fuera a ser capaz de hacer algo así.

—¿Por qué no acudieron a la policía en su momento?

—Lo hicieron, pero solo las han ignorado— Jay tomó el bolso que traía consigo y sacó un papel en conjunto con una medalla— ¡Es por eso que eso no pasara con nosotros, agente Tormen! — esbozó con emoción mientras le enseñaba el papel a Dan— Somos oficialmente agentes criminólogos de la provincia de Buenos Aires.

Dan formó una sonrisa al observar su diploma de graduación.

—Finalmente, felicidades, agente Downie.

Jay apoyó las cosas sobre la mesa de luz de la habitación.

—Debemos celebrar, recupérate pronto— exigió.

—Es lo que más deseo.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y por ella ingresó Ian junto con otros compañeros acompañados de un pequeño pastel.

—No podíamos festejar sin ti— comentó Jay.

—Claro que no podíamos— sumó Ian.

Uno de los presentes encendió la vela que contenía el pastel.

—Seamos los agentes más nobles y luchemos en contra de las injusticias y los criminales.

—Trabajemos duro para atrapar a los criminales y llevar la paz a la vida de los familiares.

—Que así sea— respondió Dan.

—Que así sea— dijeron al unísono para posteriormente apagar la vela de un soplido en conjunto.
...
Tres días después, Dan aún se encontraba en el hospital, pero se podía mover con normal movilidad.

—Mamá, ya puedo moverme con normalidad, no hace falta que te quedes otro día más aquí. Mañana me darán de alta, me sentiría mejor si regresas a casa y descansas.

La madre de Dan se encontraba junto a él.

—No voy a estar tranquila hasta que salgas de aquí.

—Vas a tener que acostumbrarte.

—¿Acostumbrarme? ¿Crees que una madre puede acostumbrarse a que su hijo se exponga al constante peligro? — regañó— De todas las profesiones existentes, ¿tenías que elegir justamente criminólogo?

—La justicia me llama— bromeó.

—¿Justicia? Voy a darte justicia— su madre le dio un suave golpe en el brazo y Dan lo tomó dramáticamente mientras lo acompañaba con un gesto exagerado de dolor.

—¡Aún soy un paciente! — regañó Dan.

—No me hagas enojar si no quieres permanecer de por vida aquí a manos de tu madre.

—Ahora temo por mi vida— respondió Dan divertido— Sabes que Jay siempre está cuidándome.

—¡¿Dónde estaba cuando ocurrió el accidente?!

En ese momento Jay ingresó por la puerta de la habitación y Dan le hizo un gesto para que corriera.

—No te entiendo, Dan— se quejó Jay.

La madre de Dan observó a Jay con molestia para posteriormente acercarse hacia él y depositar un suave golpe en uno de sus brazos.

—¿Y ahora qué hice? — se quejó mientras tomaba su brazo.

—¡Se supone que debías cuidar de Dan! — regañó.

—¡También soy una víctima aquí! — se quejó nuevamente.

—¿Víctima? ¡Es Dan quien se encuentra en una camilla de hospital!

Dan cerró los ojos y dejo que arreglaran sus diferencias mientras hacía caso omiso al problema surgido debido a él hasta que el cansancio lo dominó.

—¡Quiero descansar! — gritó Dan mientras los otros dos aún continuaban con la discusión.

—No va a quedar así— advirtió la madre de Dan.

La madre de Dan siempre había querido a Jay como un hijo más y por eso lo regañaba como tal cada vez que algo le pasaba a Dan y viceversa.

—Bien, primero dejemos descansar a Dan y segundo regresa a casa que yo me quedaré cuidándolo.

La madre de Dan levanto una ceja.

—¡Esta vez lo haré, ¿de acuerdo?! ¡Si no fuera por mí, Dan no estaría aquí, ¡de nada!



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En el texto hay: premoniciones, crimenes, crimenes y asesinatos

Editado: 13.11.2023

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