Presa de ti ©

Capítulo 35

 

Dos semanas viniendo diario al psiquiatra después del trabajo me han servido mucho, como mejor y duermo mis ocho horas.

Sigo sintiéndome solo, eso sí, la compañía que me brindaba Hannah y mis hijos nadie podrá quitarla, los quiero devuelta. No me importa cuantos años me cueste encontrarlos, van a volver a mí.

- ¿Cuánto tiempo has estado en casa? 

- No, mucho. Solo cuando voy a dormir.

- Bien, pero ¿Si tienes un hotel, por qué no te quedas ahí? - pregunta cauteloso, respiro hondo y sigo jugando con las tiras de un cojín.

- Por el olor, en casa después de tanto tiempo sigue oliendo a ellos.

- ¿Has limpiado la casa o ventilado? 

- James tiene TOC, aunque no quisiera limpiar él lo hace.

- Cierto.

Siempre me pregunto qué tanto anota, digo unas pequeñas palabras y escribe mucho.

- En la noche tengo un vuelo.

Llamo su atención, me ve tras sus gafas alzando ambas cejas.

- ¿A dónde irás? 

- Con mi familia en New York.

- Me parece excelente idea, así tal vez podrías distraer tu mente de tu esposa e hijos.

Asiento lento, sonrío débil y me levanto dando por terminada esta sesión.

- Muchas gracias por tu ayuda, Marcus. Nos vemos en una semana.

Estrecho su mano y de inmediato sentí la necesidad de lavarme la zona, salí casi corriendo. Ni voltee con Ana, esa pelirroja lo único que hace es sonreírme y mientras espero que Marcus termine otra sesión me intenta sacar platica, más que monosílabas no le doy, pero si he querido acercarme.

Meter mis dedos en su cabello y jalarlo, la obsesión de Ian es fuerte. Y todo porque una familia de puros pelirrojos lo criaron, de una manera no tan bonita que digamos, ellos se encargaron de quebrar su mente.

Cada una de mis personalidades tiene su historia. 

La de Ian es la más fuerte, recuerdo cuando me la contó con lujo detalle. Era un crío, llore por él y así fue que lo deje encargarse de mi cuerpo por años, quería que fuera feliz, que volverá a sentirse vivo.

Hasta el momento no sé si en verdad hice lo correcto o abrí la jaula del monstruo que claramente decía una etiqueta en letras rojas y grandes.

"PELIGRO"

 

***

 

- Mira lo que te traje, tu mami me dijo que eran tus favoritos.

Le entrego todos los dulces que le compre, Emma me mira reprobatoriamente. 

- ¡Gracias, tío!

- Por nada, campeón.

Revuelvo su cabello que parece que trae canas, Simon se va corriendo escalera arriba y sigo temiendo a Emma enojada frente a mí.

- ¿Qué tienes?

- Cuando me preguntaste qué dulces les gustaba, pensé que solo comprarías uno de ellos no todos, Ethan.

- Ay mujer, ¿De qué te preocupas? 

- Me preocupa que van a hacer un desastre con tanta energía.

- Te ayudo a limpiar si lo hacen.

En verdad no haré nada, sólo para que deje de fastidiar.

- Bien, más te vale hacerlo.

Ruedo los ojos y asiento.

- ¿Dónde está Brooke? - pregunto por mi sobrina, un año menor que Simon.

- Salió con Will por comida.

- ¿Por qué nunca me la pasas cuando llamo?

- Es muy tímida, verás que cuando te vea se esconde o corre escalera arriba.

- Le daré sus dulces y galletas preferidas, me va amar.

Emma ríe, la imito y tomamos asiento en los sillones.

- Ya veremos.

- Estoy cien por ciento seguro.

Entrecierra sus ojos, bebo del vaso de agua que me dio y observo alrededor. La casa parece una mini copia de la mansión Black, mismos colores y arquitectura.

- Ya, deja llorar amor.

Un llanto se escucha, la puerta ser cerrada y una niña delgada con los ojos rojos y mejillas mojadas.

- ¿Qué ha pasado, Will?

- La asusto un perro, le dije que me esperará pero no hizo o caso y el perro del vecino se le echó encima con sus ladridos horribles.

- Ay, tranquila bebé. 

- Hola, Brooke.

Intentó llamar su atención, Will se va al comedor a dejar la comida.

- Tu tío Ethan te está hablando, ve y salúdalo.

Tallando sus ojitos camina hacia mí, le abro mis brazos y enrolla los suyos en mi cuello. Acarició su espalda y beso su mejilla.

- ¿Tan feo esta el perro?

- Si, le sale saliva y tiene dientes muy grandes.

- Debes hacerle caso a tu papá, ya viste lo que sucede cuando no lo haces. ¿Estamos?

Asiente haciendo un puchero, le sonrío y acomodo su cabello rubio platinado detrás de las orejas.

- Te traje un regalo.

- ¿A mí? 

- Si, tu mami me dijo que te gustaban estas galletas.

Atraigo la bolsa pequeña de tela y saco el paquete, sus ojitos se iluminan. Las toma y pasa si dedo por todo el empaque.

- También estos dulces.

Le entrego la bolsa, chilla y brinca. Se va corriendo con Emma.

- Y ese milagro que te dejas ver.

- Es que ya me canse de estar encerrado en el museo. Todo un privilegio de que esta belleza esté aquí.

Empieza a reírse, le guiñó un ojo y palmea mi hombro.

- Ten cuidado al caer, eh. Ese ego que te cargas anda por las nubes.

- Soy todo un ángel.

- Te extrañe.

- Igual yo.

Me levanto abrazarlo, tantas cosas que contarle. Esperare la noche para eso, solo nosotros dos y Emma si quiere.

- Gracias tío - esa vocecita me hace separarme de Will, volteo con ella y me agacho.

- Por nada, princesa. 

Pellizco su mejilla despacio, se tornan rojas y agacha la mirada. Que ternurita.

- Antes de comer algo de eso, primero vamos a comer comida. 

- Si, papi. Iré por Simon.

Corre a las escaleras con tu y bolsa, nosotros tres nos encaminamos al comedor, le ayudo a Emma acomodar los platos mientras Will sirve agua de piña en diferentes vasos.

- ¡Mamá!

- ¿Qué pasa?

- Simon no quiere bajar.

- Déjalo, ven a sentarte ahorita subo.

Asiente y acata la orden, Will le sirve comida. Emma se va y al no ver que más hacer agarro lugar en la mesa.

- ¿Has sabido algo de Hannah? - pregunta de repente, fijo mi mirada en sus ojos y niego.




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