Presa de ti ©

Capítulo 25

- ¿Te gusta? - asiente y pide más.

Agarro avena con la cuchara y vuelvo a darle, da saltitos feliz. Sonrío y también me echo avena a la boca, esta chica espero y este estudiando para chef porque se le da excelente.

Le doy las últimas cucharadas a Sebas, mientras como fruta picada. Mis trillizos están dormidos, recién alimentados. 

Ethan creo que está en su despacho, yo con mi bebé estamos en el cuarto desayunando, hace mucho frío y no quiero salir de las cobijas. 

- Abre - acerco la fruta en mis deos a su boquita, inspecciona primero y la agarra él - Cómetela.

Tomo otro pedazo de fruta y le muestro, la aproxima a su boca, pero no la mete. Queda arrodillado en la cama, quieto y toca la piña.

Algo le parece gracioso, me extiende la fruta y niego.

- Ten mami.

- No, cómetela tu. 

Vuelvo agarrar más fruta y la echo en mi boca, hago ruiditos de satisfacción animándolo a comer. Por fin le da una mordida y se sienta en la orilla de la cama balanceando sus piecitos, viendo los árboles por el gran ventanal.

- Mmh

- ¿Rica? - pregunto ladeando la cabeza y sonriendo. Asiente terminado de comerse la fruta y aplaude. 

Sus ojos azules me atrapan, tan hermosos que hacen una perfecta combinación con el naranja de su pelo, crece muy rápido. Tendremos que pedirle a James que se lo corte. 

- Hola, hola, mis amores. 

Ethan entra, mi bebé se alborota y gatea hasta él sobre la cama, noto que también al cuarto entra Margarita, suspirando me levanto.

- ¿Quieres salir a jugar? 

- ¡Shi!

- Bien, tranquilo. Saldrás con tu nana y luego iré yo ¿Vale? - lo baja de al piso, Sebas más que feliz asiente y toma la mano de Margarita saliendo del cuarto.

Camino al armario para quitarme la pijama y ponerme un pantalón de mezclilla, la faja que me ha ayudado a devolver mi figura, un top deportivo y un suéter de lana verde oscuro. 

Siento la mirada de mi monstruo desde la puerta, no le tomo importancia ya que estoy acostumbrada a que me mire sin descaro, termino de abrochar los tenis color negros y me incorporo sonriéndole.

- Pevertido - lo digo en juego y probando que tanta confianza puedo tomarle.

Me alivio cuando sonríe de lado, se toca el echo indignado y echa su cabeza hacia atrás acomodado su largo cabello. 

- ¿Me lo dices a mí? 

- Si, me observas como un depredador. Listo para atacar - simulo tener garras con mis manos cosa que lo hace reír.

- Atacar a mi presa, a un conejo indefenso y vulnerable.

Se va acercando lento, entrecierro los ojos y soy un paso atrás. 

- Los conejos podemos saltar y somos rápidos - defiendo sonriendo, me trepo al pequeño banco que hay en medio del armario y cruzó al otro lado.

- ¿Ah sí?, pero soy una pantera negra. Te alcanzaría en un segundo - también se trepa y baja justo enfrente de mi, intentó retroceder, pero toma mi cintura.

- Y devoraría por completo.

Gruñe y ataca mi cuello haciéndome cosquillas por la barba de días que trae. Me retuerzo en sus brazos de la risa, lo empujo por su pecho para que me suelte, su agarre es firme y fallo en el intento.

- Ya, m-me haré...pipi - ruego que se detenga, lo hace subiendo a mis labios, da un pico y recarga su frente en la mía.

Nuestros alientos cálidos se mezclan, los dos agitados y sonriendo. Lo abrazo fuerte, lo extrañaba mucho. Ethan a vuelto, el chico que me protegía de las sadicas garras de mi monstruo. 

Me separo, lo miro directo y acaricio con mis pulgares sus fino y bien cuidado rostro, James debe estar pegando el grito porque lo estoy tocando, pasó mi dedo por la cicatriz blanca apenas visible que pasa por su mejilla derecha, el ojo y termina en su ceja. 

- Si no quieres a un James enojado ahora mismo...- empieza a decir, río y bajo mis manos a su cuello - No toques mi cara, gracias.

- Ya me lo imaginaba, sí que los conozco bien. 

Alardeo colgándome de su cuello y sonriendo, mi corazón bombea cada vez más rápido, mi respiración se hace rpesada y siento mi estomago revolverse.

Mierda.

- Que bueno, pero nosotros te conocemos a ti más de lo que tú misma conoces.

Entrecierro los ojos, niego y él me da la contraria. 

- ¿En serio? A ver, dime algo que tú sabes y yo no. 

Dejo de colgarme y me cruzo de brazos, hace un ruidito de estar pensado y me da media vuelta tan rápido que chillo, me abraza aprisionado mis brazos y camina a la salida lento. Miro la puerta del baño, siento como recarga su cabeza en mi hombro y su nariz roza mi oreja.

- ¿Sabías que tienes un lunar en tu nalga? - susurra, río sin querer y niego - ¿O en la palma de tu pie? 

- No.

Salimos del armario, se detiene al final del corto pasillo y muerde el lóbulo de mi oreja, me encojo de hombros sonriendo.

- ¿Pecas en tu espalda? - vuelvo a negar - ¿Ves? Se de ti mucho más de lo que crees.

- Ya veo - dejo mi cabeza caer en su pecho, besa mi sien y se me ocurre decirle lo que yo sé de él.

- ¿Sabías que tienes un sedoso cabello? - alzo mi cabeza para verlo, ríe y niega divertido - ¿Manos grandes y venosas? ¿Ojos azules como el mar? ¿Nariz pequeña y perfecta? 

Lo invado de preguntas haciéndolo reír porque él ya sabe todo eso, pero me sigue el juego. Preguntado qué si sus ojos no eran verdes, que pensaba que tenía pelo negro en vez de castaño con mechones rubios.

- La última ¿Si? - su pecho vibra, no dejo de verlo y asiente contendiendo la risa - ¿Sabías que te quiero? 

Todo se congela, sus brazos caen dejándome libre, niega lento riendo ligeramente y sus ojos adoptan un hermoso brillo.

- ¿Lo dices en serio? - pregunto en un tono agudo, como un niño sorprendido que le ha dado lo que tanto quería y no lo cree.

- Si, eres el padre de mis hijos, la única persona que me ha protegido y amado después de mis padres - me giro quedando de frente, tomó su cara para que me mire ya que esta ido - ¿Ethan? 




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