Préstame tu felicidad

⌁Capítulo doce: Vivir la felicidad

Estoy acostada en la cama junto con mi mejor amiga, esta noche es de chicas. Suena particularmente ridículo porque dormimos todas las noches juntas, no obstante en diferentes camas, por esa razón decidimos que juntáramos ambas camas y así prestar atención en el portátil que vamos a usar.

Escucho el microondas hacer el típico ruido que hacen cuando algo ya esta hecho. El olor a palomitas de manquilla inunda todo el apartamento, debo de confesar que tengo un extraño fetiche con ponerle cátsup, algo asqueroso para algunos pero para mí es un manjar.

Cuando salgo de la alcoba para ir por las palomitas escucho que timbrar la puerta, extrañada ya que no espero a nadie doy pasos lentos. Miro por el orificio y no veo ningún intruso pero hay un paquete en el suelo, dudosa abro la puerta para tomar el paquete para cerrar la puerta sin embargo un zapato interrumpe el proceso.

—¡Bella, Bella nos quieren matar, Bella! —grito de golpe soltando el paquete de mis manos.

—Raven, soy yo —farfulla la voz que juro que hasta escucho en mis sueños—, soy Baxter —continúa con ese tono de voz relajante.

—Ya sé, por eso estoy gritando: ¡Bella!

Mi compañera sale de la habitación con su cinco sentidos activados, curva su espalda y separa las piernas ligeramente para tomar una pose intimidante pero dudo que lo consiga porque su pantalón es muy llamativo e infantil. Se acerca a mi corriendo para presionar fuerza en la puerta, no se da cuenta que me golpeó con su cabello rizado marrón ya que lo lleva suelto.

—¿Qué quieres? —pregunta mi mejor amiga.

—Hablar con Raven —responde desde el otro lado de la puerta Baxter quien yo hago aparentar un mal hombre con intenciones perversas.

Los labios carnosos de mi mejor amiga dibujan una línea recta y deja de apoyarme para cambiar de bando puesto que ahora esta intentando abrir la puerta. Me siento como si me hubiesen abofeteado con un pescado congelado.

—¡Traidora! —vocifero mientras cruzo mis brazos sobre mi pecho cuando ya no tuve más fuerza para retener la puerta cerrada.

Sin esperar más, corro en dirección al cuarto que no tengo ganas de hablar con Baxter, lo he estado evitando durante toda la semana y me ha ido de maravilla. Llegó antes a la escuela y me voy después, un plan ingenioso. Estoy indignada ya que Baxter prácticamente le pidió aun psicólogo que me analizara para encontrar mi vocación.

Pero es que esa no es tarea de él, es la mía.

Detesto que me quite peso de los hombros, yo quiero descubrirlo todo por mi misma.

Antes de entrar a la habitación soy sujetada de la muñeca. El aroma tan viril de Baxter contamina el ambiente, por primera vez lo voy a dejar que se defienda así que paro mi andar para dirigir mi mirada hacia él.

—¿Qué me vas a decir? —insisto para que todo este juego que tenemos se acabe de una vez por todas.

—Tranquila Raven ¿podemos salir a discutirlo?

Saludo mi cabeza en modo de negación, ¿qué tengo que hacer para que este muchacho me deje tranquila?

—¿Por qué?

—Tengo que ver un par de películas que me están esperando ¿es que acaso no hueles el dulce aroma de las palomitas? —cuestiono incrédula embobada al aspirar nuevamente aquel olor.

—Entonces estoy listo para ver ese par de películas. —Baxter toma una posición bastante segura de si mismo mientras recarga sus puños a cada lado de la cadera, parece un superhéroe esperando hacer actos heroicos por la sociedad.

—Es una noche de chicas. —Señalo mi cabello largo y a mi amiga quien se encoje de hombros cansada de mis encuentros con Baxter.

—A mi no me metan, pero mira que sino vas con Baxter yo seguiré manteniendo mis labios sellados y no te diré lo mío con Noah.

No puedo creer lo que acabo de escuchar ¿es que acaso no me he lavado loas oídos? ¡Mi mejor amiga estaba apoyando a Baxter en lugar de mí! Si tengo amigos así no quiero ni imaginar como serían mis enemigos.

—Esta bien —bufo de muy mala gana, sé que mi rostro esta expresando mis emociones internas ya que puedo ver atreves del reflejo de los lentes de Baxter que mis cejas están hacia abajo, mi nariz arrugada con mis labios fruncidos.

—Gracias Bella, eres la mejor —agradece con vehemencia, aprieta las manos de mi amiga y lo acompaño a la puerta para caminar con él.

—A ver si hoy sigues viva —amenazo antes de salir por la puerta.

Caminamos en silencio hasta llegar al primer piso, cuando salimos del edificio siento una ventisca de aire fresco que me pone la piel de gallina. Sigo amando la ropa grande de mi familia para usar de su pijama. Agradezco mentalmente que mi compañero no lo haya notado porque no estaba dispuesta a regresar al apartamento y alargar esto.

Observo el cielo por un par de instantes, me encantan las estrellas brillantes junto con la luna que alumbra las calles un poco. Me pregunto de que tamaño serán las estrellas, tenerla en mi mano.

—¿Y bien? —pregunto luego de un tiempo de silencio—, ¿de qué quieres hablar?

—Yo sé que no estuvo bien haber manipulado a mi tía para que pudiera evaluarte, pero quiero confesar que el trabajo de decorar era totalmente en serio. A mi tía le ha encantado tus ideas que no me gustaría que la dejaras de frecuentar por nuestros problemas.

Río con cinismo, es que no me lo puedo creer. A lo largo de nuestra relación Baxter ha hecho cosas que en serio me ponen de mal humor, pero lo que me deja perpleja es que se sigue topando con los mismos baches de siempre. A Baxter le encanta tropezarse en el mismo obstáculo.

—¿Por qué la usaste para llegar a mi?

—Creo que eres más abierta con cualquier persona menos conmigo ¿qué es lo que he hecho para que no te agrade en lo absoluto? —Suspira profundamente, pero puedo ver la desesperación atravesar su mirada.

Es una pregunta que también hago de vez en cuando ¿por qué todas sus actitudes me molestan? Pero por más que hago vueltas y vueltas a la respuesta lo sé e intento negarlo.




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