El turno había llegado a su fin, por lo que Dan y Jay se prepararon para emprender viaje hasta la prisión local de Beazley.
—Venimos a ver a Cam Messinas— pidió Dan.
La recepcionista asintió.
—Nombre y apellido, por favor.
—Dan Tormen y Jay Downie.
—Deme un momento— pidió.
Luego de teclear en el computador frente a ella, la mujer estiró hacia ellos un pequeño canasto.
—Depositen cualquier elemento electrónico que lleven consigo, objetos de metales y cualquier objeto punzante, por favor— pidió.
Ambos depositaron todos los objetos en el canasto y lo entregaron de regreso.
—Avancen hacia el lector de metal y luego realizaran un chequeo para asegurarse de qué este todo en orden.
Ambos asintieron y Dan avanzó en primer lugar hacia el lector de metales.
—Buenas tardes— saludó el encargado de la máquina—Avance con normalidad a través del marco de metal— pidió.
Dan caminó bajo el lector y ningún sonido provino de él.
—Bien, el siguiente— pidió el encargado.
Jay imito su acción y tampoco hubo sonido por parte de la maquinaria.
—Todo en orden— informó el hombre— Pueden esperar en la sala de visitas.
Ambos asintieron y se adentraron en la sala de visitas a la espera del recluso.
Solo diez minutos después, el recluso cruzó la puerta de visitas, los observó con curiosidad y tomó asiento frente a ellos.
—¿Quiénes son ustedes? — interrogó el hombre.
—Sentimos irrumpir de esta manera, somos los agentes Dan Tormen y Jay Downie de la estación local de Beazley— presentó Dan.
—¿Estación de Beazley? — el hombre formó una sonrisa de costado— ¿A qué se debe su visita, agentes?
—Hay alguien que estamos buscando y sabemos que vendrá a verlo, por eso deseamos saber si tiene programa alguna visita para esta semana con alguna periodista.
El hombre los observó con la mirada neutra.
—No hasta donde sé, pero, ¿cómo saben que vendrá a verme?
Ambos se observaron entre sí, no habían planificado del todo que era lo que iban a decir al encontrarse con el recluso.
—Es testigo de un crimen— se apresuró a decir Dan— Debemos hallarla para que testifique y hemos oído que vendría a verlo.
—¿Oyeron que vendría a verme, sin embargo, no saben su nombre o como luce?
—Es llamada como testigo y hemos logrado averiguar el dato de que vendría a verlo— respondió Dan notablemente nervioso.
—Son agentes novatos, ¿verdad? — interrogó el hombre con cierta diversión.
Jay soltó un suspiro de molestia y extendió su tarjeta de presentación.
—Llámanos si alguien se comunica con usted para una entrevista, es urgente.
El hombre formó una sonrisa de costado.
—Claro, agentes— respondió con desinterés.
—Vámonos, Dan— pidió Jay.
Ambos se despidieron del recluso y se retiraron de la prisión.
—No podemos hacer más que esperar, ¿verdad? — interrogó Jay con desgano.
Dan rápidamente tomó su teléfono y buscó el mapa de la ciudad.
—Podemos visitar las gasolineras cercanas— sugirió Dan.
Alrededor de ocho gasolineras cercanas aparecían en las cercanías de la prisión.
—¿Cómo sabemos cuál de todas es?
—El objeto clave— respondió Dan.
—¿El objeto clave? — repitió Jay.
A lo que Dan asintió.
—¿Recuerdas el carrusel del parque y la cuchilla hallada en la cabaña?
Jay asintió rápidamente y es que, aunque quisiera olvidarlo, no podría hacerlo.
—Son objetos claves, ocurre cuando un objeto ha sido utilizado en variadas oportunidades, llevando en su historial a más de una víctima, el objeto clave me permite ver a las otras víctimas. En caso de encontrarlo, si es el indicado, se supone que debe haber una reacción instantánea de mi parte y me revelará otros crímenes, tal vez, en este caso, el objeto clave podría ser el frasco que contiene líquido sedador.
—¿El que empleó para dormirla?
—Sí, al menos, es lo que creo.
—Bien, primero vayamos a recorrer las gasolineras, tal vez algo pueda venir a tu mente.
Dan asintió y emprendieron viaje hacia la gasolinera más cercana.
Estacionaron en la primera estación y se adentraron en la tienda, pero no podía ser en ella, la dependiente era mujer, por lo que prosiguieron hacia la próxima gasolinera.
En ella, una joven se encontraba detrás del mostrador y Dan lo observó detenidamente.
Analizó el alrededor y los objetos sobre el mostrador.
—¿Hay algo que haya llamado tu atención? — interrogó Jay.
—No por el momento, pero necesito ver qué hay debajo del mostrador.
—Yo me encargo— respondió Jay para seguidamente caminar hacia el joven.
Dan llevó la mirada hacia Jay quien se dirigió al joven.
—Te lo agradezco— oyó decir a Jay.
El joven salió del mostrador para seguidamente ir tras Jay y rápidamente Dan se dirigió hacia el mostrador en búsqueda del objeto clave.
Papeles, restos de comidas, envoltorios y más encontró debajo de él, pero no había rastros de que pudiera ser la gasolinera que estaban buscando.
El resto del día continuaron su recorrido hacia el resto de las gasolineras cercanas, pero no hubo señales que alarmaron a Dan.
Una llamada llegó al teléfono de Jay al siguiente día.
—Zoe Ponds— oyó una voz masculina al otro lado del teléfono.
—¿Zoe Ponds? — repitió Jay.
—La testigo que estaban buscando.
—¿Cam Messinas? — interrogó Jay con extrañeza.
—El mismo— respondió el hombre— Es una reportera novata de la cadena de televisión Red Light.
Y la llamada finalizó.
Jay rápidamente busco en el navegador de su teléfono la cadena de televisión Red Light y varios resultados aparecieron en pantalla, inclusive el sitio oficial.
Presionó sobre la página del sitio oficial para seguidamente ser derivada hacia ella. Rápidamente, le dio una rápida ojeada en búsqueda de la dirección del sitio hasta finalmente encontrarlo.