"모든 이야기는 미지의 세계로 한 걸음 내딛는 것에서 시작된다."
El aire olía a cerezos recién florecidos. El pueblo, envuelto en un manto rosado, despertaba con la promesa de días nuevos. Man-wol caminaba despacio por el parque; sus manos acariciaban suavemente a un gato callejero que la seguía desde la mañana. Llevaba una bufanda delgada, aunque el sol ya calentaba, y sus ojos brillaban con la timidez de quien prefiere observar antes que ser vista.
—¡Man-wol! —la voz de Haneul resonó alegremente detrás de ella—. ¡Vamos, que llegamos tarde al festival!
Man-wol sonrió levemente, escondiendo el rubor de sus mejillas. Haneul, siempre tan radiante, extendió la mano y la arrastró hacia el bullicio del centro del pueblo.
Entre la multitud, Zara ya esperaba, balanceándose sobre sus tenis rosados, con los auriculares al cuello y una sonrisa desafiante.
—¿Qué tal, chicas? —saludó Zara, guiñando un ojo—. ¿Listas para conquistar la primavera?
Minjun y Ha-Ru aparecieron poco después, cargando bolsas con dulces y bebidas.Minjun, con su sonrisa cálida, repartió abrazos y palabras amables a todos. Ha-Ru, en cambio, se apoyó en un árbol y comenzó a contar un chiste que solo él entendía, pero que hizo reír a todos igual.Hyun llegó el último, con la sudadera negra y las manos en los bolsillos. Sus ojos escudriñaban el grupo, como buscando a alguien, pero cuando su mirada se cruzó con la de Man-wol, ambos desviaron la vista rápidamente.
—Bueno, ¿qué hacen ahí parados? —dijo Zara, rompiendo el silencio—. ¡El festival no se va a disfrutar solo!
Y así, entre risas, secretos y promesas tácitas, los seis comenzaron su aventura primaveral. El viento llevaba consigo el aroma de las flores y el susurro de nuevas emociones: 설렘 (seollem), esa mezcla de mariposas y miedo, de esperanza y duda, que solo brota cuando el corazón late más fuerte. El grupo se abrió paso entre la multitud, dejando atrás el parque y adentrándose en el corazón del festival.Las luces de colores colgaban sobre las calles, y los puestos de comida aromatizaban el aire con el dulce olor del hotteok y el algodón de azúcar. Haneul, siempre atenta, se detuvo frente a un puesto de pulseras artesanales y comenzó a elegir una para cada uno.
—Esta es para ti, Man-wol —dijo, colocando suavemente una pulsera de flores de cerezo en la muñeca de su amiga—. Para que nunca olvides que eres más fuerte de lo que crees.
Man-wol la miró, sorprendida, y sus ojos brillaron con una emoción silenciosa. Zara, mientras tanto, ya había comenzado a probar todos los juegos del festival, arrastrando a Ha-Ru tras de sí.
—¡Apostemos a quién gana más premios! —retó Zara, lanzando una pelota a una torre de latas—. ¡Tú contra mí, Ha-Ru!
Ha-Ru se rio, aceptando el desafío, y pronto ambos estaban inmersos en una competencia amistosa, atrayendo la atención de los demás visitantes. Minjun, siempre atento, se encargó de repartir bebidas y animar a todos, mientras Hyun observaba desde la distancia, aunque de vez en cuando no podía evitar una sonrisa ante las travesuras de sus amigos.En algún momento, cuando la música en vivo comenzó a sonar, Haneul tomó la mano de Man-wol y la invitó a bailar. Al principio, Man-wol se resistió, pero la mirada alentadora de Haneul la convenció.Juntas, se dejaron llevar por la melodía, riendo y girando bajo la lluvia de pétalos.
Hyun, que había estado observando desde lejos, se acercó poco a poco. Minjun, notando la situación, se acercó a él y le susurró algo al oído. Hyun asintió y, con una determinación inusual, se acercó a Man-wol.
—¿Quieres bailar? —preguntó, extendiendo la mano.
Man-wol, sorprendida, miró a Hyun y luego a sus amigos, que la animaban con gestos y sonrisas.Finalmente, asintió, y juntos se unieron a la danza, mientras la noche se llenaba de risas y promesas tácitas.El festival continuó, y con él, los lazos del grupo se fortalecieron. Cada uno, a su manera, comenzó a descubrir que la primavera no solo traía flores, sino también la oportunidad de ser uno mismo, de abrirse a los demás y de dejar que el 설렘 (seollem), esa emoción que hace temblar el corazón, los guiara hacia nuevos comienzos.