Capítulo 4: Susurros y Miradas

El resto del día transcurrió entre juegos y bromas, pero la tensión entre Man-wol y Hyun era palpable, aunque invisible para los demás. Cada vez que sus miradas se cruzaban, ambos desviaban la vista, como si un secreto compartido los uniera y los separara al mismo tiempo.

Al caer la tarde, el grupo se sentó en una colina, frente a un lago donde el sol se reflejaba en el agua como un espejo dorado. Ha-Ru y Zara comenzaron a cantar una canción que recordaban de su infancia, mientras Minjun y Haneul se apoyaban el uno en el otro, disfrutando del momento.

Man-wol, sentada un poco apartada, observaba el paisaje, con la flor silvestre aún entre sus dedos. Hyun se acercó y se sentó a su lado en silencio. Durante un largo rato, ninguno dijo nada, pero la compañía era suficiente.

—¿Te gustaría viajar juntos algún día? —preguntó Hyun de pronto, mirando el horizonte—. No solo aquí, sino a otros lugares. Conocer el mundo, como nuestros padres.

Man-wol lo miró, sorprendida por la pregunta, pero también conmovida.

—Me encantaría —respondió, casi en un susurro—. Pero… ¿no sería raro? Viajar solo tú y yo.

Hyun sonrió, pero no respondió. En vez de eso, extendió la mano y se la ofreció a Man-wol. Ella dudó un instante, pero finalmente la tomó, y juntos observaron cómo el sol se despedía del día.

El resto del grupo, aunque notó el gesto, prefirió no comentarlo, respetando el momento. Sin embargo, en el fondo, todos sabían que algo estaba cambiando y que la primavera, con su magia, estaba tejiendo nuevos hilos entre ellos.