Primavera

5/ JUGUEMOS A FINGIR

C A P Í T U L O 5

El sol de Canaria era radiante y sentirlo me hizo despertar de buen humor. Porque una cosa es sentir el sol con aire acondicionado y otra muy diferente es estar afuera sintiendo la brisa que la estrella te puede ofrecer que, casi es nula. La verdad es que dormí de maravilla y con unos sueños húmedos acerca de cierto rubio y yo que solo ruego por volverlos realidad (Y por rubio no me refiero a Matt).

Me estiro en mi cómodamente gran cama gratis de hotel. Todo se siente mejor cuando es gratis. Termino de levantarme, estrujo mi suave cabello y reviso mi teléfono con mensajes de Margaret extremadamente felices y fotos del desayuno que le preparó a Anne. Parece que no fue mala idea dejarla con Maggie, una parte de mí creía que era lo mejor. Un tipo de terapia del corazón para Anne y su autoestima que, se encuentra por el suelo y por más que trato y trato no puedo arreglar.

Apuesto todo lo que poseo por Maggie y sus dulces palabras. Yo soy un vivo ejemplo de que Maggie es milagrosa. Cuando me encontró yo tenía unos 18 años y trabajaba de mensajera en una agencia de modas en Liverpool. Maggie se fijó en mi cuerpo, no es narcisismo tirarme tulipanes, pero yo tenía un cuerpo muy deseoso y listo para deslumbrar en pasarelas (No por nada llegué a ser Señorita Sonrisas Preciosas). Al principio yo era un ejemplo de novedad y con ganas de romper los estereotipos, pero fueron sus palabras las que pintaron un mundo donde yo quería exactamente lo que ofrecía Maggie y así fue.

Nuvia Alarcón nació.

Me desnudo y entro a bañarme con todos los jabones y lociones que tienen por ahí y si no los termino de usar, pues me los llevo porque son de marca y muy caros. Me tomo un tiempo para solo dejar el agua caer en mi cuerpo y darme el placer de paz que tanto gritaba por tener. ¿Quién necesita sexo cuando tiene una regadera con calefacción para una sola? Y las que respondan que prefieren el sexo, háganse un chequeo. Me masajeo las piernas y los brazos como se debe. Tanto trabajo trae su recompensa. Si alguien me hubiese dicho que estaría en Gran Canaria, en un hotel de lujo, gratis y con un jefe que parece una copia de Capitán América y que muestra síntomas de caer en mis encantos, seguramente hubiera golpeado a esa persona de la risa. Y ahora la dejaría abofetearme.

Nuvia Alarcón lo hizo, otra vez.

*/*

1 semana después/ Primer día de grabaciones

Termino de acomodarme la camisa para abrir la puerta, parece que la persona del otro lado está muy desesperada por verme. Cuando abro, no puedo evitar esbozar mi sonrisa matutina. Me da un beso en la mejilla y procede a entrar.

—¿Pedimos el desayuno? — pregunta, tomando el teléfono del cuarto— ¿O prefieres bajar?

—Pide lo de siempre o más.

—Esa es mi chica— sonríe y comienza a pedir nuestro gran desayuno, digno de reyes.

Sacó un envase de jugo del pequeño congelador, le hago señas al chico frente a mí y alza la mano para tomar el otro envase. Hoy es nuestro primer día de trabajo y tengo muchas expectativas para este día.

—Tienes que ver el equipo con el que voy a trabajar, me dejó en las nubes— Expresa, terminando de tomarse el jugo y levantándose para botarlo— Tienen de esos soportes con ruedas, estoy volando de felicidad.

Hago un soplido. Matt parece un niño feliz de tener un nuevo juguete para entretenerse. Cuando el desayuno llega, comemos lo más rápido que podemos para irnos y llegar a tiempo para la reunión de equipo, esta vez es real. La semana turística ha terminado y ahora, debo ganarme los billetes y más premios para mi renombrado nombre y seguir asegurando mi cupo en la alta alcurnia de la moda. Soy Nuvia Alarcón, no puedo bajar mi nivel.

Cuando llegamos a una agencia de modelos de la zona, tenemos problemas para estacionar por las fanáticas de los músicos del video. Tienen carteles, poster y máscaras con rostro un tanto tétricos. Recuerdo a Edmund en algún momento hablar sobre la banda del video, pero estaba entretenida en otra cosa y no preste atención, ni investigué nada sobre ellos. Estoy acostumbrada a los flashes de las cámaras, siempre y cuando los tenga a cierta distancia no frente a mis ojos y estas fanáticas nos tomas fotos y se pegan al auto sin dejarlo pasar.

—Debe haber otra manera, voy a llamar a Edmund— Tomo el teléfono de Matt y marco a Edmund.

No demora para contestar. A Matt le contesta enseguida y a mí me ha estado evitando toda la semana, la vida puede ser realmente graciosa.

—Edmund Thompson— Contesta del otro lado.

—Es Nuvia.

—Eh… ¿Hola?

Ruedo los ojos.

—Tenemos problemas para estacionar el auto. No podemos pasar por toda la fanaticada acampando fuera y Matt no puede moverse sin atropellar a cuatro.

Se escucha un silencio y una música de fondo por unos minutos antes de que Edmund vuelva.

—¿Nuvia, sigues ahí? — después de contestar, Edmund comienza a explicarme— Seguridad ya va al rescate, dile a Matthew que le deje las llaves para que se encargue de estacionar y ustedes entran. Los espero en la entrada.

No me deja ni despedirme y cuelga. No entiendo que pasó entre nosotros, todo iba viento en popa y de repente, soy como una leprosa.

Tal como dijo Edmund, un equipo de seguridad se hace paso entre la fanaticada y toca la puerta del auto para escoltarnos fuera, explico a Matt lo que tiene que hacer.

—Déjame salir a mí primero.

Matthew rodea el auto y abre mi puerta para tomar mi mano y abrazarme a él para pasar por todo el mar de fanáticas gritando y lanzando preguntas sobre mi identidad y mi relación con la banda. Las cámaras se disparan en nuestra dirección y mientras el segundo guardia nos hace paso, Matt me aprieta contra él hasta que llegamos a la entrada y nos encontramos a Edmund con su habitual traje azul y su cabello bien peinado.




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