Hannah
Observo los últimos rayos de sol, ha sido un mes lleno de paz, mis bebés al principio no querían irse, preguntaban por Ethan una y otra vez, hasta Leila.
La inocencia de un niño es lo más preciado que hay, no saben la maldad que existe en el mundo, que es bueno o malo.
Pero los adultos si, y sabía que una vez que haya golpeado a mi niña se volvería a repetir. Tengo miedo, no puedo mentir, de hecho venir un rato a la playa me tiene alerta, disfruto de la brisa helada, refrescante y demasiado satisfactoria, también cuido de mis hijos.
Jugando con la arena, yendo a la orilla del mar y regresarr antes de que les toque el agua, felices, cero preocupaciones y lo mejor, están afuera. Libres, pueden hacer lo que se les antoje, hay que disfrutar mientras dure.
¿Soy pesimista?
No, pero se las influencias que tiene Ethan. Un movimiento en falso de mi parte o Margarita será el final de nuestra libertad y puede que hasta de mi vida, Ha pasado un mes de que me escape, para mi sorpresa nada rara se ha visto.
El número que venía en el papelito escondido dentro del armario de mis bebés era de unas personas que ayudan a mujeres que son maltratadas, queriendo darles libertad, no más golpes.
Y se siente genial, raro, pero de maravilla.
Me había acostumbrado a su presencia, todavía me cuesta dormir.
Porque sé que no está conmigo o a mis alrededores, que en cualquier momento va a encontrarnos, no lo veremos venir o espero ya estar lejos de su alcance.
- Nos tenemos que ir, Hannah.
La voz de Margarita me despierta del trance, volteo con ella y le sonrío, extiendo mi mano y me ayuda a levantarme, sacudo la arena y les hablo a mis hijos.
- Suban, con cuidado - uno por uno a la camioneta polarizada, cierro y me trepo en el asiento del copiloto.
Hanzel maneja, un señor que nos ayudó a escapar. Él se ha encargado de nosotros todo este tiempo, es muy carismático, amable, gentil y altruista.
Gracias a que siempre tenía que saber cuál de las personalidades de Ethan estaba afuera, aprendí a leer a las personas visualmente.
- Esta noche sale el vuelo, ¿Estás lista? - tuerzo la boca y me quedo viendo por la ventanilla.
- ¿No es muy pronto?
- Hannah, habíamos acordado que hoy sería.
- Lo sé, pero nadie lo conoce más que yo y debe estar vuelto loco todavía, un error de nuestra parte y créeme...- no sé si decirlo, el carro esta en silencio, volteo hacia atrás y mis hijos se vienen durmiendo, Margarita me regala una sonrisa y susurro:
- Él ya ha matado a personas que intentan ayudarme.
- ¿Qué dices? ¿Ha matado? - por primera vez lo miro enojado, paramos en un semáforo y voltea a mí - Con mucha más razón debemos ir a al policía.
- No, eso sería muy estupido de mi parte sabiendo que tiene a la policia comprada.
- No todos son corruptos, tengo agentes de confianza que me ayudan en estos casos.
Niego, sé que si entro en una comandancia serán los minutos contados que lo tendré frente a mi, no me arriesgaré.
- No quiero, a la policia de aquí no.
- Bueno, entonces será en Canadá.
Luz verde, me dejo caer en el asiento y avanza, Canadá...no puedo creer hasta donde me tengo que ir para que no nos encuentre.
Lo haré, por mis hijos. Los amo más a ellos que a él.
***
- No te muevas amor.
- No quiero - mueve su cabeza de un lado a otro, quitándose la peluca.
- Es un disfraz Leila...de una princesa - intente persuadirla, estaba enojada y al oírme sonrió.
- ¿Princesa? Quiero ser una princesa - sus ojitos se iluminan, asiento sonriendo y se deja poner la peluca de pelo largo castaño ondulado, Margarita le mete broches para que no se caiga y le pone una tiara de juguete.
- Listo, mi princesa hermosa - beso su mejilla, me regala una risita y la bajo de mis piernas.
- Ya están los niños también, faltas tú.
Quito la vista de Leila para subirla a Hanzel, suspiro y me levanto yendo a un tocador, tomo asiento en la silla y Margarita viene ayudarme a poner una peluca.
Querían que me pintara el pelo, pero mi mamá me hizo prometerle que jamás dañaria mi pelo con químicos, en su honor siempre será pelirrojo.
El cabello falso es castaño, largo y ondulado. Igual al de Leila, mis niños lo tienen rubio y largo hasta arriba de los hombros, parecen príncipes de antes. Hermosos igual a su "padre".
Si, Hanzel tiene el pelo rubio y se hará pasar por su padre, somos una familia que viaja con sus cuatro hijos y la nana. Normal, nadie sospecha...eso espero.
- Lista, bien sujeta. Ahora te maquillare para ocultar las pecas - comienza con la magia, lo hace rápido ya que el tiempo se acaba - Ya, finalmente los pupilentes.
- ¿Los necesito a fuerzas? - pregunto viéndola por el espejo, Hanzel se acerca y lo miro.
- Kate Golden es castaña con ojos azules.
- De acuerdo - no me queda de otra, entre los dos me los ponen.
Me arde un poco al principio, mis ojos lagrimean y me limpio con cuidado.
- Te ves diferente - afirma Margarita, me miró más detalladamente y concuerdo.
- Bien, hora de irnos - palmea mi hombro y toma camino a la salida de su casa.
Les hablo a mis hijos, salimos y los subo al carro. Me trepo atrás con ellos y abrazo a Sebastian que está triste, sus hermanos olvidan rápido la situación porque están chiquitos y no saben del todo lo que sucede, pero Sebastian tuve que hablar con él seriamente.
Se enojo mucho que Ian le haya pegado a Leila y también me levanto la voz, diciendo lo mismo que Ethan.
"Son niños, necesitan educación y disciplina".
Después de eso entro a la casa, no hable más del tema. Sonó muy maduro para su edad y sé que no estuvo bien que me gritara, pero es claro ejemplo de la personalidad agresiva de su padre.
Me quedé pensando en eso, en vez de regañarlo. Y ahora que vuelvo a recordar debí ir tras él para pedirle respeto, soy su madre.
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posesivo y controlador, trastorno de identidad disociativo, dolor golpes sufrimiento
Editado: 16.03.2020