Dan se apresuró a tomar su teléfono para posteriormente enviar un mensaje a Jay.
"¿Dónde estás?, necesito verte"
Dan se recostó sobre la camilla y pensó en detalle acerca de la visualización.
—Lucia como una habitación de hospital— pensó en voz alta.
Y dio una rápida mirada a la habitación en la que se encontraba.
Se levantó de la camilla y se acercó hasta la entrada de la misma y abrió la puerta de par en par. El número diecinueve daba aviso de la habitación en la que se encontraba Dan y los números noventa y dos no dejaban de dar vueltas por su mente.
Sin pensarlo, Dan salió de la habitación.
—¿Qué haces fueras de la camilla? — indagó la madre de Dan que acaba de arribar al hospital.
—Debo comprobar algo, enseguida regreso. Por cierto, ¿sabes algo de Jay?
—Ha dicho que vendría en la tarde, ¿ha pasado algo?
Dan negó con la cabeza.
—Quédate en la habitación. Regresaré enseguida— avisó Dan.
Su madre asintió y se perdió dentro de la habitación mientras Dan dio una rápida mirada al pasillo para posteriormente observar los números de las habitaciones contiguas.
Del lado izquierdo el número aumentaba y del lado contrario la numeración bajaba.
Sabía que debía verificar la habitación noventa y dos, si es que había una habitación con tal numeración.
Observó al pasillo del lado izquierdo y una extraña sensación recorrió por todo su cuerpo.
Caminó con pasos ralentizados con su mirada y oídos en alerta.
Las habitaciones con la numeración del cincuenta en adelante pasaron ante los ojos de Dan.
El pasillo había llegado a su final en la habitación número sesenta.
Un cartel captó su atención al final del mismo indicando que la numeración continuaba en el piso siguiente.
Rápidamente, se dirigió hacia el ascensor del lugar, pero detenido por una voz familiar.
—¿Qué haces deambulando fuera de tu habitación Dan? — oyó la voz de Jay detrás de él y rápidamente se giró.
—¡Jay, que bueno que estás aquí! Creí que vendrías más tarde, por cierto, ¿has leído el mensaje que te he enviado?
Jay negó con la cabeza.
—No he tenido tiempo, vengo de la estación policial en la que trabajaremos— comentó con emoción.
—¿De qué hablas? — interrogó Dan confuso.
—La Academia ha recomendado a sus mejores estudiantes en las estaciones locales y puede que haya insistido incasablemente al director para que solicitara que ambos trabajemos en la misma estación.
—Bien, luego hablaremos de eso. He tenido una visualización y tengo el presentimiento de que ocurrirá aquí. El número noventa y dos continúa dando vueltas en mi mente y pensé que tal vez podría ser una señal del número de habitación, es lo que iba a comprobar.
—Bien, yo iré, tú debes regresar a la habitación.
—Sabes que no lo haré hasta no verificarlo por mí mismo. Si estoy en lo correcto y en aquella habitación se llevará a cabo el asesinato, puede que sienta algo estando allí.
—Dan....— replicó en forma de regaño.
—Estaré bien Jay, estoy mucho mejor. No pasara nada por estar fuera de la cama un momento.
Jay se quedó en silencio momentáneamente hasta que asintió.
—Bien, voy detrás de ti.
Presionó el botón que atraería al ascensor hacia el piso donde se encontraba para posteriormente dirigirse hacia el siguiente piso.
—¿Qué has visto? — interrogó Jay durante el pequeño tramo.
...
Se encontraba al final de un largo pasillo, frente una entrada, una entrada en la que resaltaban el número noventa y dos. Da una rápida mirada a ambos lados para asegurarse de que nadie estuviera merodeando e ingresa a la habitación una vez comprobado.
Una habitación invadida por la blanqueza de su alrededor y unas cuentas camillas acompañadas de objetos hospitalarios.
Fija su mirada en lo que parecía ser una mujer recostada sobre una de las camillas y con pasos lentos camina hacia ella.
La mujer de la camilla sonríe al ver a su visitante.
—Te queda tan bonito como siempre— comentó la mujer con dificultad en referencia a su atuendo. Hace frío, ¿verdad?
El visitante asiente y lleva su mirada hacia las camillas vacías.
—Oh, Kate ha sido dada de alta en la noche de ayer y la pequeña Janis ha mejorado tanto que hace dos días ha abandonado el hospital— la mujer acomodó su postura en la camilla—Se siente vacío, ¿verdad?
El visitante asiente.
—No te preocupes, pronto no estarás más sola. Te enviaré al paraíso del que tanto hablan, si es que tienen lugar para ti, de manera contraria, nos encontraremos en el sitio más ferviente en el mundo.
—¿De qué hablas?
Pero antes de que la mujer pudiera oír la respuesta, se desvaneció repentinamente.
En la mano de su visitante se encontraba una jeringa ubicada en la intravenosa de la paciente, algo había inyectado en ella.
El visitante se acerca hacia el oído izquierdo de la mujer.
—Tal vez en la otra vida recuerdes por qué estoy haciendo esto, tómalo como un favor de parte de tu mejor amiga.
Posteriormente, tomó un teléfono que saco de su bolsillo y redactó un mensaje.
"¡June ha descubierto lo nuestro, estoy yendo a verte! ¡Te he dicho que no puedo perderla!"
El teléfono de la paciente sonó y el visitante lo tomó.
Soltó una risa al ver el mensaje que acababa de enviar.
—Deberían haberlo pensado dos veces antes de intentar engañarme.
Dejo el teléfono de la paciente en la mesa de luz junto a la camilla y con el teléfono que aún tenía en mano redacto otro mensaje.
"¿De qué hablas? ¿Cómo es posible? Bien, esperaré por ti"
Una vez que finalizo de redactar el mensaje, arrojó el teléfono debajo de la cama.