"FH"
—¡FH! —esbozó Dan en un grito al despertar abruptamente por la mañana.
Con la respiración agitada, se tomó un momento para procesar lo que estaba ocurriendo. Había tenido una pesadilla, una pesadilla en la que las letras F y H no dejaban de dar vueltas.
—¿FH? — repitió con la respiración volviendo a la normalidad.
Se tomó un momento antes de tomar su teléfono y teclear en el navegador las dos letras de sus pesadillas, sin embargo, los resultados no le daban ninguna indicación de lo que las letras podrían significar.
—¿Tal vez un lugar? — se preguntó a sí mismo.
Y volvió a teclear en su teléfono en la búsqueda de un lugar que llevara aquellas letras en él.
"FH, lugar"
Y el navegador arrojó alrededor de un millón de resultados, sin embargo, no eran los esperados.
"Cafetería FH (actualmente cerrado)"
"La nueva marca de transportes a larga distancia, FH"
En su lugar, opta por una nueva búsqueda, sin embargo, antes de que pudiera terminar de escribir, una sugerencia de búsqueda lo lleva a presionar sobre ella, FH, Pontevedra, Buenos Aires.
Y un mapa con una pequeña ciudad apareció entre los resultados, sin embargo, FH no era el nombre de la ciudad, era un antiguo conjunto de casonas y de pronto recordó como lucia la casona de su premonición, había encontrado el lugar.
Debía apresurarse a llegar a la estación e infórmale su descubrimiento a Jay y el agente Caum.
Con gran inquietud esperó por ambos agentes en la entrada de la estación y el primero en llegar fue el agente Caum.
—Llegas temprano— comenta Hayden al estar lo suficientemente cerca de Dan.
—¡Lo encontré! — esboza Dan con grandes ansias— Hallé el lugar.
Hayden le regala una mirada de alivio para seguidamente asentir.
—Bien hecho, vayamos a la sala de planificación mientras esperamos por Jay.
Dan asiente mientras la intranquilidad se apodera de su cuerpo.
—Debes tranquilizarte, Dan. Los hallaremos, pero debes mantenerte calmo o no lograremos nada de manera contraria, ¿de acuerdo?
Dan asintió nuevamente mientras hacía su mayor esfuerzo por intentar calmar la ansiedad que sentía por querer dirigirse de inmediato hacia el lugar y es que el tiempo estaba agotándose.
—Bien, ¿dónde se encuentra el lugar?
—Pontevedra, es algo alejado de aquí, pero si salimos ahora tal vez podríamos llegar a tiempo.
Hayden se acercó hacia Dan y apoyó una de sus manos sobre su hombro.
—Sé que no hay nada más que importe que salvar a esos niños, pero si nos guiamos por las emociones, no conseguiremos hacerlo. No puedo permitir que afrontes el caso si continúas sintiéndote de esta manera. Somos agentes policiales, no importamos nosotros o lo que podamos llegar a sentir, si nuestros sentimientos interfieren, podrían ser fatal para las víctimas, quienes son nuestra prioridad.
Dan inclinó la mirada, no podía evitar sentir una intensa angustia, sin embargo, el agente Caum tenía razón, no era el quién importaba en esos momentos, sino los niños que se encontraban ante un inminente peligro.
—¿Qué tenemos? — interrogó Jay al llegar.
Dan elevó rápidamente la mirada hacia Jay quien entendió rápidamente el sentir de Dan.
Jay avanzó hacia Dan para consolarlo con una leve palmadita en el hombro.
—Antes de que puedas notarlo, esos niños se encontraran a salvo junto a sus padres, así qué manos a la obra, que hay niños que salvar, ¿de acuerdo?
Dan asintió ante las palabras de Jay y se encaminó hacia la pizarra en la que habían descrito las pistas hasta el momento.
Dan trazó algunas palabras sobre ella.
—El lugar es un antiguo conjunto de precarias casonas ubicado en la ciudad de Pontevedra que se ubica alrededor de dos horas de aquí. No sé qué tantas casonas allá, pero no es un sitio muy amplio, por lo que si nos separamos podremos cubrir más espacio y encontrar la casona rápidamente.
—Bien, como el sitio no pertenece a nuestra jurisdicción, debo hablar con el sargento, no sé si estaremos interfiriendo en algún caso de la policía local, por lo que luego de una tediosa charla los alcanzaré, ¿de acuerdo?
Tanto Jay como Dan asintieron para seguidamente dirigirse hacia la salida de la estación y adentrarse en el auto de Jay.
Dan colocó su teléfono en el centro del vehículo para observar la dirección que indicaba el lugar al que debían dirigirse.
—¿Listo? — interrogó Jay.
Dan asiente y un camino de dos horas los separa de aquella fatal premonición.
Unas calles de tierra le dan la bienvenida mientras que van aproximándose al sitio.
—Caminemos a partir de aquí— sugirió Jay.
En cuanto ambos bajaron del vehículo, un estremecimiento recorrió sus cuerpos.
—¿Quiénes son ustedes? — interrogó una voz femenina a sus espaldas.
Al girarse hacia la voz, observaron a una tétrica anciana que llevaba sus prendas desgastadas y su mirada denotaba que no eran bienvenidos.
Jay se apresuró a tomar su libreta de identificación.
—Somos agentes policiales, venimos a investigar un caso.
—No son de aquí— respondió la mujer con cierta vacilación— Nadie se atreve a meterse a las casonas.
—Seremos la excepción— respondió Jay con firmeza, mientras que las manos de Dan temblaban repetitivamente.
La mujer soltó una inquietante sonrisa ante de perderse entre las precarias casonas.
—Si nos dejamos intimidar por los locales, no podremos salvar a los niños. No dejaré que nada nos pase, además el agente Caum vendrá pronto.
Dan soltó un suspiro y llevó la mirada hacia las casonas, que lucia como un pequeño pueblo, no había nada en el lugar que le diera una buena espina.
A simple vista, el lugar estaba rodeado de santuarios a diferentes santos y elementos extraños estaban esparcidos a lo largo del mismo.