Primavera, 설렘 & Us

Capítulo 19: Caminos entrelazados

El aire otoñal de Seúl estaba impregnado de aromas a arroz recién cocido y frutas frescas. Era Chuseok, la festividad más importante en Corea del Sur, y las calles se llenaban de familias que volvían a casa, de risas y de reencuentros. Para los seis amigos, Chuseok era mucho más que una tradición: era la oportunidad de volver a verse, aunque la vida los hubiera llevado por caminos distintos y a países lejanos.

Hyun estaba en Seúl y no quitaba la vista del reloj; solo pensaba en la cita que habían planeado para el atardecer con sus amigos. Haneul había viajado desde Daegu; Ha-Ru, desde Busan. Los otros tres, que vivían en el extranjero, habían aprovechado las vacaciones para regresar a Corea y compartir esos días especiales con sus amigos más queridos.

Esa tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, los seis se reunieron en el parque que tantas veces había sido testigo de sus historias. El reencuentro era cálido, envuelto en la nostalgia propia de Chuseok y en la alegría de estar juntos, una vez más, a pesar de las distancias y los desafíos.

Hyun, aún con la mente ocupada por el peso del compromiso familiar, se dejó envolver por la conversación y las risas. Man-wol, sentado junto a la ventana del café donde se habían citado antes, miraba el cielo grisáceo con una mezcla de melancolía y esperanza. Pensaba en lo mucho que habían cambiado, en las dificultades que habían superado y en cómo, a pesar de todo, seguían encontrando el camino de regreso los unos a los otros.

—No importa lo que pase, aquí estoy. No estás solo —le dijo Man-wol a Hyun, apretando su mano con fuerza.

Zara, por su parte, seguía enfrentando el acoso en la universidad, pero en ese banco, rodeada de sus amigos, sentía que podía resistir. Sabía que el apoyo y la comprensión de ellos le daban la fuerza necesaria para no rendirse.

Al final, Man-wol sacó una pequeña planta de su mochila y la colocó en el centro del grupo.

—Es un símbolo —dijo—. Como esta planta, nuestra amistad necesita cuidado y tiempo para crecer fuerte.

Los seis se miraron y, por un instante, supieron que, aunque sus vidas los llevaran por distintos caminos y países, su amistad seguía siendo el lazo más fuerte. Chuseok les recordaba que siempre habría un motivo para regresar y reencontrarse.

Todos sonrieron, sintiendo que, a pesar de todo, sus caminos seguían entrelazados, llenos de promesas y nuevas posibilidades.




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