Capítulo 34 - POR NADA DEL MUNDO
MIKI
Han pasado dos días desde la gala, desde que ella me salvó de la nominación. Dos días en los que he intentado acercarme a ella, hablar y solucionar las cosas, pero ella solo me evita todo el rato. Si no fuera porque esta semana cantamos juntos, creo que ni cruzaría con ellas dos palabras. Entiendo sus motivos pero me gustaría poder estar de otra forma con ella. Si no la hubiera cagado tanto con ella…
Casi todos se han ido a dormir ya, creo que algunos están en la sala de ensayos, pero yo aún no puedo irme a dormir. No hago más que buscar soluciones a mi situación con María, pero no encuentro ninguna forma buena para arreglarlo. Salgo de la habitación, sin hacer, ruido y voy hasta la cocina, necesito un poco de agua. Cojo mi vaso de agua y me siento en una de las mesas, dejo el vaso y apoyo mis codos para taparme la cara con las manos.
- Ei, ¿estás bien? – oigo una voz dulce tras de mí.
- Sí – respondo y me giro para ver como Natalia se sienta en una de las sillas contiguas a la mía.
- ¿Seguro? – insiste – No tienes buena cara – me pasa una mano por el brazo, preocupada.
- Llevo un par de días malos, eso es todo – me encojo de hombros. No quiero decirla nada de María, eso es algo entre ella y yo.
- ¿Cómo llevas la canción? – me pregunta intentando sacarme lo que me ocurre,
- A nivel vocal bien – respondo siendo sincero en este tema – pero aun nos falta bastante en la interpretación.
- Seguro que lo conseguís ya lo verás – me sonríe dándome ánimos.
Natalia se acerca a mí y me da un abrazo, uno de esos cálidos que te reconfortan por dentro. Se ha convertido en una buena amiga, en alguien que me entiende y que me comprende. Me gusta mucho pasar tiempo con ella, tenemos muchas cosas en común y me encanta que los dos veamos la música del mismo modo.
Nos separamos después de unos segundos, pero nos quedamos bastante juntos, ya que ella aún sigue con sus brazos rodeando mi cuello. La sonrío porque no sé que más hacer, en esta postura me siento un tanto incómodo. No me siento del mismo modo que si me encontrara con María, con ella es diferente. Ella me devuelve la mirada y lo siguiente que siento son sus labios sobre los míos.
Me quedo quieto, sin poder reaccionar. Me quedo en shock, no entiendo por qué está pasando esto. ¿De verdad está besando? No puede ser, esto no puede estar pasando. Tengo que pararlo como sea, por lo que muevo mis manos hasta sus hombros y la empujo hacia atrás, apartándola con delicadeza de mí.
- ¿Qué? – me dice Natalia en voz baja, sin entender mi reacción.
- Natalia, yo… - no sé cómo decírselo, no quiero hacerla daño. ¿Por qué me está pasando todo esto a mí? – Tengo novia, Natalia. Esto no está bien.
- Lo sé, yo también tengo novio pero los dos sabemos que nuestras relaciones no van a ir a ninguna parte – me dice colocando sus manos en mis mejillas.
- Tienes razón – le digo apartando sus manos de mi cara – A Elena y a mí las cosas no nos van bien. Lo nuestro no tiene futuro, pero aún así no está bien. Ella no se lo merece. Además – la miro directamente a los ojos, haciéndola ver que lo que le estoy diciendo es totalmente en serio – Siento tener que decírtelo, pero yo solo te veo como una amiga y nada más que de esa forma – los ojos de ella se llenan de lágrimas ante mis palabras y me duele verla así, causarle eso – Lo siento, siento mucho si te he dado señales equivocadas, no era mi intención – borro de sus mejillas las lágrimas que surcan de su cara.
Natalia las aparta deprisa y corriendo, como si sintiera vergüenza de que la viese llorar, mientras se aleja de mí.
- Yo… Lo siento, no era mi intención, pero es que pensé que yo te gustaba y tú me gustas a mí y he malinterpretado todo… - dice atropelladamente.
- Siento haberte confundido – vuelvo a disculparme. Quiero decir algo más pero la veo apoyar sus manos en la mesa, como si se fuera a ir.
- Buenas noches Miki – se despide de mi, confirmando mis sospechas.
- Buenas noches – respondo sin saber qué más decir.
Natalia se levanta de la silla y se va en dirección a las salas de ensayo, haciendo que me quede solo en el comedor.
No vuelvo a mi habitación hasta pasadas al menos una hora. No puedo dejar de dar vueltas a lo que ha pasado con Natalia. ¿Cómo no he podido verlo antes? ¿Cómo he podido estar ciego y no ver lo que la ocurría conmigo? Si lo llego a saber, habría hecho lo posible por frenarlo antes, para que no lo pasara mal, para no hacerla daño, como sé que se debe de sentir ahora. ¡Joder las cosas se me complican cada vez más! ¿No puedo tener un día tranquilo?
Me levanto cruzado, con el pie izquierdo, después de la mierda de noche que he pasado. Durante el desayuno, María no me ha dirigido la palabra y Natalia rehúye mi mirada todo el rato. ¡Madre mía! Creo que me espera un día bastante largo.
Al acabar el desayuno vuelvo a la habitación y veo que se encuentra sola Natalia. Me quito el micrófono que llevamos durante todo el día, y le doy unos golpes con el dedo en el hombro. Ella se gira y me mira interrogante, extrañada, y yo simplemente señalo su micrófono. Me entiende con ese simple gesto y se lo quita. Los dos lo ponemos debajo de la almohada, para que no se oiga nada de lo que hablamos.
- ¿Qué ocurre? – me pregunta sin entender nada, aunque debería de saber de qué quiero hablar con ella.
- Quería hablar de lo de anoche – Natalia suspira con fuerza y me mira - ¿Estás bien? – pregunto preocupado lo primero.
- Estoy bien Miki, no te preocupes – me sonríe débilmente.
- Es que… No quiero perder tu amistad – le digo rascándome la nuca con nerviosismo.
- No lo vas a hacer – me dice ahora con una sonrisa sincera en su rostro – No te preocupes, pero quiero hacerte una pregunta y sé sincero por favor – me pide.
- Claro – sonrío esperando ansioso.
- ¿Hay otra persona verdad? – me pregunta.
- Sí – digo sincero – Hay otra chica.
- Bien – contesta sin más.
- ¿Estamos bien? – la miro esperando una respuesta que me ayude a seguir con esto.
- Sí, estamos bien – se acerca a mí y nos damos un abrazo – Esto… Verás… - se pone nerviosa y yo me impaciento. ¿Ahora qué va a pasar? – Ayer les conté a las chicas lo del beso – me dice moviendo los brazos con aspavientos, nerviosa, mientras me mira preocupada.
- ¿Cómo? – me pilla desconcertado, no pensé que fuera a contárselo a nadie - ¿A quién? – pregunto asustado por conocer los nombres.
- Alba y… a María – me responde.
- ¿A María? – alzo un poco la voz mientras me entra el pánico - ¿Por qué? - ¡Mierda, joder!
- Es mi amiga y yo… Yo necesitaba contarlo, hablarlo con alguien. Siento mucho si te parece mal que lo haya contado – se disculpa mirándome arrepentida.
- Lo hecho, hecho está – digo con desgana, ya no hay vuelta atrás – No te preocupes – le dedico una sonrisa y cojo mi micrófono de debajo de la almohada, dando por finalizada la conversación. Natalia me imita y es la primera en salir de la habitación.