Presente En Mis Ruinas

Capítulo 21: “Ya no sé cómo volver a amar”

A veces me pregunto si todavía soy capaz de enamorarme. No como antes, no con esa fe ciega, no con esa entrega completa que me dejaba temblando de ilusión. Desde aquella última historia, algo dentro de mí cambió para siempre. Como si mi corazón hubiera aprendido a cerrarse con llave, y yo hubiera olvidado dónde la escondí.

Me cuesta confiar.
Me cuesta creer que alguien no va a romperme igual.
Que no va a mentirme, que no va a irse, que no va a usar mis heridas como excusa para hacerme más daño.

Cada vez que alguien se acerca con buenas intenciones, lo primero que pienso no es qué bonito sería, sino cuánto dolerá cuando se vaya.
Y entonces me adelanto al final.
Me alejo.
Me convierto en la persona que corre antes de ser herida.

He corrido de muchos brazos que quizá habrían sido sinceros. He cerrado puertas antes de comprobar si alguien estaba dispuesto a quedarse. He puesto muros donde antes había flores. Todo porque mi mente no deja de repetir que nadie puede ser distinto, que todos terminan destruyendo lo que tocan.

La verdad es que no me reconozco en esta versión mía tan desconfiada. Antes amaba sin miedo, con torpeza, con entrega, pero sin reservas. Ahora lo analizo todo: los gestos, los mensajes, los silencios. Busco señales donde a veces no hay nada, esperando encontrar una prueba de que mis sospechas tienen razón. Es agotador vivir esperando el golpe.

A veces alguien me dice algo bonito, y mi primera reacción no es sonreír, sino dudar. No porque no lo quiera creer, sino porque ya lo escuché antes… y esa vez terminó mal.
Mi mente me protege, lo sé. Pero en ese intento de protegerme, también me está privando de sentir.

He llegado a pensar que el amor ya no es para mí. Que tuve mi oportunidad, la viví, la perdí y ahora solo me toca recordarla. Pero en el fondo —muy en el fondo— hay una parte de mí que todavía quiere volver a creer. Que todavía sueña con que un día llegue alguien que no me despierte el miedo, sino la calma.

Alguien que no necesite derribar mis muros, sino que se siente a mi lado hasta que yo misma los desarme.
Alguien que no me prometa que no va a irse, sino que simplemente se quede.

Pero mientras eso pasa —si es que pasa—, sigo intentando reconstruirme. Aprendiendo a no odiar al amor, aunque duela. Intentando perdonarme por las veces que espanté a quienes quisieron acercarse. Porque no fue por maldad, fue por miedo. Y el miedo, cuando viene del dolor, puede parecer egoísmo, pero en realidad es una forma de supervivencia.

Quizá algún día vuelva a amar.
Quizá no.
Pero si lo hago, quiero que sea sin ansiedad, sin desconfianza, sin esa necesidad de prepararme para el final antes de que empiece.

Quiero amar sin miedo.
Como antes.
Como si nunca me hubieran roto.
Como si todavía creyera que el amor no siempre duele.

~No soy fría, solo me rompieron tantas veces que aprendí a temblar en silencio. No es que no quiera amar, es que ya no sé cómo hacerlo sin miedo. Pero aun así, dentro de mí sigue viva la esperanza —pequeña, pero firme— de que un día alguien llegue, no a salvarme, sino a quedarse, incluso cuando vea todas mis ruinas~




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.